Marcelo Colussi

Alfa: No se te ve muy alegre que digamos.

Omega: No, para nada. Realmente me preocupa todo esto.

Alfa: ¿Lo de la pandemia?

Omega: Sí, por supuesto. Pero en realidad no me asusta tanto la idea de enfermarme y morirme. Alguna vez tendrá que pasar, ¿no? Me asusta lo que sigue.

Alfa: Comparto. La enfermedad puede ser peligrosa, pero lo terrible es lo que va a venir después.

Omega: Bueno…, ni tan peligrosa, a decir verdad. Mueren 4 de cada 100 infectados. Y, aunque sea duro decirlo así, el 95% de los fallecimientos son gente de tercera edad. No ataca a todo el mundo, aunque también puede haber jóvenes que mueran. Pero en general no es así. Y no es tan pero tan mortífera como lo presentan los medios. O como nos lo han hecho creer.

Alfa: Entiendo, y estoy de acuerdo: no es que esa población envejecida no sea importante. Es tan importante como cualquiera, viejo, joven, hombre, mujer, negro o blanco, etc. Lo que sí está claro, es que la enfermedad en sí misma, peligrosa como cualquier enfermedad, se la ha presentado como el Armagedón. ¿Nos habrán asustado un poco?

Omega: Diría que mucho, muchísimo. Más de la cuenta.

Alfa: Lo mío no es ni la Virología ni la Epidemiología, pero hablando con personas que están en este tema, y en cierta forma deduciéndolo desde una visión que pretendo crítica, algo me llama la atención: lo más grave de todo esto no parece el virus -que es de respetar, por supuesto- sino el miedo que se ha creado.

Omega: Sí, es llamativo el manejo mediático que se le ha dado. Ya no es miedo, que llevaría a una sana actitud de protección; ¡es terror!

Alfa: Exacto. Como en las películas hollywoodenses…. La epidemia existe, por supuesto. El virus existe, y como todo virus, es peligroso; ahí está el SIDA, o la hepatitis, peligrosísimas, causadas por virus. La gripe común también es peligrosa. Y las enfermedades pulmonares en general lo son. Según lo que pude investigar estos días, las afecciones respiratorias producen 3,683 muertes diarias. Por ejemplo: la gripe común, la tos ferina, las neumonías.

Omega: Que, sumadas a otras afecciones como el asma bronquial, el cáncer de pulmón, las neumoconiosis, es decir: las enfermedades respiratorias en general, equivalen a alrededor de 4 millones de muertes anuales, el 7% de los muertos globales. ¡Me informé bien estos días!

Alfa: Por supuesto, el COVID-19 es peligroso. En este momento tiene un promedio de letalidad de alrededor de 600 muertes diarias en todo el mundo…. Y todavía no llegamos al pico máximo, ¿verdad?

Omega: Bueno, claro: es peligroso, porque se transmite a gran velocidad. Cada infectado puede infectar a tres personas más. Eso es mucho.

Alfa: Por eso se habla de pandemia, porque se esparció por todo el planeta. Hay que cuidarse, sin dudas. Pero sí, es cierto: veo que hay un manejo especialmente alarmista. Quizá sea necesario…, pero veo que el pánico al contagio nos ha ganado. No es tan mortal, y existen fármacos para combatirlo. La inmensa mayoría de infectados se recupera.

Omega: Llama un poco la atención todo eso. Quizá nos equivoquemos, y estamos realmente ante el fin del mundo, el Apocalipsis.

Alfa: Sabemos que no. Bueno…, esperemos que no. Sin ser especialista en el tema de salud, simplemente viendo datos, podemos ver que hay enfermedades mucho peores, más letales, con mayor cantidad de muertos diariamente en todo el mundo.

Omega: Es cierto. Por lo que pude investigar, otras afecciones matan más gente todos los días, como la tuberculosis, con 3,000 muertos diarios, o la malaria, con 2,000. Pero no se da todo este revuelo.

Alfa: Creo que, por todas las causas, son alrededor de 150,000 muertes diarias en el mundo, dato que da la CIA.

Omega: ¿La CIA de Estados Unidos? ¿Los del espionaje?

Alfa: Sí, sí… La Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América. Tiene página web, y ahí se pueden ver esos datos. Ellos saben sobre la situación del planeta mejor que nadie. Lo estudian, lo analizan, por eso son potencia.

Omega: Yo sabía que alrededor de 40,000 personas diarias mueren de hambre o por causas ligadas a la malnutrición. Y nunca vi tanto revuelo por eso.

