Alejandro López González

Los grandes medios de desinformación de los Estados Unidos parecen haber olvidado la pandemia por COVID-19 para centrarse en las protestas anti-racismo promovidas por grupos históricamente afiliados a las luchas financiadas por los mismos que han estado históricamente detrás de las revoluciones de colores en el mundo entero. Curiosamente, ya no les parece tan grave que se produzcan grandes concentraciones de personas, a distancias muy inferiores a las distancias de «seguridad» y muchas veces sin ningún tipo de «protección» individual, eso ya no le parece tan grave a CNN, como se lo parecía hace unos dos o tres meses. Al parecer las prioridades de los grandes medios de desinformación han cambiado, interesadamente, han cambiado siempre en favor del fomento del caos y la destrucción económica dentro de los Estados Unidos. Quizás estas afirmaciones sean inesperadas o absurdas para muchos, pero realmente no es así, si entendemos la lógica interna de ese país desde una perspectiva de intereses confrontados entre el llamado «Deep State» y el movimiento emergente de resistencia «anti-globalización» liderado por Donald Trump. Todo esto puede ser nuevo para muchos compatriotas venezolanos, pero es una realidad evidente, si se hace una análisis sobrio y objetivo de la situación política en nuestro imperialista vecino del norte.

El plan A: COVID-19

En los últimos días una serie de filtraciones en todo el mundo han demostrado que la «línea oficial» sobre el coronavirus no se sostiene en bases científicas reales. El 26 de mayo el Dr. Alexander Myasnikov, jefe de información del coronavirus de Rusia, concedió una entrevista con la excandidata a la presidencia Ksenia Sobchak en la que aparentemente dejó escapar sus verdaderas opiniones, cuando creyó no estar siendo grabado. Creyendo que la entrevista había terminado y la cámara se había apagado, Myasnikov dijo: «Todo es una mierda […] Todo es exagerado. Es una enfermedad respiratoria aguda con una mortalidad mínima […] ¿Por qué se está destruyendo el mundo entero? Eso no lo sé». Por otro lado, según un correo electrónico filtrado al periódico danés Politiken, la Autoridad Sanitaria danesa no está de acuerdo con el enfoque de su gobierno sobre el coronavirus. En el correo se destaca que los políticos parecen estar presionando a los asesores científicos para exagerar el peligro, junto con la decisión de algunos funcionarios no suministrar demasiados datos al público hasta después de que se haya aplicado el confinamiento general. Un e-mail del 15 de marzo dice textualmente: «La Autoridad Sanitaria Danesa sigue considerando que el covid-19 no puede ser descrito como una enfermedad generalmente peligrosa, ya que no tiene ni un curso usualmente serio ni una alta tasa de mortalidad». Sin embargo, el 12 de marzo el parlamento danés aprobó una ley de emergencia que, entre muchas otras cosas, disminuyó el poder de la Autoridad Sanitaria danesa, degradándola de «autoridad reguladora» a sólo «asesora».

En Alemania, a principios de Mayo, se filtró un informe a la revista alternativa alemana Tichys Einblick titulado «Análisis de la gestión de la crisis». El informe fue encargado por el departamento alemán de Interior, pero sus conclusiones fueron ignoradas, lo que llevó a uno de los autores a publicarlo por canales no oficiales. El resultado de esto, incluyendo los ataques a los autores y la minimización de los hallazgos del informe, son increíbles. Me voy a centrar sólo en las conclusiones del informe: (1) La peligrosidad del Covid-19 fue sobreestimada: probablemente en ningún momento el peligro del nuevo virus fue más allá del nivel normal, (2) El peligro no es obviamente mayor que el de muchos otros virus. No hay pruebas de que esto fuera más que una falsa alarma, (3) Durante la crisis del coronavirus el Estado ha demostrado ser uno de los mayores productores de noticias falsas.

Se están acumulando pruebas de que los responsables sabían, desde el principio, que el virus no era tan peligroso como nos hicieron creer. La pregunta que queda es: ¿Por qué están sucediendo estas filtraciones ahora? Creo que es porque el virus simplemente no hizo lo que dijeron que haría, así que gradualmente se están «reajustando a la realidad». Pero ¿por qué impulsaron unas medidas de bloqueo sin precedentes sobre un tercio de la población mundial cuando sabían incluso entonces que el virus no era nada inusual? La economía mundial no es solo capitalista, ni mucho menos. Hay una pugna dentro del capitalismo, entre globalistas y patriotas o nacionalistas y en esa pugna, probablemente, los globalistas han querido reventar las economías nacionales con el propósito de forzar el surgimiento de autoridades supranacionales más fuertes, como la OMS, la ONU, etc. Pero el plan parece estar fracasando, ya se le ven las costuras, por tanto, parecen haber decidido pasar a una segunda fase, el conflicto racial abierto, las confrontaciones de calle y protestas civiles violentas, así están aprovechando el caso de George Floyd (como pudo ser cualquier otro de los tantos casos de violencia racista contra la minoría negra en los estados unidos, que ni es nuevo ni se está descubriendo ahora, pero es ahora cuando los grandes medios de desinformación han decidido utilizarlo como arma de agitación social, ¿Por qué?).

