En su mensaje navideño, el Papa Francisco instó a que los líderes políticos y empresariales no permitan que las fuerzas del mercado y las leyes de patentes tengan prioridad en una distribución desigual de las vacunas contra la covid-19, por lo que condenó el nacionalismo y “el virus del individualismo radical”.
El Papa Francisco entregó el tradicional mensaje “Urbi et Orbi” de forma virtual, desde un atril dentro del Vaticano en lugar de la tradicional aparición en el balcón central de la Basílica de San Pedro ante decenas de miles de fieles.
La pandemia y sus efectos sociales y económicos dominaron el mensaje, en el que Francisco pidió unidad global y ayuda paralas naciones que sufren conflictos y crisis humanitarias.
“En este momento de la historia, marcado por la crisis ecológica y los graves desequilibrios económicos y sociales que se han agravado por la pandemia del coronavirus, es aún más importante que nos reconozcamos como hermanos y hermanas”, sostuvo el Pontífice.
Al enfatizar que la salud es un problema internacional, pareció criticar el llamado “nacionalismo de las vacunas”, que los funcionarios de la ONU temen que empeore la pandemia si los países pobres recién pueden sumarse a la campaña de inoculación recién en último lugar.
“Ruego a todos, jefes de Estado, empresas y organismos internacionales que promuevan la cooperación y no la competencia, para encontrar una solución para todos, vacunas para todos, especialmente para los más vulnerables y necesitados en todas las áreas del planeta”.
“Los más vulnerables y necesitados deben ser los primeros”, declaró Francisco en el Salón de las Bendiciones del Vaticano, con sólo 50 empleados del Vaticano que usaban mascarillas.
Francisco también pareció criticar a las personas que se han negado a usar mascarillas porque violan su libertad, una actitud que se ha generalizado en naciones como Estados Unidos.
“Y tampoco podemos permitir que el virus del individualismo radical triunfe sobre nosotros y nos haga indiferentes al sufrimiento de otros hermanos y hermanas”.
Los italianos afrontan severas medidas de confinamiento durante gran parte del período de vacaciones de Navidad y Año Nuevo. Las restricciones hacen que los fieles no puedan ir a la Plaza de San Pedro o a la basílica para eventos papales.