Alfa: Sí, es cierto. Eso es lo que creo nos debe hacer pensar qué está pasando ahora, por qué este terror enloquecedor. Hay 11,000 muertes diarias por falta de agua potable, y no se dice una palabra de eso. Ni de las 80,000 muertes anuales de mujeres por violencia intrafamiliar. Y el machismo patriarcal sigue tranquilo.

Omega: Definitivamente: llama la atención este pánico universal en que hemos entrado. O en que se nos ha hecho entrar. Y alguien con miedo, o una población con miedo, es lo más fácil de manejar que hay.

Alfa: Por allí leí, entre la interminable catarata de cosas que se ven todos los días sobre el coronavirus, algo muy certero: «¡Brillantes estos tipos!: sin disparar un solo tiro, sin un solo policía, acabaron con todas las protestas mundiales». Es para pensarlo, ¿no?

Omega: Es ahí donde comienzan nuestras preocupaciones, creo que tanto la tuya como la mía, ¿verdad?

Alfa: Exactamente. No es tanto el miedo a morirme sino a este otro tipo de muerte «social» que estamos presenciando. Me llama la atención que no es tanto el terror a morirse lo que se transmite por los medios, sino el terror al contagio.

Omega: Es cierto. A todo el mundo se le ha inoculado este «virus» del terror. No podemos evitarlo, poniendo el cuerpo, padeciendo los rigores de estos manejos mediáticos globales. Y teniendo que cumplir obligatoriamente este encierro.

Alfa: Toque de queda, militarización, leyes marciales… Una cuarentena forzosa que no sabemos cuánto se prolongará aún. ¿Quién iba a pensar esto unos meses atrás?

Omega: ¿Será que hay gente que ya lo había pensado?

Alfa: Eso es lo que aterra, lo que verdaderamente aterra. ¿Hay agenda preparada en todo esto? Pero más allá que la pueda haber -sin caer en delirios paranoicos viendo visiones por todos lados-, lo que preocupa es qué mundo sigue.

Omega: Preguntarse por cómo se tejen las cosas no parece ser paranoia. Por supuesto que hay una visión «conspirativista» del mundo, una visión que ve tenebrosos poderes ocultos detrás de cada acción, grupos secretos, sectas esotéricas, los judíos manejando el mundo, los Illuminati, los Templarios, etc.

Alfa: Bueno, sí…, es cierto: esa concepción existe. Pero todas esas elucubraciones, afiebradas elucubraciones diría, no parecen explicar nada. Se quedan en una descripción azorada de las cosas, estupefacta ante la complejidad del mundo, y no pasan de una visión casi maniquea de «malas» voluntades en juego. Estos grupos herméticos serían los que mueven la historia, obviándose así los verdaderos juegos de poder de la dinámica humana, las dinámicas sociohistóricas, las luchas de clases. Hasta se podría agregar: la pulsión de muerte que menciona el Psicoanálisis, como un intento explicativo de la cotidiana catástrofe humana, más explicativo, parece, que la de «malignos poderes en las sombras».

Omega: Pero dejando de lado esas visiones conspiranoicas, como se dice ahora…

Alfa: «Conspiranoico» está aceptado por la RAE, ¿verdad?

Omega: Sí, sí… Bueno, fuera de esas visiones apocalípticas, conspirativas, es real que la gran masa humana, la inmensa, absolutamente inmensa mayoría de mortales que pisamos la superficie de este planeta, no sabemos nada de cómo se tejen los acontecimientos.

Alfa: Totalmente de acuerdo. Sabemos con cuentagotas lo que la corporación mediática oficial nos presenta. Es decir: no sabemos casi nada. La arquitectura real en el juego de poderes globales hay que ir deduciéndola con los pocos elementos que existen. Por eso se necesitan potentes instrumentos teóricos para entender el mundo, el marxismo, por ejemplo, el materialismo histórico. Lo que el sistema te muestra es siempre un espejismo, una ilusión. ¿Pan y circo?

Omega: Por ejemplo, cosa que acabo de leer recientemente: ¿sabías por qué esta ola reciente de apoyo a las uniones homosexuales que empieza a darse en el mundo?

Alfa: Se podría pensar que es por un paso adelante en lo civilizatorio, en la reivindicación de las diversidades, una aceptación cultural de prejuicios milenarios, porque homosexualidad ha habido siempre.

Omega: Claro, esa podría ser una explicación, muy racional, por cierto. Correcta. Pero por allí vi que eso está pensando por ciertos poderes no como avance humano sino como una forma más de control de la natalidad.

Alfa: ¿De verdad? Bueno…, no me sorprende. A esta altura ya no me sorprende nada de las barbaridades más monstruosas que podamos imaginarnos. ¿Control de la natalidad? Sí, claro: por supuesto que podría ser. Eso ya empezó en la década de los 60 del siglo pasado.