El Plan B: La revolución de colores en los EE.UU

¿Puede producirse una revolución de colores en los estados unidos? No, si es financiada por una potencia extranjera, pero, sin duda, si se puede producir cuando los intereses del «estado profundo» yanqui quieren deshacerse un presidente indeseable para sus propósitos, como lo es Donald Trump. Este presidente es un indeseable para los intereses de la elite financiera de los estados unidos, del aparato militar-industrial y de los negocios turbios de las agencias de inteligencia de ese país. Las razones, no las discutiré en este articulo, pero podemos decir que puede ser dos: (1) es una pésimo representante de los intereses yanquis en el mundo y desdibuja la imagen de benefactor mundial que tanto han trabajado desde Hollywood y desde las agencias de inteligencia de ese país, (2) es una abierto denunciante de las políticas antinorteamericanas de las agencias de inteligencia y de las élites del partido demócrata de ese país (se que a muchos, enmarcados en la falsa dialéctica izquierda-derecha, esto les resultará absurdo). De momento, cada quien puede quedarse con cualquier de las dos motivaciones, para los efectos de este articulo eso es intrascendente. Lo que está claro es que, para la elite financiera yanqui, Trump debe salir, por las buenas o por las malas.

Trump es un imperialista en el sentido clásico de la palabra, pero no es un globalista en el sentido elitista financiero de la misma. Todos los mecanismos de la elite global financiera para promover una globalización excluyente están siendo desmontados por Trump: la OTAN y la OMS, son ejemplos claros de organizaciones al servicio de la elite financiera global que están claramente en contraposición a Trump y viceversa. En este sentido, la ideología de mundo globalizado de Trump se parece más a la Vladimir Putin y Xi Jing Ping que a la de Angela Merkel, Barack Hussein Obama, Hillary Clinton y George Soros. En ninguno de ambos casos, están considerados los intereses de los pueblos pobres del mundo, pero entre ellos si que hay una clara confrontación, abierta y a muerte.

El plan de destruir la economía yanqui, por medio del confinamiento impuesto por la OMS al mundo entero está fracasando y, los enemigos de Trump, han decidido pasar a una nueva etapa de ataques, a través de la agitación y promoción del genuino malestar de las clases pobres de afroamericanos. Está muy clara la vinculación de organizaciones financiadas por George Soros, dentro del movimiento «Black Lives Matter», a quienes se les han otorgado millones de dólares en financiamiento, en el pasado. La elite financiera global podría estar en una fase que algunos analistas denominan, la «salida de Sansón», es decir, si este mundo no va por el camino que los globalistas quieren, entonces no habrá globalización de ningún tipo para nadie y para ellos las columnas de la economía global, que son los Estados Unidos, deben ser destruidas, así como el mítico Sansón, viejo y debilitado derribo las columnas de teatro donde iba a ser exhibido en su derrota. El mundo está en riesgo, en medio de la confrontación de dos grupos de elite enemigos de la humanidad, no hay ni buenos ni malos, hay intereses propios, unos de un lado y del otro, mientras las masas oprimidas están siendo manipuladas (fase covid) y utilizadas (fase revolución de colores) como carne de cañón en esta guerra fratricida de las elites. Trump no está tan débil para las elecciones de Noviembre, de hecho, está aumentando su popularidad en las encuestas a medida que Joe Biden se desdibuja progresivamente. Las investigaciones por corrupción y conspiración del caso ObamaGate y los casos de pederastia en el marco del llamado PizzaGate tienen en jaque a la elite del partido demócrata que podría caer estrepitosamente si Trump ganas las elecciones de Noviembre, no hay cooperación entre la facción «Trumpista» del partido republicano y la elite globalista de republicanos y demócratas, no hay paz posible, la guerra entre ambos bandos es a muerte y el pueblo norteamericano en medio, y el pueblo del de países del mundo, en las gradas, estamos siendo testigos de una batalla mortal de la cual, ninguno de los dos bandos vela por nuestros intereses democráticos. Tenemos que abrir los ojos a esta realidad y asumir una postura realmente revolucionaria y popular, una postura actualmente huérfana en las luchas globales de resistencia. Es momento de asumir la consciencia del cambio necesario, del otro mundo posible que no responde a los intereses de ninguno de estos dos bandos perversos.