Agencias

El comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, aseguró que «de ninguna manera» la Unión Europea impondrá medidas tecnológicas coercitivas para controlar la propagación del nuevo coronavirus.

Varios países están estudiando el uso de aplicaciones que permitirían, gracias a los teléfonos móviles, localizar y advertir a las personas que hayan estado en contacto con un contagiado.

«De ninguna manera, nunca, nunca apoyaremos medidas que sean coercitivas», dijo Breton el domingo en un programa conjunto de los medios franceses RTL, Le Figaro y LCI.

Según él, el uso de estas aplicaciones solo se hará «de manera voluntaria».

Además sólo tendrán acceso a los datos «las autoridades de sanidad» y será «imposible para las autoridades judiciales, de policía o comerciales, tampoco para las compañías de seguros, naturalmente, tener acceso a ellos».

El gobierno francés confirmó la semana pasada que trabajaba en una aplicación llamada «StopCovid» que utiliza la tecnología bluetooth de un teléfono para localizar los contactos con otros usuarios y «limitar su difusión».

«El principio sería sencillo: la aplicación se instala voluntariamente. Cuando dos personas se cruzan durante un determinado tiempo y en una distancia cercana, los teléfonos celulares registran mutuamente sus referencias en sus historiales. Si un caso positivo se declara, los que hayan estado en contacto con esta persona son avisados automáticamente», detallaron.

Esta aplicación ha suscitado reticencias, incluso entre los políticos más allegados al gobierno francés quienes argumentan que pudiera poner riesgo la libertad de movimiento y el respeto a la privacidad de los ciudadanos.

En Europa, la colecta de datos personales por Estados y empresas suscita muchas veces la desconfianza de la población. Por lo que el reto es ahora elaborar una aplicación que respete la privacidad de los usuarios, y que no sea demasiado intrusiva, explica Antoni Pérez, profesor de Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicaciones, Universitat Oberta de Cataluña.

Varios países asiáticos van mucho más allá en el control de la vida privada de su población para prevenir los contagios. En Corea del Sur por ejemplo, las autoridades sí acceden a los datos de geolocalización de los pacientes con Covid y alertan en su celular a las personas que estuvieron en contacto con ellos. Hong Kong por su parte impone una pulsera electrónica a ciertos viajeros del exterior, y vigila así el cumplimiento estricto de la cuarentena que se les impone.

China, de su lado, es el país que ha llevado al extremo las medidas de rastreo de su población. Las personas que quieran entrar o salir de Hubei o Wuhan -punto de partida de pandemia de Covid-19 – podrán hacerlo, siempre que presenten un código QR «verde» en el teléfono móvil. Lo emiten las autoridades y certifica que no está infectado con el nuevo coronavirus. Y si Usted tiene la desgracia de haberse cruzado con alguien que tiene el Covid, la aplicación le marcara rojo, señal de que tienen prohibido circular.

«China es un modelo distinto. La privacidad no la tienen tan protegida como en Europa. Es un modelo diferente que seguramente no aceptaríamos en Europa», concluye el experto Antoni Pérez.

En Israel, el primer ministro autorizó a la agencia estatal de inteligencia a usar el registro de movimiento de los teléfonos móviles, el sistema que usan para rastrear «terroristas», para seguir a los infectados e identificar a aquellas personas que puedan haber sido contagiadas. Como en el Congreso le negaron el respaldo, lo hizo mediante un decreto de emergencia. Posteriormente, Israel desarrolló y publicó la aplicación «Maguen» (Escudo) que «recopilará tus datos de localización y los comparará con las localizaciones de gente infectada por el virus», al instalar la aplicación la persona usuaria autoriza esta geolocalización.