Omega: Así es. El imperio yanki, cuando era poder dominante absoluto, solo confrontado por la Unión Soviética en la Guerra Fría, por medio de uno de sus más conspicuos intelectuales: Henry Kissinger, empezó con eso. En otros términos: eliminar gente. Y parece mentira: ¡a un asesino como ése se le dio el Premio Nobel de la Paz!

Alfa: «Demasiadas bocas que alimentar en el planeta para pocos recursos», decían por aquel entonces. Y comenzaron con las esterilizaciones masivas en algunos puntos de Latinoamérica. Por supuesto, sin que las poblaciones afectadas lo supieran.

Omega: Luego lo cambiaron a «planificación familiar», como algo más políticamente correcto, algo más presentable. Pero en esencia, lo mismo. ¡Qué descaro! En el mundo hay un 40% más de alimentos de lo que se necesitaría para alimentar a toda la población mundial, y el hambre sigue siendo uno de los más terribles flagelos.

Alfa: ¡Y no se habla de eso! Pero sí estamos aterrorizados con el coronavirus.

Omega: O sea: faltan alimentos para las grandes mayorías porque un grupito pequeño -el Norte próspero, pero fundamentalmente Estados Unidos- se consume todo. En muchos lugares, por ejemplo, se reemplazaron tierras cultivables que daban alimentos tradicionales para la producción de biocombustibles: maíz, azúcar, soya, palma aceitera. Las poblaciones, por supuesto, a morirse de hambre. Pero que el combustible -hasta se dan el lujo de decir: «combustibles limpios»- no falte para sus vehículos. ¡Monstruoso!, ¿no?

Alfa: Por eso estas teorías, ¡que no son conspiranoicas!, de un pensamiento imperial, obviamente racista, profundamente descarado, podría apuntar a eliminar gente en el planeta. Gente que, según esa lógica, «sobraría».

Omega: Sin dudas patético. De ahí esa teoría, no demostrada claramente pero totalmente creíble, que el VIH-SIDA fue un invento de la guerra bacteriológica para «limpiar» el continente africano y agenciarse de sus recursos. Haya sido así o no, sabemos cómo es la especie humana, no nos asombremos. Por eso se pueden tirar bombas atómicas sobre población civil no combatiente.

Alfa: Definitivamente. O cometer todas las tropelías que se cometen. Y eso no es solo del imperio yanki actual. Los sacrificios humanos que hacían diversas civilizaciones, la tortura, la antropofagia, el machismo, Auschwitz o los gladiadores del circo romano, todas son posibles acciones humanas. No deben sorprendernos. O, en todo caso, sí debe sorprendernos, sabiendo que eso es posible, pero al mismo tiempo luchar denodadamente para que deje de ser así.

Omega: Por eso mismo creo que este terror actual que vivimos con la pandemia no se corresponde con lo que realmente produce este cochino virus.

Alfa: Ahí está el miedo: ¿qué viene ahora? Hay crisis sanitaria, porque es cierto que en estos pocos meses murieron 100,000 personas, pero ¿y la crisis económica?

Omega: Ya se está diciendo repetidamente que estamos ante una crisis del sistema capitalista global mucho mayor, más profunda y letal que la de 1930, que dio lugar a la Segunda Guerra Mundial.

Alfa: Arteramente se nos quiere hacer creer que la crisis económica es producto de la pandemia. Sí y no.

Omega: Hay una relación real, por supuesto. Pero cuidado: la crisis económica viene primero. A eso se le suma la epidemia de COVID-19.

Alfa: Y eso no hay que perderlo nunca de vista. El sistema hace agua por todos lados. Hay incluso quien llegó a decir que esta crisis es una expresión de la lucha entre los dos tipos de capitales que se mueven hoy en el planeta: los megacapitales del sistema especulativo, del sistema bursátil-financiero occidental, anglosajón en buena medida, y los capitales productivos, los que siguen produciendo bienes materiales, como los chinos.

Omega: No sería improbable. Es una lectura de los hechos. La realidad es que el capitalismo financiero global, el que maneja Wall Street y el Consenso de Washington (el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional) está en profunda recesión. Esta pandemia le viene como anillo al dedo.

Alfa: ¡Por supuesto! Ahora los Estados nacionales salen al rescate de esas economías alicaídas, y las empresas y los bancos serán salvados por dineros públicos. ¿No era que el Estado no servía?, según vociferaba el neoliberalismo. Y algunas migajas, por supuesto, también llegarán al pobrerío, a las masas enormes de desocupados que ya van quedando en todas partes.

