CADTM: Eric Toussaint , Milan Rivié
Entrevista realizada por el CADTM a Milan Rivié y Éric Toussaint
CADTM: El FMI anunció, a finales de agosto de 2021, que ponía a disposición de la economía mundial 650.000 millones de dólares con el fin de responder a unas necesidades urgentes. Y eso se hace mediante un aumento de los Derechos Especiales de Giro. ¿Nos lo podéis explicar?
Milan Rivié y Éric Toussaint: Los 190 países miembros del FMI tienen derecho a recibir de éste una asignación en divisas fuertes que no es reembolsable, y se denomina Derechos Especiales de Giro (DEG). A esa asignación se agregan los préstamos que el FMI decide conceder a un país que solicita su ayuda. Los préstamos del FMI se otorgan con un determinado interés, y están ligados a condiciones que imponen una profundización de las políticas neoliberales.
La suma asignada a cada uno de los países miembros del FMI depende de su respectivo peso económico y político en el seno de la institución
Kristalina Georgieva, Directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI) hizo esta declaración el 23 de abril de 2021: «La asignación de derechos especiales de giro (DEG) más elevada de la historia (cerca de 650.000 millones de dólares) se efectiviza hoy mismo. Esta asignación es una verdadera inyección en «el brazo de» (sic) de la economía y, si se utiliza con prudencia, es una ocasión única para superar esta crisis sin «precedentes»». La Directora general del FMI agregaba que el aumento de DEG «permitirá proveer una liquidez suplementaria al sistema económico mundial, para completar las reservas de cambio de los países y reducir, al mismo tiempo, su dependencia con respecto a una deuda interna o externa más costosa. Los países pueden utilizar este espacio así creado para sostener su economía e intensificar su lucha contra la crisis.»
Al anunciar que los Derechos Especiales de Giro aumentaban en 650.000 millones de dólares (U$D), el FMI hacía saber a los países miembros de la institución que podían recurrir a ellos, si así lo deseaban, con la salvedad de que la suma que obtendrían dependería de su peso económico y político, concretado en la cuota (parte), que les fue adjudicada en el FMI. Un ejemplo: Estados Unidos posee una cuota igual a 17,43 mientras que la cuota de la República Democrática del Congo es solamente de 0,22, o sea, 80 veces menos que la de Washington. Sin embargo, la RDC cuenta con cerca de 100 millones de habitantes, mientras que Estados Unidos cuenta con cerca de 330 millones.
CADTM: ¿Los Derechos Especiales de Giro (DEG) representan un crédito del FMI?
Milan Rivié y Éric Toussaint: Un DEG es un activo de reserva internacional que tiene por fin completar las reservas oficiales de cada uno de los 190 países miembros del FMI, y proveerlos de liquidez en caso de crisis de la balanza de pagos. O sea, que cuando un Estado no tiene suficientes recursos financieras disponibles en divisas extranjeras para cumplir con sus compromisos fuera de sus fronteras, incluido el servicio de la deuda, puede recurrir a los DEG.
En su forma actual, no representa un crédito del FMI. Un DEG tampoco es una moneda ya que no puede ser utilizado en una transacción. Su valor está determinado por una cesta de monedas compuesta del dólar USD, del euro, del yuan chino, del yen japonés y de la libra esterlina. Por el contrario, los DEG pueden ser intercambiados por una o varias monedas, o si preferís divisas extranjeras, por intermedio de los bancos centrales.
En resumen, un país que no dispone de suficientes reservas, en una o varias divisas extranjeras, para reembolsar su deuda pública externa ante uno o varios acreedores, podrá utilizar todos o una parte de los DEG que le fueron asignados para proceder al pago del servicio de esa deuda.
CADTM: Para el FMI, este acuerdo se sobreentiende como «histórico». Aunque la asignación de DEG no es nueva, su monto es muy superior a todo lo realizado hasta ahora. ¿En qué puede esta asignación beneficiar a esos países?
Milan Rivié y Éric Toussaint: Digamos, para seguir el hilo del FMI, que podríamos considerar esta asignación de DEG directamente desprovista de condicionalidades políticas, y que tampoco está directamente contabilizada por el FMI como un crédito. Así que, a primera vista, esta asignación representaría un verdadero balón de oxígeno para los países del Sur, sin embargo, la realidad es totalmente diferente.
CADTM: ¿O sea…? Más que una ayuda, ¿es una ilusión óptica?
Milan Rivié y Éric Toussaint: ¡Sin ninguna duda! Podemos citar, sin equivocarnos, al menos cuatro límites a esta asignación.
Con respecto a los billones de euros y de dólares USD, desbloqueados desde el inicio de la pandemia por el Banco Central Europeo y la Reserva Federal de Estados Unidos, respectivamente, y considerando las necesidades de los países del Sur, una asignación de 275.000 millones de dólares es irrisoria.
