Nodal
A comienzos de septiembre Alberto Fernández -candidato presidencial argentino por el Frente de Todos- visitó las Cortes españolas. Llegó pocos días después de la gran victoria en las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias que se realizaron el 11 de agosto, de cara a las elecciones generales del 27 de octubre. Alberto Fernández, secundado por la expresidenta Cristina Fernández, obtuvo el 47.78 por ciento de los votos mientras que el actual presidente Mauricio Macri, el 31,79 por ciento.
Tomando en cuenta la diferencia obtenida, Fernández ya es visto como un “presidente electo” aun antes de octubre. Durante su gira europea se encontró con el presidente del gobierno español Pedro Sánchez y con el primer ministro portugués Antonio Costa. Durante su visita a las Cortes Generales del Reino de España en Madrid dictó una conferencia y mantuvo un diálogo abierto con el público. Allí estuvo acompañado por Gerardo Pisarello, ex vicealcalde de Barcelona (2015-2019), actualmente diputado por Unidas Podemos y nacido en la Argentina, hijo de un político secuestrado y desaparecido durante la dictadura militar que aconteció en el país entre 1976 y 1983.ADVERTISING
¿Cómo se percibió la visita de Alberto Fernández en el Reino de España?
Creo que representa la esperanza de un cambio de ciclo progresista en un momento en que en el mundo entero están avanzando opciones de derechas muy peligrosas. Llevamos un tiempo acostumbrándonos a que cada día aparezcan personajes como Donald Trump o Jair Bolsonaro o incluso en el caso de España que haya irrumpido la extrema derecha como el partido VOX. Mientras parece que los vientos que soplan en el mundo son vientos profundamente conservadores, de pronto aparece un candidato a presidente en un país nada desdeñable de América Latina como es Argentina, que viene a mostrar que lo que pasó en otro país grande de América Latina como México parece que no es una excepción, y que por lo tanto el ciclo progresista -por llamarlo de una manera simplificada- es un ciclo que no está cerrado. El discurso de Fernández fue inteligente, sensato, planteando alternativas económicas a las concepciones neoliberales, a las concepciones monetaristas; planteando una idea del orden internacional alejada de las propuestas que aceptan las asimetrías de la globalización como un dato inevitable. Por el contrario, planteó un orden internacional más justo con una relación más equilibrada entre los diferentes pueblos, entre el norte y el sur. Además. llegó al Congreso de España y reivindicó el legado de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, el gran consenso argentino en torno al Nunca Más (N.de R. Título del informe elaborado sobre los crímenes de la dictadura militar 1976-1983), uno de los aportes civilizatorios de la Argentina a la cultura universal de los derechos humanos. La verdad, es que todo eso ha llamado mucho la atención.LEA MÁSLa presidencia de un país no es un juego
¿Cómo se perciben en España los cuatro años de gobierno de Mauricio Macri?
Me parece que hubo como cierta sorpresa en la opinión pública o en la opinión publicada en los grandes medios. Los grandes grupos mediáticos españoles, que vieron con una suerte de “alivio” en su momento el fin del ciclo kirchnerista en Argentina que lo veían como el fin del ciclo del populismo, le dieron una carta blanca a Macri durante mucho tiempo. Coincidía con un momento en el que también en Europa irrumpían figuras como Macrón y una parte importante del establishment mediático aspiraba a que hubiera “macrones” globales, en todo el mundo, y Macri podía ser uno de ellos. Lo que pasa es que tiempo después, no solamente el modelo Macrón entró en crisis, comenzaron a despuntar los Trump, los Bolsonaro, versiones mucho más extremistas, sino que también las otras alternativas como la del macrismo se mostraron, primero profundamente equivocadas en sus planteos económicos, y luego también acabaron degenerando en posiciones profundamente elitistas, incluso autoritarias. Entonces, eso generó un desconcierto enorme y me parece que la opinión publicada española no esperaba que en Argentina pudiera haber una fórmula como la de Alberto Fernández y de la expresidenta Cristina Fernández. Escuchaba aquí a Alberto Fernández y pensaba que el propio Pedro Sánchez no se atrevería a decir muchas de las cosas que Alberto Fernández está planteando como la defensa de la libertad de Lula da Silva. Aquí no hemos conseguido todavía que Pedro Sánchez logre hacer eso y de manera absolutamente increíble incluso Pedro Sánchez le hace guiños a Bolsonaro en su política exterior como en la solución del conflicto de Venezuela. Hoy, una figura como la del expresidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero aparece como un gran estadista, simplemente porque plantea cosas bastante sensatas. Y lo que hizo Alberto Fernández fue plantear algunas ideas de política internacional que no eran ideas radicales ni mucho menos, pero firmes. Habló de la libertad de Lula y denunció con un tono muy solvente la utilización del poder judicial para perseguir a adversarios políticos. Yo soy jurista también, soy constitucionalista, y dejó claro desde un punto de vista garantista, que no puede permitirse que las pruebas, los derechos procesales, se vean constantemente instrumentalizados por el Poder Judicial para atacar a los adversarios. Y citó el caso de Lula, el de Rafael Correa en Ecuador; dijo que eso estaba pasando en muchos países de América Latina. Estamos frente a un candidato a presidente que defiende un modelo de integración de Argentina en América Latina, que no abandonará ideas como la de UNASUR, y que exigió también en la relación con la Unión Europea y en la relación con Estados Unidos, que no sirviera para consolidar las asimetrías y las desigualdades que existen, sino para intentar respetarlas y que se respete la dignidad de los pueblos. Escucharlas de pronto en un contexto donde se han abandonado esos principios básicos, la verdad que era un soplo de aire fresco.
Alberto Fernández durante su visita mencionó el tema de la deuda con el Fondo Monetario Internacional y también visitó Portugal ¿Cómo lo interpreta?
Creo que el modelo portugués es sobre todo una metáfora. La realidad es mucho más compleja, pero es una metáfora de que en un contexto de crisis y de una crisis de la deuda muy fuerte existían alternativas, como lo que pasó en el sur de Europa con Grecia. Grecia fue la alternativa directamente de una política de ajuste que provocó que los organismos internacionales pusieran al gobierno de Syriza liderado por Alexis Tsipras de rodillas. A Grecia le impusieron un plan de ajuste que la obligó a privatizar hospitales, aeropuertos y a vender islas. Creo que ese intento de la Unión Europea era para domesticar la amenaza de Podemos en España. En Portugal el ajuste lo comenzó el Partido Socialista y fue derrotado por eso. Luego lo aplicó el gobierno conservador, y también fue derrotado. Esto permitió un nuevo gobierno del Partido Socialista, pero que tiene apoyo de la izquierda desde fuera, porque es un sistema parlamentario y se pudieron hacer algunas cosas que ya no eran simplemente ajustes. Se pudo subir el salario mínimo y mejorar las tarifas de transporte. Entonces, Portugal se convirtió en una metáfora de que era posible practicar otras políticas digamos más progresistas, que apostaran más por la inclusión social. Pero hay que decir la verdad, eso fue posible después de un ajuste también brutal en Portugal, que se llevó por delante dos gobiernos. Y a pesar de que se produjeron esos avances, el drama en el sur de Europa sigue siendo que los países que forman parte de la Unión Europea -a diferencia de los de América Latina- han perdido el control de la política monetaria. Portugal me parece que es más una metáfora de que hay algunas alternativas y ahora hay una ligera recuperación gracias a las políticas progresistas que se aplicaron con este gobierno de izquierda plural.