Omega: Sin dudas, las peores consecuencias, o las que primero se van a ver al menos, luego de la pandemia, serán las económicas: un empobrecimiento general, un sistema trabado que lentamente irá volviéndose a recomponer. Habrá vencedores y vencidos.

Alfa: Como siempre, por supuesto, los vencidos serán las grandes mayorías populares. Los vencedores, los capitales.

Omega: Incluso, no todos los capitales. Quizá la producción de energéticos cambie. El petróleo se está acabando dramáticamente, y hay que buscar reemplazos. El fracking no es salida, en absoluto, porque es sumamente costoso y muy dañino para el ambiente. ¿Fin de la era del petróleo?

Alfa: De pronto, ¿no? Quienes se irán imponiendo cada vez más son las industrias tecnológicas de punta, las telecomunicaciones super avanzadas, la inteligencia artificial, la robótica.

Omega: En eso pareciera que los chinos van aventajando a Estados Unidos.

Alfa: Por eso mismo, esta jugada de la pandemia creo que no es simplemente un virus que nos está afectando. Aquí hay algo más. ¿Futura guerra mundial? ¿Esa será la salida a la crisis del capitalismo desarrollado?

Omega: Claro que una guerra nos terminaría a toda la humanidad. O quizá no a toda la población, pues hay escenarios bélicos, según los expertos que manejan estos temas, donde se está pensando en guerras nucleares limitadas. ¿Qué sabremos nosotros, mortales de a pie, de los planes ultrasecretos de las potencias, de quienes tejen las políticas globales? Si nos tomamos en serio eso de grandes poderes que digitan la vida (por ejemplo, la caída de las Torres Gemelas en New York que dio lugar a la estrategia de guerras preventivas por parte de la Casa Blanca), si nos lo tomamos en serio, podríamos preguntarnos si esto es solo una enfermedad dañina, o hay planes ahí atrás.

Alfa: Por allí se habló, muy poco en realidad, y no se le buscó mayor conexión con la pandemia, de eso que se llamó Evento 201.

Omega: Sí, claro: no se puede dejar de conectar una cosa con otra. Un mes antes que estallara el primer brote en Wuhan, China, en octubre de 2019, se reunieron gentes de «alto nivel» para hacer ese simulacro de pandemia.

Alfa: Curioso, ¿verdad? Curioso también la gente que estuvo allí: representantes de la gran industria farmacéutica mundial, y Bill Gates.

Omega: Sí, la Fundación Bill y Melinda Gates, muy preocupada ella por la salud de la población mundial.

Alfa: Unos años antes, en el 2015, Bill Gates ya había mostrado su interés, o más aún: su honda preocupación, por estos problemas sanitarios. Dijo alguna vez que el problema actual no está dado por los misiles, como durante la Guerra Fría, sino por los microbios. ¿Predecía ya esta pandemia? Lo interesante a considerar es que este mecenas -una de las personas más multimillonarias del mundo- es el principal financista de la Organización Mundial de la Salud -OMS-. Y además acaba de hacer una cuantiosa donación (creo que fueron 100 millones de dólares) a un laboratorio privado de Estados Unidos. Inovio se llama la empresa. Está trabajando en la búsqueda de la vacuna contra el COVID-19.

Omega: No faltaron voces que encontraron una asociación entre todo esto: un ejercicio de pandemia, una pandemia de verdad, una alarma universal desatada. ¿Cómo será realmente todo esto?

Alfa: Cómo saberlo a ciencia cierta, ¿verdad? Es cierto: a los mortales comunes se nos oculta toda la información. Lo que tenemos, en realidad, lo único que tenemos, es una alarma de pánico amplificada planetariamente, donde solo se puede hablar de la enfermedad y de las medidas militarizadas que deben tomarse.

Omega: Y hacer memes, como forma de reírnos de la desgracia. O decir una sarta interminable de tonteras en las redes sociales. Fake news, se les llama ahora; noticias falsas, era de la post-verdad. ¿Quién incentiva toda esa información que confunde? ¿No es curioso también que no se hable una palabra de un medicamento definitivamente efectivo, como el cubano Interferón Alfa 2b recombinante? Obviamente, porque es cubano; es decir, de un país socialista. En China se curaron de la epidemia usando ese medicamento, pero eso se silencia.

Alfa: Exactamente, es así. La gente repite lo que los poderes nos hacen repetir. El esclavo piensa con la cabeza del amo, se ha dicho por ahí. De lo único que se habla es de la peligrosidad del virus, y de la necesidad de esconderse. De los sistemas de salud quebrados por el neoliberalismo feroz, ni una palabra. De la privatización de la salud que hemos vivido estas décadas, nada. Solo estrategias de control.

