Carlos Urscovic
Los recientes acontecimientos sucedidos en Argentina dan cuenta del entramado de intereses geopolíticos y económicos que atraviesan la realidad latinoamericana.
El FMI, brazo financiero de la OTAN, condicionó la economía del país en 2018 al otorgar estratégicamente un crédito impagable de 47000 millones de dólares al gobierno de Mauricio Macri, ahora refinanciado por Alberto Fernández, quien aceptó un Acuerdo que permite al organismo internacional auditar in situ los gastos e inversiones de la Administración Nacional.
En una región tan maltratada por el estado norteamericano y sus satélites europeos durante todo el siglo XX y lo que va del XXI, tal nivel de intervención solamente es posible con un importante grado de cooptación / defección de buena parte de la dirigencia política y empresarial argentinas, quienes a través de una formidable maquinaria de propaganda convencieron a la población que un Acuerdo con el FMI era la mejor opción que el país podía elegir para no caer en el temido «Default» o mora de pagos.
Alertada desde siempre de tal estado de situación, la vicepresidenta Cristina Kirchner, mentora y principal accionista y responsable de la gestación del actual gobierno, decide no acompañar en el Congreso la votación de tan temido Acuerdo/ Rendición, desatando una formidable crisis de coexistencia política con Alberto Fernández y varios de sus funcionarios, cooptados por la administración de los EEUU y sus agencias en el país.
El gobierno de EEUU dio la orden a la oposición política de entregar a Alberto Fernández los votos necesarios en el Parlamento ante la tardía negativa cristinista de convalidar tan execrable convenio con el FMI, que sumirá en más pobreza y miseria a millones de argentinos castigados por décadas por políticas de saqueo de sus recursos naturales y reservas en dólares de las arcas del Banco Central (entregadas a los fondos de inversión, bancos y empresas transnacionales).
Con un gobierno en tensión política, económica y social, las fuerzas del poder real actúan como lo hacen en aquellos países que expolia: desmoronando los focos de resistencia que pudieran coexistir en cada uno de los gobiernos, desplazando a presidentes y/o vices, y colocando mediante los propios mecanismos constitucionales (o NO) a los personeros que dirijan los planes establecidos desde Washington para mantener activos los mecanismos de exacción de materias primas esenciales y ganancias en los territorios que controla.
El nuevo y blanqueado sistema de alianzas pro-estadounidense (anexión) que a partir de ahora se establece en Argentina abre un peligroso camino de penurias a la población e instaura un gobierno títere controlado por el FMI y regenteado localmente (por ahora) por Alberto Fernández y su grupo.
Mientras tanto, la contradictoria Cristina Kirchner, se ve enmarañada en su propio experimento fallido y deberá alejarse de su propia creación o copar el gobierno de Alberto Fernández para salvar a la Argentina de un futuro tenebroso para millones de habitantes en un país intervenido por el FMI.