Agencias
A lo largo de estas casi cuatro semanas de protestas en Chile, no hay un
solo líder visible. Varias organizaciones sociales aparecen detrás de
las gigantescas convocatorias, de las que los partidos políticos
tradicionales quedaron completamente marginados, reportó la agencia AFP.
Banderas chilenas, de las comunidades indígenas mapuches, pañuelos
verdes en favor del aborto libre o de color violeta con la consigna
‘NiUnaMenos’ inundan las gigantescas marchas que comenzaron a emerger a
partir del 18 de octubre, y que parecen no ceder cuando se encaminan a
cumplir un mes de revuelta, relató AFP.
Nadie porta ningún emblema de partidos políticos y sus representantes
han optado por guardar distancia por miedo a pasar un mal rato entre las
miles de personas que han decidido manifestarse en las calles de Chile,
exigiendo reformas sociales por las profundas desigualdades.
«Estamos frente a un fenómeno en que la figura del líder tradicional
está en un segundo plano», dice Antoine Maillet, investigador del Centro
de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (Coes) y académico del
Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.
«Quizás también debiéramos salir de la figura del líder heroico, que
lleva a la masa detrás de él; sino que cada uno de los manifestantes es
su propio líder y tiene un historia que contar», agrega este académico.
Las protestas tampoco arrancaron con unas peticiones claras, aunque con
el correr de los días se ha ido configurando un listado de demandas
sociales, que van desde profundas reformas políticas, con una nueva
Constitución, hasta leyes especiales para financiar los tratamientos
contra el cáncer, la condonación de las deudas universitarias, el fin
del cobro de los peajes urbanos y un nuevo sistema de pensiones, entre
otras.
Sabemos quiénes son y qué los mueve
Convocados en la mayoría de los casos por las redes sociales, con
llamativos lemas como «La tercera es la vencida», en referencia a la
última gran manifestación del viernes en el centro de Santiago, los
manifestantes han dado muestra de una gran organización y creatividad,
sin que nadie se adjudique los episodios que marcan esta gigantesca
movilización social.
Ese día, sin ningún aviso previo, una enorme bandera chilena se desplegó
entre los manifestantes, para rebautizar la Plaza Italia como «Plaza de
la Dignidad».
Ningún grupo firma tampoco las convocatorias que circulan a diario por
Whatsapp, Facebook o Twitter, para manifestarse en distintos grupos de
Santiago.
En los últimos días y con el correr de varias marchas, algunas
organizaciones sociales han ganado visibilidad para canalizar las
demandas. En su mayoría, se habían organizado antes del estallido social
del 18 de octubre pero con poco impacto, y después de ese día, se
reactivaron.
Una convocatoria a paro nacional para ayer reunió a más de un centenar
de organizaciones, como la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), el
Colegio de Profesores y la Asociación Nacional de Empleados Fiscales,
todas agrupaciones con escasa convocatoria en el pasado pero que ahora
tomaron más fuerza en nombre de un movimiento que según todas las
encuestas tiene más de 70% de apoyo en la opinión pública.
La semana pasada y por varios días emergió también con fuerza la
organización «NO+TAG», que exige el fin de los peajes urbanos, logrando
bloquear varias carreteras, reuniendo a automovilistas y camioneros.
Los alcaldes de varias comunas de Santiago -como los de los sectores
periféricos de Puente Alto o Renca-, han ganado también visibilidad, más
aún después de que lograran recoger una de las mayores peticiones que
han emergido de las marchas y convocaron a un plebiscito para la primera
semana de diciembre para decidir sobre las principales demandas de las
ciudadanía.
«Los alcaldes han marcado una diferencia pero necesitábamos que se
encauce el movimiento ya sea con un frente de alcaldes por ejemplo»,
dice Lucía Dammert, académica de la Universidad de Santiago.
Es un misterio quiénes son y cómo se organizan los grupos de
encapuchados que logran generar altos grados de violencia al final de
las manifestaciones pacíficas.
«Eso es parte del problema; sabemos muy pocos quienes son y qué los
mueve, y es difícil (obtener datos), porque es difícil acercarse también
a ellos», dice Maillet.
Después de la marcha del viernes, cuando se encendió una casona de 1915,
sede de la Universidad Pedro de Valdivia, la Policía detuvo a un
estudiante de 19 años -sin antecedentes penales- y lo identificó como
uno de quienes iniciaron las llamas.
La policía también ha identificado a grupos de delincuentes comunes operando detrás de los saqueos.