Omega: Por supuesto: se repite hasta el cansancio lo que obligan a que se repita. Ya entramos en cierta psicosis colectiva donde las poblaciones piden medidas fuertes, carcelarias. ¿Vendrán linchamientos próximamente? ¿Linchamientos de potenciales portadores del virus, de gente que no respeta las medidas de distanciamiento social, de quienes no usan mascarillas?

Alfa: ¡Distanciamiento social! Justamente eso, fijémonos. En realidad se trata de distanciamiento físico, distancia corporal. Eso es lo que hay que mantener para que no se propague el virus. Pero de contrabando nos meten lo de «social». ¿Es social la distancia que debemos mantener?

Omega: Muy atinada tu observación. Inadvertidamente, normalizando las cosas, terminamos tomando distancia «social», cuando tiene que ser otra cosa. ¡Cuidado! ¡Quien está al lado suyo es peligroso! ¿Será el nuevo paradigma que se nos impondrá?

Alfa: El miedo atroz, el pánico más irracional ya se ha instalado. ¡Desconfíe de su vecino! Tal como al esclavo que fue esclavo durante toda su vida y se le quitan las cadenas no sabiendo qué hacer entonces, dónde ir, así pareciera que la población mundial se comienza a comportar. Se piden medidas fuertes, se quiere «mano dura». Aunque agobie la encerrona, se ha creado un clima de miedo donde el otro puede empezar a constituirse en potencial peligro.

Omega: Lo curioso es que esas medidas sí dieron resultado en China. En la ciudad de Wuhan, con una cuarentena rigurosa, se contuvo la epidemia.

Alfa: Pero algo se hizo mal en Occidente, en Estados Unidos y en Europa, que la enfermedad se volvió tan terrible. Hasta incluso en los países pobres del Tercer Mundo, de momento al menos, la epidemia no ha sido tan feroz.

Omega: Para entender por qué el éxito en el combate al virus en un lugar y el fracaso en otro, creo que hay varios elementos que lo explican.

Alfa: Sin dudas. Como en todo fenómeno complejo, hay multitud de causas interactuando. Ciencias de la complejidad se dice ahora, ¿verdad? Por un lado, los sistemas de salud públicos super debilitados que muestra hoy el capitalismo neoliberal. Se privatizó todo, y la salud pública quedó destrozada. Eso ahora pasa factura, con sistemas colapsados.

Omega: Además, la población occidental, con esa loca idea de «libertad» individual que nos viene desde los Iluministas dieciochescos y que en Estados Unidos se llevó a cotas hiperbólicas -por eso ahí pega tanto esta Psicología del Yo, de la conciencia: «todo depende de usted», «si usted se lo propone, lo logra»-, por eso allí, decía, el individualismo tiene un valor incomparable. En Oriente, en la China en particular, la gente se siente mucho más parte de una multitud, se considera a sí misma masa, respeta más obedientemente a sus autoridades. De ahí que, ante una alarma ya dada, la población respetó a cabalidad las directivas.

Alfa: En Estados Unidos el actual presidente, ese vaquero bravucón, machista y xenófobo que es ese corredor inmobiliario devenido millonario, dijo que «el país no puede parar».

Omega: Y así les fue. Esto permite sacar, entre otras conclusiones, que más allá del infame, repulsivo, deleznable racismo que existe en Occidente contra todo lo que no sea «occidental» -en Estados Unidos se le llama WASP-, es mentira que eso sea una cultura superior, «mejor» que los «primitivos salvajes incivilizados» de los «exóticos» rincones del mundo.

Alfa: La experiencia lo está demostrando. Y el capitalismo, en este momento de crisis queda claro, no puede solucionar realmente los problemas humanos.

Omega: Pero sigo pensando: tanta parafernalia alarmista, llevada a niveles de pánico, ¿significan algo? ¿Hay realmente preocupación por la salud de la gente en el mundo del gran capital? En China, donde hay un planteo entre capitalismo y socialismo, con un Partido Comunista que mantiene un ideario supuestamente de izquierda (¿un capitalismo de Estado se podrá decir?, ¿una socialdemocracia a la china?), con un gobierno que traza planes a largo plazo, y los cumple, ese Estado funcionó mejor que en el Occidente neoliberal.

Alfa: Ahora bien: en los países capitalistas de este lado, es decir: la gran mayoría del mundo, países ricos y países pobres del Tercer Mundo, luego de este miedo mayúsculo que se vive ahora, ¿qué seguirá?

Omega: Por supuesto, la crisis. Crisis que pagarán, sin ningún lugar a dudas, las clases subalternas. El capitalismo no va a morir con esto.

