Jorge Rachid
Desde la irrupción del neoliberalismo como cultura dominante a nivel internacional, con un cambio profundo en las relaciones sociales a partir del abismo producido en el capitalismo productivo, a partir de las estructuras financieras que cambiaron la ecuación del mundo del siglo XXl, produciendo un proceso de acumulación de las riquezas, que tuvo como contrapartida la exclusión social, el desempleo, el hambre y la pobreza de amplias capas de población, en los pueblos del mundo.
Entonces no se puede hablar de pobreza sin mencionar los procesos de acumulación de las riquezas, que van produciendo cada vez ricos más ricos y pobres más pobres. Marco que necesariamente se apoya en medios hegemónicos, que dejaron de ser de comunicación porque sus propietarios invisibles son los fondos de inversión, buitres que mutilan las economías de las naciones, arrasan soberanías y forman parte de los nuevos colonialismos a nivel internacional, manipulando las políticas locales, hacia la lógica del Mercado como ordenador social, con altos grados de marginación social y pobreza.
Los mismos que provocan el hambre, organizan ONG y disponen de los organismos internacionales de crédito, como el FMI y el Banco Mundial, para declamar en sus documentos la pobreza como objetivo a paliar, asistiendo la necesidad, promoviendo políticas de sostén alimenticio y educativo, políticas paliativas, siendo todas instrumentos destinados a consolidar la pobreza, lejos de combatirla. Son los mismos procedimientos que realizaban las damas de beneficencia, derrotadas por el peronismo y Evita, creando un marco de Justicia Social pleno.
Es lógico que en plena Pandemia, esta tarea de sostenimiento sea la prioridad de las políticas públicas, ya que el combate por la vida, posterga las necesarias medidas estructurales, que es el objetivo estratégico que nos planteamos, como es derrotar la pobreza, eliminarla de la realidad económico social de la Argentina del siglo XXl. Ese es el deber ser del peronismo a realizar, construyendo Justicia Social en el marco de la Comunidad Organizada.
Un país que exporta alimentos al mundo, no puede tener a su pueblo con hambre, nuestro país con un desarrollo tecnológico que nos pone entre los primeros países del mundo desarrollado, no puede ignorar y convivir con una población resignada a la pobreza de por vida. No sólo es lacerante a la dignidad humana, es intolerable en una construcción social del modelo solidario biocéntrico, de nuestra concepción filosófico ideológica, en la Comunidad Organizada. Nadie se realiza en una comunidad que no lo hace.
Alguien piensa acaso que se puede constituir, fuerza popular organizada con participación plena en la determinación de las políticas públicas, si el pueblo está con hambre y necesidades, excluido socialmente, asistido y denigrado por amplios sectores de la sociedad, que asumiendo el discurso racista neoliberal, segmentan a la comunidad, en su propio beneficio, consolidando privilegios a costa de las mayorías populares.
Desde el trabajo en casa de familia hasta la flexibilización de las leyes laborales, el armado estructural neoliberal constituye un aprovechamiento de las situaciones límites de millones de familias argentinas, para su propio beneficio. Es el Estado colonial, el Estado mínimo al servicio del capital privado, constituyente esencial de la pobreza estructural. Aunque entreguen el Gobierno formal, retienen los resortes del poder económico, judicial, financiero que les permiten controlar la consolidación de su presencia, en especial mediática, que crea sentido en naturalizar la pobreza y ocultar las causas.
La pobreza entonces es un ícono de las políticas públicas, que lleva ingentes esfuerzos presupuestarios, demanda horas de reuniones y planificaciones de sostenimiento, lo cual no es reprochable, ya que constituye una preocupación prioritaria en el Gobierno nacional y popular. Si es condenable cuando esas políticas no están destinadas a ampliar el empleo formal, las condiciones de vida, desde vivienda a inserción escolar, desde agua corriente y cloacas a pavimento, desde salario digno a salud y educación pública garantizada a la familia, en inserción familiar, social, comunitaria y vecinal integrada, con dignidad y proyectos de vida al núcleo familiar. Claro que en guerra Pandémica es un objetivo a construir, vencido el drama actual.
Es fácil hablar de pobreza económica sin más datos que los índices inflacionarios, con lo cual no terminamos jamás de avanzar hacia la discusión de fondo, que no es más que eliminar la pobreza, no asistirla, ni elaborar máscaras de compasión compungidas, tan falsas como hipócritas. No es esa la función de los dirigentes en funciones. No somos relatores de la realidad, somos quienes debemos irrumpir en una realidad dolorosa, en la cual debemos ir al hueso de la situación, afectando intereses que se han ido concentrando, desde los formadores de precios que saquean el dinero del pueblo, transformando los bolsillos en aquellos utilizados por los payasos, sin fondo, en donde caen todos los esfuerzos del Gobierno por aumentar el poder adquisitivo de la población, para mejorar su situación en ésta guerra.
Derrotar la pobreza afecta intereses que viven de ella, desde ONG hasta diseños estratégicos geopolíticos que pretenden pueblos sumisos y disciplinados en un estado colonial, para lo cual hacen necesario su sometimiento económico y la exclusión social. No habrá pueblo liberado, en un marco de pobreza estructural pétreo y consolidado. Esa es una construcción del neocolonialismo de los últimos 50 años, de una Argentina sometida al saqueo sistemático, tanto económico como cultural.
La primarización de la economía, la marginación de grandes masas de población que constituyen mano de obra disponible, sin condiciones laborales, la destrucción sistemática de la producción industrial, la apertura indiscriminada de la economía, el endeudamiento que nos hace perder soberanía en las decisiones, el cierre de la investigación y desarrollo científico tecnológico necesario en el siglo XXl, el debilitamiento de los sistemas solidarios de salud y educación, la privatización del sistema previsional, en su prioridad macro económica, que vertebra en lo financiero y se rige por una ortodoxia de Mercado, que arroja a la pobreza a millones de argentinos, es esa la base estructural neoliberal.
Entonces la pobreza no nace de un repollo, ni de una situación personal, tampoco se trata de declamar «igualdad de oportunidades», en situaciones asimétricas de los compatriotas, que el Estado al servicio de los intereses populares debe reparar, por lo cual construir Justicia Social es «igualdad de condiciones», que permiten el desarrollo integral de las políticas públicas en un marco estratégico de eliminación de la pobreza, que no es sólo económica, sino que está basada en la recuperación de la dignidad de la familia argentina, que pueda reconstruir sus proyectos de vida, arrasados por la brutal e inhumana concepción neoliberal.
Es el Movimiento Nacional y Popular quien debe asumir la tarea de consolidar el camino, sin frenos hacia la construcción de la Comunidad Organizada, que garantice con su presencia protagónica como poder popular, el modelo social solidario que cuide la naturaleza y haga eje vertebral en los seres humanos, modelo biocéntrico que nos devuelva la identidad y la memoria americana, mestiza, morena, criolla y profunda de nuestro patriotismo de Patria Matria Grande, de nuestros Padres Fundadores, que siempre apostaron a su vida a la integración de los pueblos, sin distinción social, ni de razas ni de credos, constituyendo épicas gloriosas como el Éxodo Jujeño belgraniano y la Redota oriental artiguista, expresiones auténticas de un pueblo que lucha, en busca de un destino común de Liberación Nacional.