Por Pablo Pinto Moreno
El nuevo coronavirus de origen incierto está generando muertes y desolación en la población humana más añosa y sus mutaciones ponen en vilo a los científicos que continuan desorientados ante el fenómeno viral que azota al mundo.
Con un aumento continuado de los contagios y óbitos el virus no es obstáculo para que las grandes coroporaciones industriales de todo tipo incrementen sus ganancias a partir de las necesidades de los consumidores exacerbadas mediante propaganda desde los medios de comunicación masivos y las redes sociales controladas por ellos.
Alimentos y medicamentos, vehículos y telefonía celular, energía y entretenimiento, el dinero electrónico y los productos financieros empujan el crecimiento económico de las empresas mientras las terapias intensivas de los hospitales acumulan pacientes al borde de la muerte.
La perversión del sistema económico y la falta de empatía de los gobiernos gerenciadores de sus intereses han lanzado una guerra psicológica contra la población global para evitar la rebelión de grandes grupos poblacionales que asisten a un genocidio ocasionado por el virus emergente en 2019.
La segunda ola de contagios que azota a ambos hemisferios devela la falta de conocimiento científico existente acumulado por más de 250 años de capitalismo orientado a producir bienes y servicios desconectados de la reales necesidades humanas pero que han incrementado las ganancias del sistema financiero-industrial mundial.
Al finalizar la pandemia controlada por las vacunas la sociedad globalizada por la epidemia del covid se reinicará reformateada por nuevas leyes y mandatos impuestos por las corporaciones y aceptadas por los gobiernos para continuar con las desigualdes en la distribución y usufructo de los bienes y servicios producidos año tras año por la mayor parte de los seres humanos del planeta.