Alfa: Se ha dicho últimamente que esta crisis mundial tiene que traer un cambio de paradigmas, que este momento angustiante de la Humanidad debe dar lugar a un nuevo orden.

Omega: ¿Lo podremos creer realmente? ¿Cómo se daría ese cambio: por obra y gracia del Espíritu Santo? Los cambios sociales, los verdaderos cambios sociales, son consecuencia de terribles procesos de lucha.

Alfa: ¡Por supuesto! Nadie, absolutamente nadie regala ni un milímetro de su poder. ¿Por qué habría de hacerlo? Como cualquiera que detenta el poder en cualquier ámbito, no lo suelta amablemente. Los «machos» patriarcales, es decir, todos los varones del mundo, ¿acaso ceden su poderío masculino alegremente ante la reivindicación femenina? Los blancos eurocéntricos, ¿acaso están dispuestos a pedir perdón por sus infames abusos contra los no-blancos?

Omega: No, por supuesto que no. Las transformaciones son producto de terribles, sangrientas, estremecedoras luchas. Eso fue así siempre y sigue siendo así. En la mesa de negociaciones, a lo sumo, se consiguen cambios cosméticos. Por eso, el capitalismo no va a cambiar después de esto.

Alfa: Sería ingenuo pensar que los capitales ahora se van a repartir equitativamente entre la población, entre las clases trabajadoras, entre los excluidos de siempre. Ingenuo… ¡o peligroso!

Omega: El sistema capitalista sabe cuidarse muy bien. Sobrevivió ya a numerosas crisis: dos guerras mundiales, la Revolución Bolchevique, la Guerra Fría, la Gran Depresión de 1930, la crisis financiera del 2008, el alzamiento de movimientos populares y guerrillas en la década del 60/70 del siglo pasado. ¿Por qué no habría de sobrevivir a esta crisis del COVID-19? ¿Esta pandemia es antisistémica?

Alfa: Concuerdo en un todo. No hay cambio real a la vista. Hasta incluso, como sistema podrá salir fortalecido luego de todo esto. Habrá muertos (¿se sacará de encima gente vieja quizá?, se vale ser mefistofélico), muchos muertos, pero lo que más sufrirá será el sistema económico. O, mejor dicho: la clase trabajadora, los asalariados, los sub-ocupados, las amas de casa. Los capitales seguramente se recompondrán con el guiño cómplice de sus Estados o de los organismos crediticios internacionales. De pronto, hasta salen fortalecidos.

Omega: También las mujeres salen mal, porque en estos días de encierro creció exponencialmente la violencia doméstica. ¡Terrible! Habrá, eso sí, recomposición en los poderes mundiales. Es probable que Estados Unidos pierda la hegemonía, y la República Popular China, en alianza con Rusia, quede como abanderada, como locomotora de la Humanidad. Aunque no podemos asegurar qué sigue a la pandemia.

Alfa: Es cierto. Nadie tiene la bola de cristal. También se dijo, entre tantas y tantas cosas que se expresaron, inteligentes y tontas, apocalípticas y mesuradas, que luego del miedo desatado, vendrá la vacunación masiva, obligatoria para el caso.

Omega: ¿Será por eso la inversión millonaria de Gates en la búsqueda de la misma? ¿Tendrá algo que ver en todo esto la digitalización de la vida de la que tanto se habla? Es decir: el control cibernético de la vida de las grandes masas.

Alfa: Bueno… los chinos ya están no en la tecnología 5G, sino ¡en la 6G! Esa hiper digitalización de la vida cotidiana, ese control omnímodo de las poblaciones por parte de un Estado megacontrolador es lo que les permitió superar eficazmente la crisis sanitaria. El Estado sabe segundo a segundo qué le pasa a cada ciudadano. Y si está enfermo, lo aísla. Así pararon la epidemia en Wuhan.

Omega: ¿Será que en Occidente hay un retraso en todo eso, en el manejo tecnológico? Hasta el ex presidente James Carter regañó a Trump culpando al complejo militar-industrial yanki y sus monumentales -e innecesarios- gastos, de ese rezago en tecnología de vanguardia, la que ya tiene China. ¿Será por eso que no pueden controlar al bichito maligno?

Alfa: Difícil saberlo. Como dijimos: nosotros, los comunes, los de la plebe, los que no decidimos las líneas maestras del mundo, aquellos a quienes nos contentan con películas ramplonas de Hollywood o deporte profesional a toda hora por televisión, no sabemos los planes que se vienen. Por eso llama la atención este actual terror y lo que por allí se comenta.

Omega: Por ejemplo, ¿te refieres a eso que llaman la Agenda ID 2020?

