Por Ángela Rodriguez Kunt
En los últimos días hemos sido testigos de una formidable operación de manipulación de masas global por parte de empresas financiero-farmacéuticas a partir de información publicada por ellas mismas sin verificación científica alguna, aunque generando extraordinarias ganancias entre sus accionistas.
El CEO de Pfizer, Albert Bourla, afirmo que su vacuna contra el COVID-19 es “eficaz en un 90%”, según el primer análisis intermedio de su ensayo de fase 3, la última etapa antes de pedir formalmente su homologación.
Esta eficacia de protección frente al virus SARS-CoV-2 se logró siete días después de la segunda dosis de vacuna y 28 días después de la primera, indicó la farmacéutica estadounidense en un comunicado conjunto con la firma BioNTech.
“Los primeros resultados de la fase 3 de nuestro ensayo de vacuna contra el COVID-19 proveen las pruebas iniciales de la capacidad de nuestra vacuna para prevenir” esta enfermedad, dijo Bourla.
Bourla vendio sus acciones de Pfizer por valor de 5,56 millones de dólares (unos 4,7 millones de euros), según un documento enviado al supervisor de los mercados de Estados Unidos, la SEC, que demostró que la venta se realizó el lunes, el mismo día en que el fabricante de medicamentos informó de datos positivos sobre su vacuna experimental contra el Covid-19.
El CEO de la farmacéutica vendió 132.508 acciones a 41,94 dólares por acción.
¿Será que vendió ahora porque no espera buenas noticias y más aumento de las acciones de Pfizer en el futuro?
ONGs estadounidenses en salud, afirman que hasta la semana del 2 de noviembre, 94 personas de las aproximadamente 40,000 en el ensayo habían desarrollado covid-19. Si bien no dijeron exactamente cuántos de los enfermos se habían vacunado, la cifra de eficacia del 90% sugiere que fue un número muy pequeño.
El anuncio de Pfizer cubre a las personas que recibieron dos vacunas entre julio y octubre, pero no indica cuánto tiempo durará la protección o con qué frecuencia se pueden necesitar refuerzos.
La empresa tampoco dio a conocer información sobre la seguridad de la nueva tecnología: hasta la fecha, no se han revelado efectos secundarios graves, y la mayoría tiende a ocurrir dentro de las seis semanas posteriores a la vacunación.
-Pfizer no reveló qué porcentaje de los voluntarios del ensayo representan a los grupos con más probabilidades de ser hospitalizados o de morir por covid-19, incluidas las personas de 65 años o más y las que padecen diabetes u obesidad.
-La vacuna de Pfizer, a diferencia de otras que están en la última fase de pruebas, debe mantenerse muy bien enfriada, en hielo seco a unos 100 grados bajo cero, desde el momento en que se produce hasta unos días antes de que se inyecte. El ARNm se autodestruye rápidamente a temperaturas más altas.
-Actualmente no hay forma de saber si la vacuna de Pfizer será la mejor en general, o para grupos de edad específicos
Lo único seguro hasta este momento son las ganancias fabulosas de los CEOs y accionistas de Pfizer, los medios de comunicación que Pfizer auspicia, los médicos que trabajan para Pfizer, los funcionarios de gobiernos adictos a las corporaciones farmacéuticas, las autoridades regulatorias cooptadas por Pfizer, y la humanidad manipulada a la espera de una verdadera vacuna, de facil producción, distribución, conservación y aplicación que de una vez por todas termine con esta epidemia mundial que mantiene en zozobra a las personas consumidoras de medicamentos de empresas financio-farmacéuticas como Pfizer, que producen medicamentos que no curan las enfermedades, como comienza a verse con la supuesta vacuna salvadora.