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Dos trabajos independientes originados en EEUU y Europa basados en datos de las actas de los comicios, en documentos oficiales y de organismos como la propia OEA, no sólo confirman el triunfo de Evo Morales sino que empujan sospechas sobre la premeditación del golpe de Estado y el rol de Luis Almagro. Mirá los documentos y los contundentes argumentos.
A contramano de los cuestionamientos que surgieron desde sectores
internacionales así como también en la Argentina «explicando» el
violento golpe de Estado ocurrido en Bolivia total o parcialmente a
partir de la supuesta «manipulación» de las elecciones por parte de Evo Morales,
se conocieron dos contundentes informes internacionales que además
cuentan con la legitimidad de ser independientes que exponen y prueban
que no hubo fraude en los comicios en ese país y que la Organización de
Estados Americanos operó con su manipulada evaluación del escrutinio es
post del golpe de Estado.
A través de un hilo de Twitter del científico informático argentino Rodrigo Quiroga, surgen diversas conclusiones que son abordadas en ambos trabajos: ni la OEA ni nadie pudo corroborar que haya habido fraude en las elecciones del 20 de octubre en Bolivia; justamente este último organismo internacional, encabezado por el uruguayo Luis Almagro,
había recomendado, antes de los comicios, el sistema de recuento rápido
de votos que se usó y que ahora es excusa para respaldar el
derrocamiento de Evo, aunque su resultado no tiene valor legal; Morales
ganó por poco más del diez por ciento de los votos respecto al
candidato opositor Carlos Mesa, como lo que se cumplió con el requisito
constitucional para evitar la segunda vuelta y ser proclamado presidente; las
irregularidades estadísticas detectadas -mesas observadas- fueron
marginales y no afectan ese resultado incluso quitándole los sufragios
al MAS y dándoselos a Mesa; la tan mencionada detención
del procesamiento de datos para el escrutinio definitivo no ocurrió
durante un período de tiempo significativo en ningún momento.
Por un lado, uno de los dos documentos que desmienten a la OEA y
ratifican el triunfo de Evo fue producido por el investigador de
ciencias políticas de la Universidad de Michigan Walter Mebane,
un reconocido cientista considerado como uno de los principales
expertos en fraude electoral del mundo. Cabe aclarar que, además, no
tiene afiliación política alguna, menos en América Latina y menos a
favor de Morales.
Titulado «Evidencia en contra de que los votos fraudulentos hayan sido decisivos en la elección de Bolivia en 2019», la investigación concluye que hubo irregularidades estadísticas que podrían indicar fraude sólo en 274 de las 34551 mesas
de votación y que no se diferencia mucho de patrones vistos en otros
comicios en Honduras, Turquía, Rusia, Austria y Wisconsin. «Incluso
removiendo los votos fraudulentos, el MAS tiene una ventaja superior al
diez por ciento», sentencia el trabajo de Mebane.
El segundo informe que demuele a la OEA y ratifica el triunfo de Morales es del CEPR,
un think tank que integran investigadores de distintas universidades de
Europa. En este trabajo, enfocaron sobre la misión de observación
electoral de la organización de Almagro y qué peso tuvo en el proceso
electoral boliviano.
Las conclusiones resumidas en frases son lapidarias: que «ni la OEA ni
nadie más pudo demostrar que haya habido irregularidades sistemáticas ni
extendidas» en las elecciones; que «los resultados del recuento
provisorio son consistentes con el resultado final»; que ninguno de los
dos recuentos muestra patrones extraños en comparación con la
distribución del voto en elecciones anteriores; que el recuento
provisorio se detuvo al llegar al 80 por ciento porque eso era lo
acordado y se retomó, un día más tarde, por pedido de la OEA; y que por
el contrario el recuento definitivo y legalmente válido «no tuvo
interrupciones significativas».
Otro punto destacado del informe del CEPR es que fue la propia OEA la que recomendó a la gestión de Morales usar el sistema TREP que se implementó para el recuento provisorio
y sobre el que recaen la totalidad de las observaciones del organismo
presidido por Almagro respecto a irregularidades en el proceso
electoral, aunque no tenga validez legal.
En sus conclusiones, agrega que «las dudas sin fundamento que
echó» ese organismo sobre las elecciones «tuvieron una influencia
significativa en la cobertura mediática y por lo tanto en la opinión
pública» y que «la politización de lo que es normalmente un
proceso independiente de monitoreo electoral parece inevitable cuando
una organización a la que se le confía esa tarea hace declaraciones sin
fundamentos que cuestionan la validez del conteo electoral». Es decir,
la OEA echó leña innecesaria e ilegítima a un fuego que el mismo
organismo creó.
Mientras se espera la versión final del informe de la OEA, su titular Almagro sostuvo que el golpe lo cometió el propio Morales el día de la elección. De mínima, los informes del CEPR y de Mebane alimenta sospechas sobre Almagro, el excanciller uruguayo echado hace un año del Frente Amplio, y su manipulación y agite de un plan premeditado y articulado con la oposición, la policía, las Fuerzas Armadas y los medios para derrocar a Morales y reemplazarlo.
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