Alfa: Exacto. Según las pocas, poquísimas informaciones a las que podemos tener acceso, allí se trata de planes globales de identificación de cada habitante. Y según algunas voces -paranoia o no, no sabemos- la vacunación masiva podría apuntar a esos mecanismos de control.

Omega: Se ha dicho que en esa vacunación podrían introducir cualquier cosa, nano-chips más pequeños que un virus incluso, con lo que tener acceso a los más profundo de la vida de cada habitante.

Alfa: Por supuesto que suena a ciencia-ficción. Incluso sería mejor pensar que esas son elucubraciones paranoicas, que en realidad eso no puede existir.

Omega: Asusta todo eso, por supuesto. Asusta mucho. Lo que se va viendo es que luego de la pandemia, que en algunos meses terminará….

Alfa: Matando muchos ancianos, por cierto. Lo que da para pensar si no es cierto, como se ha especulado, que el «riesgo de longevidad», dicho por el Fondo Monetario Internacional, constituye un problema para los capitales, que deben pagar por largos años jubilaciones a gente que no produce, que ya no aporta para la seguridad social y consume muchos productos médicos.

Omega: Bueno… si fuera así: terrible. Pero es creíble. Y retomando lo que decía: luego de la pandemia, ¿qué mundo seguirá? ¿Se ampliarán los controles planetarios?

Alfa: El Gran Hermano de Orwell está entre nosotros; el panóptico que todo lo ve y lo sabe ya es una realidad. Recuerdo lo que decía el ex espía norteamericano Edward Snowden cuando decidió desertar. Los niveles de control poblacional son realmente increíbles.

Omega: ¿Será posible creer que esa vacunación masiva, seguramente obligatoria, sirva para controlarnos? Lo creo, pero al mismo tiempo aterra.

Alfa: Claro que sí. ¿Cómo no aterrarse ante un mundo así, donde te controlan a cada instante, donde saben lo que estás pensando?

Omega: Es cierto eso que dijo no recuerdo quien: controlaron toda la protesta social mundial sin un solo policía reprimiendo. Ese parece ser el mundo que se viene.

Alfa: Nos están acostumbrando, amansando, preparando para lo que seguirá.

Omega: Ya no se permitirán reuniones masivas, concentraciones de gente. Habrá que caminar a dos metros de distancia una persona de otra, en los restaurantes las mesas estarán a varios metros una de otra. Habrá que usar eternamente mascarillas, denunciar a los posibles «focos de infección». Teletrabajo, clases virtuales, todo a distancia, ¿sexo virtual también?

Alfa: Bueno…, eso ya existe, y está en alza. Ahora bien: ¿quién se beneficiará de eso? La gente de a pie, seguro que no.

Omega: Los megacapitales. Pero incluso habrá que ver cuáles, quizá no todos. El mundo cada vez más se encamina hacia tecnologías de vanguardia, revolucionarias. Las fortunas más grandes se van acumulando ahora en las empresas ligadas a la cibernética, la inteligencia artificial, la informática, la robótica. Habrá que incluir también ahí, por esa conjunción de la que se hablaba, a lo que se llama la gran corporación farmacéutica. Según esos datos que llegan dispersos, representantes de la GAVI, la Global Alliance for Vaccines and Immunization, y su fundador y principal financista, Bill Gates, insisten cada vez más en la necesidad de una inmunización universal.

Alfa: «Microbios y no misiles», anticipaba ya el fundador de Microsoft hace algunos años.

Omega: Sí, por supuesto: da para pensar todo esto. De momento nadie se atreve a decir con exactitud cómo nació este infame germen patógeno; hay teorías encontradas. Hay quien dice que es un producto de la guerra bacteriológica; hay también quien afirma que es una mutación natural. No sé…, es para pensar.

Alfa: Para pensar y para preocuparse. ¿Nos tendrán tan, pero tan bajo control en lo que sigue? ¿Cuarentena eterna? Y sin necesidad de los leones que dicen que Vladimir Putin sacó a las calles de Rusia para mantener el confinamiento. Nos encuarentenaremos espontáneamente.

Omega: Asusta, ¿verdad? ¿Habrá que desechar las ideas de cambio entonces?

Alfa: Como dicen estos altos representantes del capital, que saben lo que hacen, que tienen mucho poder y que no quieren perder un milímetro de sus beneficios: «Para salvar al capitalismo hay que modificarlo».

Omega: La cuestión es ¿qué modificaciones vendrán? Lo que siga a la pandemia será el nuevo orden, seguramente. Aunque no lo podamos saber a cabalidad, podemos empezar a intuirlo.

