Nicolás Lantos-Eldestape
La evolución del coronavirus en el área metropolitana toma la deriva más temida: con la velocidad de contagio actual, es cuestión de semanas antes de que el sistema de salud colapse por la cantidad de pacientes que requieren atención intensiva. La situación es extrema en la Ciudad, donde “el virus ya está en la calle”, como advirtió el presidente Alberto Fernández: más de la mitad de los casos nuevos son detectados fuera de los focos en villas y geriátricos. A este ritmo, la capacidad de atención médica puede quedar sobrepasada tan pronto como a mediados de junio. En el Gran Buenos Aires, la tasa también es exponencial. Suenan todas las alarmas.
“CABA tendría sus camas UTI (unidad de terapia intensiva) saturadas a mediados de JUNIO”, advirtió en su cuenta de Twitter el investigador del CONICET y bioinformático Rodrigo Quiroga, que comparte a través de las redes sus estudios sobre el comportamiento de la pandemia desde el primer día. Su hipótesis se funda en establecer un tiempo de duplicación de casos de 6,6 días, tomando como referencia las últimas dos semanas. “La perspectiva es aterradora”, agregó el investigador, “lo que estamos haciendo hoy NO ALCANZA y nos lleva a un escenario drástico en 20 días”. Otros expertos coinciden con el diagnóstico, que fue ratificado off the record por autoridades de la provincia.
Los estudios de Quiroga también ponen en evidencia que la circulación del virus en la Ciudad ya va más allá de lo que sucede en las villas: “El tiempo de duplicación en los barrios vulnerables da 7,5 y en los barrios no vulnerables da 5,5. Es decir que hay crecimiento exponencial fuera de los barrios vulnerables”, le explicó a El Destape. Por supuesto, el colapso sanitario no es un destino manifiesto sino un final posible, si no se modifican las condiciones. “Esto no es un modelo que predice qué va a suceder. Es simplemente una proyección exponencial de casos con las tasas que medí esta semana comparada con las que medí la semana anterior”, agregó.
Desde el gobierno porteño, en cambio, señalan errores de cálculo en la tasa de duplicación aplicada a ese modelo, causados por la distorsión que se generó a partir de la implementación del Plan Detectar, que modificó las condiciones de testeo. “Cambió la sensibilidad del método”, aseguró el ministro de Salud, Fernán Quirós, ante el requerimiento de este medio. Según el funcionario, las proyecciones que maneja señalan que “el peor día de la serie se van a ocupar 300 camas de terapia intensiva” dentro del subsistema público de la Ciudad, donde hay más de 400 vacantes disponibles. “Decididamente no hay peligro” de un colapso del complejo sanitario en el corto plazo, concluyó Quirós.
Otro investigador del CONICET que viene marcando de cerca al coronavirus es el físico y exdecano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, Jorge Aliaga. “La tasa de positividad no es consistente con esa hipótesis”, opinó sobre la explicación del ministro porteño. “El argumento podría ser cierto, pero la positividad en las villas es cercana al sesenta por ciento: de cada diez personas que se testean, seis dan positivo”. Según Aliaga, el programa Detectar tendría que multiplicarse hasta que la positividad sea cercana al diez por ciento para afirmar que el aumento de casos se debe solamente a un aumento de testeos, como dicta el sentido común replicado por muchos comunicadores.
Los cálculos de Aliaga difieren en algunos detalles de los de Quiroga pero la conclusión es la misma: mientras la tasa de contagios crezca en forma exponencial, es cuestión de algunos días o semanas más o menos, pero es inevitable llegar al punto en el que el sistema se rompe. Además, advierte que la tendencia no comenzó en las últimas semanas, a partir de la relajación de algunas restricciones, sino que viene desde los primeros días de abril. “Hace 55 días que CABA crece exponencial”. El piso fue el 10 de abril, cuando la curva parecía estar cayendo, como sucedió en otros países que controlaron la enfermedad. A partir de entonces, retomó una subida que no se curvó hasta ahora.
“El problema no es el comercio en los barrios sino los exceptuados”, aseguró Aliaga. “La pandemia no se contiene cerrando las mercerías y las joyerías, no pasa por ahí. Sí tiene un poco más de efecto si cerrás las obras. Pero lo central es detectar el contacto de los contagiados, hacer rastreo y aislamiento”. Eso explica, según el investigador, por qué la enfermedad se expandió más rápidamente en la Ciudad que en la Provincia, donde se adoptó esta táctica. El problema, advirtió, es que el seguimiento de casos sólo puede hacerse en etapas tempranas de la pandemia: “Si son decenas, es fácil. Si son centenas, todavía se puede hacer. Cuando son miles, ya tenés problemas para hacerlo, aunque quieras”.
En el gobierno bonaerense, el diagnóstico también es sombrío: las medidas tomadas hasta ahora no alcanzan para evitar una situación crítica, sólo demoran que llegue. “Hay que bajar más la actividad”, sostuvo el viceministro de Salud, Nicolás Kreplak. Descuentan que focos como el que brotó por estos días en Villa Azul seguirán apareciendo, y creen que mientras no se den muchos simultáneamente, la situación podrá manejarse. La línea es muy fina. En algo coinciden las administraciones de la ciudad, de la provincia y de la nación, al menos: los próximos quince días van a ser clave para ver si el coronavirus en Argentina se puede controlar o si hay que prepararse para un invierno peor.