Vicente Clavero

La producción y comercialización de medicamentos es un suculento negocio, cuyas miras están puestas ahora en la obtención de un producto que cure la covid-19 o de una vacuna que prevenga la enfermedad.

Cuando se consiga, la industria farmacéutica mundial seguramente pulverizará sus previsiones de facturación, que para este año rondan los 920.000 millones de dólares.

Esta cifra, equivalente a 851.700 millones de euros al cambio actual, se refiere sólo a los medicamentos de prescripción, es decir, aquellos que se suministran en los hospitales o se pueden adquirir en las oficinas de farmacia con receta médica.

Si se añaden los de venta libre, la facturación total supera los 1,43 billones de dólares (1,32 billones de euros), casi el doble del presupuesto anual de EEUU en defensa.

Ese apetitoso pastel se lo reparten varios centenares de empresas, la mayor parte de ellas grandes multinacionales originarias de Estados Unidos, la Unión Europea y Suiza. Eso podría transmitir la impresión de que se trata de un sector muy fragmentado, pero no es exactamente así. Las diez primeras compañías copan en torno al 40% del mercado mundial, con una facturación de 437.257 millones de dólares (404.812 millones de euros) en 2017. La cuota llega al 51% si se le suman las cinco siguientes del ranking.

A la cabeza de ese oligopolio se encuentra el gigante estadounidense Pfizer, cuyos productos farmacéuticos le reportaron aquel año 52.540 millones de dólares (48.630 millones de euros). El segundo puesto lo ocupa la suiza Roche, con 44.368 millones de dólares (41.110 millones de euros), y el tercero en el podio es la francesa Sanofi, con 36.663 millones de dólares (33.971 millones de euros).

Muchas de las empresas del sector se han lanzado a un crecimiento no orgánico (por la vía de compras) con el propósito de mejorar su posición, sobre todo, en dos ámbitos de alto interés estratégico para ellas: la medicina predictiva, que requiere especialistas en la gestión de datos, y las terapias personalizadas, que avanzan a pasos agigantados gracias a la investigación genética.

Una investigadora trabajado para la vacuna del coronavirus, en un laboratorio en San Diego (California, EEUU). REUTERS / Bing Guan

Una investigadora trabajado en la vacuna del coronavirus, en un laboratorio en San Diego (California, EEUU). REUTERS / Bing Guan

Sólo el año pasado, las fusiones y adquisiciones en el sector rondaron los 357.000 millones de dólares (330.800 millones de euros). Las previsiones para 2020 son algo más modestas, debido a las incertidumbres derivadas de la guerra comercial entre Estados Unidos y China y, ahora, a las consecuencias económicas de la crisis del coronavirus.

La gama de productos que comercializan los laboratorios en todo el mundo es inmensa, pero hay algunos especialmente rentables, debido a su elevada demanda y a que responden a enfermedades con mayor incidencia en los países desarrollados, donde hay una capacidad de compra más alta. Es el caso de los medicamentos contra el cáncer o contra la diabetes, que en 2022 concentrarán una cuarta parte de las ventas totales de la industria farmacéutica.

Se estima que sólo Roche facturará ese año del orden de 28.000 millones de dólares (25.900 millones de euros) gracias a los anticancerígenos que comercializa. La danesa Novo Nordisk, número uno en el segmento de los antidiabéticos, se embolsará por ese concepto cerca de 18.000 millones de dólares (16.600 millones de euros).

Siempre, claro está, a salvo de los cambios que puedan derivarse del hallazgo de un remedio para la covid-19. Sin contar con esa eventualidad, la previsión es que los laboratorios reciban en 2022 unos 43.000 millones de dólares (39.800 millones de euros) por los antivirales y más de 35.000 millones de dólares (32.400 millones de euros) por las vacunas, productos que mayores ingresos les proporcionan después de los destinados a tratar el cáncer, la diabetes y el reuma.

En el ranking de los quince grupos terapéuticos con mejores perspectivas de negocio y de los que ya depende prácticamente la mitad de la facturación de la industria farmacéutica mundial, figuran también en lugares destacados los broncodilatadores, los antihipertensivos y los anticoagulantes.

En España, el sector está formado por 353 empresas, que facturan 13.500 millones de euros al año. Más de dos terceras partes de esa cifra (unos 10.000 millones) corresponden a la venta en oficinas de farmacia y el resto a medicamentos hospitalarios. El principal cliente de los laboratorios es el Estado, que sufraga a través de las comunidades autónomas, total o parcialmente, el coste de los productos que recetan los médicos de la sanidad pública.

Al ser ese coste cada vez mayor, los gobiernos regionales han ido imponiendo medidas para contenerlo, como la apelación al consumo responsable, el control de la prescripción, la imposición del uso de genéricos (medicamentos más baratos porque sus patentes han caducado), la implantación de un sistema de precios de referencia o la controvertida convocatoria de subastas para conceder el suministro farmacéutico al proveedor que mejores condiciones ofrezca.

Todo ello ha hecho posible un importante recorte del gasto medio en recetas, que en 2009 se situaba en 13,48 euros, tocó suelo en 2012 con 10,74 y el año pasado se situó en 11,16.

Aun así, las previsiones apuntan que el Estado tendrá que pagar este año más de 9.500 millones de euros en medicamentos, si bien este cálculo no incluye el impacto de la covid-19, al haberse realizado antes del estallido de la pandemia.

Los líderes del sector en España son el laboratorio navarro Cinfa, especialista en genéricos, por lo que respecta a la venta en oficinas de farmacia, y la estadounidense Gilead, en el ámbito hospitalario. El conjunto de la industria sostiene en nuestro país más de 200.000 empleos (41.000 directos y 160.000 indirectos).

De ellos, según la última memoria de su patronal, unos 5.000 corresponden al área de I+D, que en 2018 alumbró 20 medicamentos con nuevos principios activos, gracias a la colaboración con universidades, hospitales y centros de investigación tanto públicos como privados.

Actualmente, una docena de las compañías que operan en España están participando en 58 estudios, con 28.000 pacientes, para encontrar un remedio al coronavirus. Nuestro país es el cuarto del mundo con más ensayos clínicos en marcha, sólo detrás de China (154), Estados Unidos (109) e Irán (63).