Alfa: Y por supuesto, lamentablemente según van las cosas, no será el socialismo. Esa idea, casi religiosa diría, que circula por ahí que luego de la tormenta el ser humano, las sociedades, las relaciones se «abuenarán» y surgirá la solidaridad, parece bastante frágil. Lo que se ve es más capitalismo, más alejada quizá la idea de unión para la lucha revolucionaria, más control y militarización.

Omega: Por eso es difícil estar alegres al día de hoy. Entristece todo esto, tanto los muertos que deje el coronavirus que, por supuesto son una tragedia, tanto como el millón y medio que murió en Irak por las bombas estadounidenses, o cada niño que muere de enfermedades previsibles cada día, de hambre, de diarrea por falta de agua limpia, o cada mujer muerta por el femicidio machista que nos domina, o las hectáreas de bosque perdidas cada día por culpa de la industria depredadora, o el calentamiento global que nos está matando, todo lo cual no constituye sino otra forma de muerte anunciada. Puras tragedias. Por todo eso: ¿cómo estar alegres? Todo suena a algo bastante trágico; pero la tragedia no está solo en tanta depredación sino también en el mundo que se está construyendo ahora, el mundo post pandemia.

Alfa: ¿Ganó la derecha? ¿Ganaron los capitales en forma definitiva? ¿Es imposible plantearse cambios entonces? ¿Hay que renunciar a la idea de revolución socialista?

Omega: No creo. Pero sí, sin dudas se ve preocupante el panorama futuro. ¿Cómo nos oponemos a eso, a esa maquinaria tan monumental que controla todo, la vida y la muerte? No podría decirse que «terminó la historia«, como pomposamente se declarara hace unos años con la caída del Muro de Berlín y ese arrogante intelectual como grito triunfal del capital, Francis Fukuyama, que luego debió desdecirse. La historia sigue, y no sabemos bien hacia dónde. Sigue habiendo malestares, reacciones, inconformidades.

Alfa: Lo que sí, es evidente que estos grandes poderes, los megacapitales del sistema capitalista, que ya no necesitan las fronteras de los Estados nacionales, saben muy bien lo que hacen. Esta militarización que ahora estamos viviendo bien puede ser un ensayo general para lo que vendrá: teletrabajo, todo el mundo calladito y alineado, cero concentraciones, todo regimentado, miedo paralizante, Big Brother enseñoreado. De ese modo, se detienen esas inconformidades, esas reacciones.

Omega: Cabalmente lo que dijo esta persona: «Sin un solo tiro se acabaron las protestas». Y si queremos dejarnos llevar por la paranoia, o simplemente por el análisis crítico, vale preguntarse: ¿qué será esa vacuna a la que se nos podría obligar a tomar, esa que tanto ansía Bill Gates y la industria farmacéutica capitalista? ¿Qué vendrá ahí? ¿Nano-chips, como se ha preguntado? ¿Nano-chips que servirán para digitar la vida? Quizá suene paranoico, pero luego de ver Pearl Harbor, las Torres Gemelas, los campos de concentración nazi, las cámaras de tortura, las declaraciones de Kissinger o la bomba atómica en Hiroshima, o incluso las masacres de Pol Pot o el Gulag stalinista, podemos creer cualquier cosa. ¿Por qué no?

Alfa: Digitarán la vida, ¡y la muerte! …. Hiper control total, pareciera. ¿Control absoluto de la natalidad? ¿Decidirán quién nace y quién no? ¿Recursos naturales a consumir solo para un grupo en el mundo? ¿Qué se hará con los que «sobran»? Control total, con o sin vacuna. Y probablemente, ¿por qué no?, con vacuna, que podría generar extraordinarias ganancias para quien la suministre. Suena desesperanzador, claro. Pero… bueno: sigamos pensando en lo que dijo el camarada cubano Jorge Gómez Barata: «Lo que demonizó a Carlos Marx e hizo de él un adversario formidable, no fue haber predicado la revolución, sino haber demostrado su inevitabilidad, aunque tal vez ocurra de manera diferente a como lo soñó.»

Omega: Te apoyo. Porque, aunque controlen hasta lo que pensamos, este mundo así no puede seguir. Se autodestruye, irremediablemente: el calentamiento global ya llegó al límite, puede venir la guerra termonuclear, puede haber estallidos sociales mundiales catastróficos e incontenibles. Mientras haya disconformidades, habrá reacción. Por tanto, la idea de revolución sigue vigente.

Alfa: Seguramente habrá que pensar en nuevas formas de lucha, en otro tipo de organizaciones, en novedosas vías revolucionarias. ¿Revolución con nano-chips? No lo sabemos, quizá no existan de momento, pero estamos convocados a buscarlas.

Omega: Sin dudas. ¡Es urgente! Manos a la obra entonces.