Maria Pilar Reyes

Es una guerra. Esta vez, biológica, de baja intensidad pero tanto o mas devastadora que todas las anteriores. Con su avidez de máximas ganancias a corto plazo la élite económica mundial explota masivamente los recursos naturales, destruye el equilibrio ecológico y por ende las barreras y defensas en todos los seres vivientes. Resultado: pandemias que seguirán volviendo a sorprendernos desprotegidos, porque las defensas creadas para el virus anterior no serviran para los que se vendrán. Y los recursos cada vez mas esmirriados. Esto, si seguimos como siempre.

COVID19, ébola, fiebre porcina, virus avial, dengue, malaria. Esta vez la guerra es como siempre una lucha entrre las élites económicas por el control hegemónico de recursos y mercados pero con otra arma: ataca las condiciones básicas para la vida. Destruye las fuentes de agua, los bosques, la naturaleza y los seres humanos que dependen de ella. Destruye las defensas naturales y desencadena las catástrofes. Nuevamente son los sectores de la población mas desposeídos los mas brutalmente afectados. Es ahí donde la mayor cantidad de personas se contagia como consecuencia del hacinamiento habitacional, la falta de sanidad y agua potable y la necesidad de usar el transporte público para salir a ganarse el sustento. Es tambien ahí donde hay más personas fallecidas. Personas que mueren en la miseria como consecuencia de un sistema socioeconómico despiadado que les niega el acceso a una atencion de salud básica de calidad. Ancianos, migrantes, pueblos originarios, personas con mala salud a consecuencia de la precariedad en que han vivido muchas veces ya desde la infancia. Personas que para el sistema neoliberal significan solo una carga.

No son ellos quienes pierden su sustento

Digo que es una guerra porque, no es acaso así como las élites económicas que sustentan el poder politico siempre se han deshecho del exceso de población y de productos que ven como un obstáculo para seguir aumentando sus ganancias? Nunca han sido los mas ricos y privilegiados quienes han sacado la peor parte en los conflictos armados, aunque ellos y solo ellos , desde posiciones políticas claves han orquestado, decretado y sacado provecho de las guerras. No son sus hijos los que hacen el grueso de las tropas de invasion. No son sus familias las que carecen de contactos y recursos para irse a otro lado. No es a sus hijos a los que desde temprana edad se les inflama de patriotismo para que un día marchen felices a matar y dejarse matar por defender la patria, una patria que nunca defendió a los pobres ni les dió nada ni antes ni después. Y no son los ricos y privilegiados quienes hoy pierden su sustento.

Prioridades en defensa de la vida

Los gobiernos aprovechan la pandemia para intentar paralizar los movimientos sociales que los últimos años han ido creciendo aceleradamente y extendiéndose a nuevos grupos en todo el mundo en fuerte rechazo al sistema capitalista y sus consecuencias antihumanas y depredadoras. La mobilizacion popular crece contra este sistema profundamente antidemocrático que deja cada vez mas personas fuera de un nivel mínimo de bienestar y seguridad y aumenta la cantidad de personas que, según los principios del sistema capitalista, no son rentables y están demás. Personas cuyas voces y vidas no importan ni cuentan para los arquitectos del sistema neoliberal. Personas que ven diariamente sus derechos humanos y su dignidad pisoteados, bufoneados, manipulados, mercantilizados.

La situacion no es nueva. La privatizacion y mercantilizacion de los servicios básicos, la vivienda, la educacion, la salud, el tranporte público, las pensiones, los alimentos, el agua, los medicamentos propulsada por la economía neoliberal, la fase mas extrema del capitalismo, han causado muchísimas muertes que pasan desapercibidas en la prensa official. Pero ahora COVID19 ha puesto en evidencia las nefastas consecuencias de este sistema incluso para los que hasta aquí no habían querido saber. El tema es, qué hacemos. Porque así no podemos seguir. Y si no actuamos dejaremos el campo libre para que el fascismo presente sus soluciones.

Poder sobre y el discurso y la agenda pública

Ya antes de la pandemia se ha venido viendo como el fascismo se ha ido normalizando, ocupando puestos claves en el espacio politico y accediendo a los medios de comunicacion masivos para difundir su version de la realidad. El nacionalismo, el racismo, la antimigracion, el populismo, la militarizacion de la sociedad van ganando terreno, igualmente que las posiciones antisistema que en nombre de la libertad individual se niegan a respetar medidas que de algun modo pueden dar una minima proteccion a los mas deposeídos, los que tienen pocas o ninguna posibildad de elegir, los que siempre pagan el precio de los experimentos sociales ideados por cuerpos adultos con mentalidad pubertal.

«No me pongo tapabocas porque a mí nadie me viene a decir lo que tengo que hacer!» declaran. El tapaboca y otras normas de higiene evitan en cierta medida que uno pueda contagiar a otra persona. Pero a los individualistas eso qué les importa. Su necesidad de demostrar su propio poder vale mas que la vida de otros. Nuevos pequeños hitlers aparecen por aquí y por allá, enardeciendo a los descontentos y llamando a simbólicas acciones masivas. Porque para satisfacer su propio ego y disfrutar sintiendo que pueden dominar a miles y llevarlos a donde ellos quieren no dudan en utilizar a los mas ingenuos, los incautos, los angustiados. Pequeños hitlers con sueños de grandeza, de liderazgo, de ser seguidos y adorados por una masa enardecida y en el peor de los casos tambien embrutecida, vienen a llenar el vacío dejado por los actores políticos que se han corrompido y perdido toda legitimidad

No mañana, ahora!

Cuando escribí este texto el Capitolio aún no había sido asaltado. Hoy ya hemos visto las consecuencias concretas del actuar de líderes politicos destructivos que usan para sus propios fines a una masa despolitizada, confusa y desesperada. Un conjunto humano que va creceindo en el mundo y que está lejos de ser uniforme pero a quien conglomera el pánico a convertirse en los «nadie», los que no cuentan. Y muchos de ellos saben que ya lo son. De ahí el fanatismo y la violencia de su actuar.

Entonces, manos a la obra! Tenemos mucho con que lidiar para avanzar hacia una democracia. No una democracia burguesa que solo sirve los intereses de la minorías privilegiadas, sino una democracia de justicia y de derechos para todos. Una sociedad sin violencias. Una sociedad en paz.