Ambito

En 2020, 59,7 millones de personas padecieron hambre. Entre 2019 y 2020, la prevalencia del hambre en América Latina y el Caribe aumentó en dos puntos porcentuales, lo que significa que 13,8 millones de personas más sufrieron hambre que en 2019”, así comienza el informe la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Programa Mundial de Alimentos (WFP) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) presentado este martes.

El número de personas que padecen hambre se encuentra en su punto más alto desde el año 2000, con un aumento del 30% solo entre 2019 y 2020. Cuatro de cada diez personas sufrieron inseguridad alimentaria durante 2020

El trabajo “Panorama regional de la seguridad alimentaria y

Nutricional 2021” indica que también con 9 puntos porcentuales aumentó la inseguridad alimentaria moderada o severa.

De esta manera “el 41% de la población de la región sufre inseguridad alimentaria moderada o severa, lo que corresponde a 267 millones de personas cuyo derecho humano a la alimentación no se está cumpliendo”, asevera el trabajo. Es decir, 60 millones más de personas que en 2019 no tuvieron acceso físico o económico a comida en cantidad o calidad suficiente para su salud y desarrollo.

La inseguridad alimentaria moderada determina las dificultades de una persona para obtener alimento y que se ha visto obligada a reducir, a veces a lo largo de un año, la calidad y/o cantidad de la comida que consumen debido a la falta de dinero o de otros recursos. En tanto, la inseguridad alimentaria grave, es cuando una padece hambre y, en su versión más extrema, lleva días sin alimentarse. En esta categoría, Argentina registra 5,7 millones de personas (ver cuadro)

Entre las causas se destaca el impacto del COVID-19, dado que afecto los ingresos de millones de personas en la región, aunque se ocupa de aclarar que “la pandemia no es la única responsable de todos estos contratiempos, ya que las cifras de hambre regionales han aumentado durante 6 años consecutivos”.

Retroceso (subtitulo)

El resultado es que: “los datos indican que se está retrocediendo en la lucha contra el hambre. Hemos vuelto a los niveles de hace 15 años, y estamos perdiendo la batalla contra todas las formas de malnutrición”.

En 2020, América Latina la inseguridad alimentaria moderada o grave de 41%, en tanto que la inseguridad alimentaria grave, es decir de las personas que pasaron hambre o pasaron un día entero sin comer, de 14%.

Ante el contexto de la pandemia de la COVID-19, entre 2019 y 2020, la inseguridad alimentaria moderada y grave, creció en 9 puntos porcentuales, el más alto en relación al resto de las regiones del mundo.

Los países con la mayor prevalencia de la subalimentación en América Latina durante 2018-2020 son Haití (46,8%), Venezuela (27,4%), Nicaragua (19,3%), Guatemala (16,8%), Honduras (13,5%), Bolivia (12,6%) y Ecuador (12,4%). El resto de los países una subalimentación inferior al 10%, y en Brasil, Cuba y Uruguay esta es menor al 2,5%.

En este caso Argentina se ubica en el promedio de los países de menor índice con 3,9% en el periodo 2018/2020. El 1,7 millones de personas están subalimentadas-.

En Sudamérica, 55,6 millones de personas sufrieron inseguridad alimentaria grave durante 2020. Solo en el último año 18,9 millones de personas más experimentaron inseguridad alimentaria grave, indica el trabajo.

Infancia (subtitulo)

En América Latina y el Caribe, durante 2020, la prevalencia del retraso en el crecimiento en niños menores de 5 años fue de 11,3%, muy por debajo de promedio mundial de 22%. Un buen dato es que los últimos 20 años, se logró una reducción del 37% en este rubro.

Cabe señalar que el retraso en el crecimiento indica una talla baja para la edad y refleja los efectos de la malnutrición crónica sobre el crecimiento infantil, con consecuencias negativas para la salud y el desarrollo.

En el mundo en el retraso del crecimiento en niños menores de 5 años alcanza el 225 periodo 2019/20, en tanto que en la región es de 8,6% y en Argentina 7,8%.

Obesidad (subtitulo)

La contracara pero no positiva es que en la región 1 de cada 4 adultos sufre de obesidad. En tanto, “el sobrepeso infantil ha aumentado en los últimos 20 años y es mayor que la media mundial, afectando al 7,5 % de los niños menores de cinco años en 2020”.

Las consecuencias del sobrepeso y la obesidad provocan impacto económico, social y sanitario en los países por la reducción “de la productividad y aumentan la discapacidad, la mortalidad prematura y los costos de atención y tratamiento médico”.

En América Latina y el Caribe, 7,5% de los niños y las niñas menores de 5 años tenían sobrepeso en 2020, una prevalencia de casi 2 puntos porcentuales superior al promedio mundial y en aumento sostenido durante los últimos 20 años.

Según las estimaciones para 2020, Argentina, Barbados, Cuba, Panamá, Trinidad y Tobago y Uruguay, exhiben los datos más altos de sobrepeso en menores de 5 años en la región, rondando el 10%. Puntualmente en Argentina este indicador es de 12,9% le sigue Paraguay con 12% y Uruguay con 10.3% datos a 2020.

En obesidad en adultos también Argentina se ubica en los primeros lugares con 28,3% por encima de la media de la región (23%)

Cabe recordar que dos de los Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 2 es: «Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible» y el ODS 3: «Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades”.

Advierte el trabajo en su prólogo “que estas tendencias no se revertirán si no transformamos nuestros sistemas agroalimentarios para que sean lo suficientemente eficientes, resilientes, inclusivos y sostenibles como para proporcionar una dieta saludable para todos, sin dejar a nadie atrás”.

Finalmente hace referencia a que este fue el objetivo de la Cumbre de Sistemas Alimentarios celebrada en septiembre de 2021, que reunió a 23 Estados miembros de América Latina y el Caribe para debatir cómo llevar a cabo una transformación que beneficie a las comunidades más vulnerables.