En principio, si hablamos con propiedad, está la cuestión del reparto de la asignación de 650.000 millones de dólares USD. Como ya se indicó, «los DEG son distribuidos a los países por prorrateo según sus cuotas en el FMI». En consecuencia, sobre los 190 Estados miembros del FMI, los 135 países en desarrollo se repartirán 275.000 millones de dólares USD, o sea apenas el 40 % del total asignado, mientras que los 55 países más ricos se beneficiarán de 375.000 millones de dólares USD. Sin contar que dentro de los países en desarrollo hay fuertes disparidades de ingresos, y se reforzaría aún más esas desigualdades por el reparto de la asignación. Es decir que los 29 países con menos ingresos, o los países más pobres, que cuentan con 700 millones de habitantes recibirán apenas 21.000 millones de dólares USD. Ese monto es muy poco frente a los 450.000 millones de dólares que necesitarían para recuperar sus economías durante los próximos cinco años según el propio FMI.
Por lo tanto, la suma asignada es totalmente problemática. Esos 275.000 millones representan apenas un poco más del 8 % de la deuda pública externa y un cuarto del servicio de la deuda exterior pública de los PED entre 2020 y 2022. Con respecto a los billones de euros y dólares respectivamente desbloqueados desde el inicio de la pandemia por el Banco Central Europeo y la Reserva Federal de Estados Unidos, es totalmente irrisoria.
Otro elemento que no se debe obviar es el de las consecuencias políticas de esa asignación. Desde la crisis mundial de 2007-2008, el FMI se ha vuelto ineludible y está presente en una mayoría de países del Sur. Recurrir a esa asignación es reforzar la posición central de una institución que, sin embargo, acumula constantes fracasos desde su creación, tanto por su funcionamiento antidemocrático como por su mortífera ideología neoliberal Para los 55 países más ricos la situación es similar. Ya hay transacciones en curso para que se redistribuyan entre los países del Sur una parte de los 375.000 millones que tienen en mano. Pero, atención, la propuesta que domina actualmente los debates consiste en un timo. Los países ricos prestarían con un determinado interés una parte de sus DEG que le son asignados, aunque habrán tenido un acceso gratuito a los mismos. Sin olvidar los muy probables acuerdos estratégicos y comerciales firmados bajo mano con los gobiernos de los países del Sur, sin posibilidad de negociar, debido a su crítica situación.
El presidente mexicano ya anunció que utilizará los DEG para reembolsar la deuda externa de su país. Sin embargo, el país tendría una gran necesidad de esos recursos financieros para combatir los efectos de la pandemia
Finalmente, hay un último elemento, y no es de los menores: la utilización de esa asignación. Debemos saber que actualmente más del 25 % de los países del Sur consagran una mayor parte de sus recursos al servicio de la deuda en lugar de gastos en sanidad, por ejemplo. Y que, paralelamente, ni la iniciativa de suspensión del servicio de la deuda, ni la Common debt framework o el fondo fiduciario de asistencia y de respuesta a las catástrofes en 2020, no están a la altura de las circunstancias. Para completar la escena, los acreedores privados, muy mayoritarios, nunca concedieron ni un alivio ni una anulación de sus acreencias. En esas condiciones, podemos apostar fuerte de que esta asignación servirá, con total prioridad, para reembolsar directa o indirectamente las deudas privadas. La lógica dominante actual para los Estados del Sur es la de preservar su credibilidad en los mercados financieros y para otros inversores. Al ceder al chantaje de los acreedores y de los agentes de calificación, los Estados pisotean muy claramente el derecho internacional, los derechos humanos y los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.
Como ejemplo, el presidente mexicano ya anunció que utilizará los DEG para reembolsar la deuda externa del país. Sin embargo, el país tendría una gran necesidad de recursos financieros para combatir los efectos de la pandemia, puesto que se cuentan más de 260.000 fallecimientos por la Covid-19.
CADTM: Vuestra conclusión parece inexorable. ¿Pero los países del Sur realmente tienen otra alternativa?
Milan Rivié y Éric Toussaint: Lo que está muy claro es que a pesar del carácter inédito de la crisis y la sucesiva retórica alarmista, ninguna de las actuales instituciones internacionales ha podido implementar un mecanismo de cancelación incondicional de la deuda.
Los países del Sur no pueden esperar nada de las Instituciones financieras internacionales. Por lo tanto, es necesario tomar medidas soberanas Y más aún, dado que todo eso es totalmente posible
Ayer como hoy, para los países del Sur y sus poblaciones nada cambió, no pueden esperar nada de las Instituciones financieras internacionales. Por lo tanto, es necesario tomar medidas soberanas. Y más aún, ya que son totalmente posibles. En derecho internacional, unos sólidos argumentos jurídicos pueden apoyar una decisión unilateral de suspensión de pagos, entre ellos el estado de necesidad y el cambio fundamental de circunstancias. Cuando un Estado invoca esos argumentos, el carácter legítimo o ilegítimo de la deuda no tiene ninguna importancia. Incluso cuando la deuda reclamada al país fuera legítima, eso no impide a ese país suspender el pago. Por consiguiente, si se cuenta con el concurso de las poblaciones y la solidaridad internacional, una salida de la crisis sería posible.
Traducido por Griselda Piñero