Hedelberto López Blanch

El inhumano sistema de globalización neoliberal que se le ha impuesto a la mayoría de los países del mundo, ha llevado en tiempos de pandemia a dividir aún más al planeta en dos: los ricos y los pobres.

Aunque las noticias parecen alucinantes, son completamente reales. Kerry Dolan, editora de la revista Forbes publicó que «pese a la pandemia, 2020 y 2021 fueron años de récord para los más ricos del mundo, con un aumento de cinco billones de dólares y un número sin precedentes de nuevos milmillonarios»,

El artículo señala que el número de personas con una fortuna de 1 000 millones o superior, registró una «explosión» hasta llegar a un número sin precedentes: 2 755 en 2021, 600 más que en el año anterior.

En total sus fortunas se estiman en 13,1 billones de dólares, por encima de los 8 billones recogidos en la lista de Forbes 2020.

Con una pésima situación sanitaria en el orbe, que en vez de aminorar se acrecienta, el 2020 fue un año récord para las personas más ricas del mundo.

Son tan fantasmagóricas las cifras que resultan difíciles de asimilar: Jeff Bezos, fundador de Amazon posee 177 000 millones de dólares; Elon Musk, creador de Tesla y SpaceX, 151 000 millones; Bernard Arnault, propietario de varias marcas de ropa de lujo y cosméticos, 150 000 millones; Bill Gates, cofundador de Microsoft, 124 000 millones; Mark Zuckerberg, fundador y director ejecutivo de Facebook, 97 000 millones.

En América Latina donde el hambre, la miseria y las muertes por la propagación de la Covid-19 se regodean en sus pobladores, aparecen 51 latinoamericanos millonarios en la lista de Forbes.

Y fíjense cómo los diez primeros millonarios de América Latina han incrementado sus riquezas en un año de pesadilla pandémica: el mexicano Carlos Slim, magnate de las telecomunicaciones pasó de 52 100 millones en 2020 a 62 800 millones en 2021; Germán Larrea Mota Velasco, director ejecutivo de la empresa minera Grupo México, de 11 000 millones a 25 900 millones.

La chilena Iris Fontbona, dueña de la compañía de cobre Antofagasta Plc, subió de 10 800 millones a 23 300 millones; Ricardo Salinas Pliego, director de TV Azteca y la cadena de tiendas Electra, de 11 700 millones a 12 900 millones

El brasileño Marcel Herrmann Telles, con la firma Anheuser-Busch InBev, fabricante de cerveza, de 6 500 millones a 11 500 millones; otro brasileño, Jorge Moll Filho, fundador de la red de hospitales privados Rede D’Or pasó de 7 300 millones a 11 300 millones de dólares, y el colombiano Luís Carlos Sarmiento, dueño del periódico El Tiempo y presidente del Grupo Aval Acciones y Valores encaramó su fortuna de 2 000 millones a 11 000 millones.

Le siguen el mexicano Alberto Bailleres, presidente del Grupo Bal que de 6 400 millones llegó a 9 200 millones; Los Safra, familia del banquero fallecido, cifran la fortuna en 7 100 millones y otro mexicano, Juan Francisco Beckmann Vidal, que produce tequila, de 4 300 millones tiene ahora 7 000 millones.

En contradicción, o mejor dicho, en línea directa con el sistema de globalización neoliberal establecido, en Latinoamérica se estima que la tasa de pobreza extrema se situó en 12,5 % y la de pobreza general en 33,7 % según el último informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).

Ese organismo informó que el número de personas pobres ascendió a 209 millones a finales de 2020, 22 millones más que el año anterior. De ese total, 78 millones se encontraron en situación de pobreza extrema, 8 millones más que en 2019.

Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señaló que la pandemia ha causado la pérdida de 26 millones de empleos en la región y el panorama es aún más complejo en 2021 debido a las nuevas olas de contagio y el lento proceso de vacunación.

La OIT explica que antes de la Covid-19 existían malas condiciones laborales como alta informalidad, reducidos espacios fiscales, persistente desigualdad, escasa cobertura de protección social, las cuales se han acrecentado.

Esta situación ha motivado que el mercado de trabajo en América Latina y el Caribe haya retrocedido una década en solo un año de la enfermedad.

Otro grave problema creado es la posibilidad de alcanzar una distribución equitativa de las vacunas que como declaró el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, se encuentra gravemente amenazadas por la deficiente distribución entre países ricos y pobres.

Mientras el secretario general de la ONU, Antonio Guterres criticó la distribución desigual de las vacunas y reiteró que 10 países han administrado el 75 % de todas las vacunas registradas en el mundo.

Ya en la región se han contagiados más de 25,5 millones y los decesos sobrepasan las 800 200 personas, en su mayoría pobres y con dificultades para obtener una atención adecuada.

La pandemia ha puesto de manifiesto que los programas de atención social han disminuido y millones de habitantes latinoamericanos no pueden tener acceso a la salud porque gobiernos neoliberales han impulsado las privatizaciones en detrimento de las grandes mayorías.

Por tanto, urge implementar un sistema de globalización humanitaria y solidaria que minimice las enormes inequidades que impone el sistema neoliberal capitalista.

Y ante estas realidades podríamos preguntarnos: ¿Habrá una pandemia para ricos y otra para pobres?