A la algarabía del oficialismo tras el anuncio del acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, tras más de 20 años de negociaciones, llegaron los paños fríos de la oposición que se mostró preocupada por la letra chica del pacto y los posibles efectos sobre la industria y el mercado de trabajo.

En este sentido, el precandidato presidencial del Frente de Todos, Alberto Fernández, sostuvo: “No queda claro cuáles serían los beneficios concretos para nuestro país. Pero sí queda claro cuáles serían los perjuicios para nuestra industria y el trabajo argentino”.

“Un acuerdo así no genera nada para festejar sino muchos motivos para preocuparnos”, agregó el compañero de fórmula de Cristina Fernández de Kirchner.

No queda claro cuáles serían los beneficios concretos para nuestro país. Pero sí queda claro cuáles serían los perjuicios para nuestra industria y el trabajo argentino.

Un acuerdo así no genera nada para festejar sino muchos motivos para preocuparnos. pic.twitter.com/B04NlVWBFe — Alberto Fernández (@alferdez) June 28, 2019

En tanto, el senador nacional y postulante del Frente de Todos, Fernando «Pino» Solanas, apuntó que «el acuerdo Mercosur Unión Europea confirma una política que vulnera nuestra producción y soberanía económica, atándonos a carros ajenos en una época de turbulencia».

Por su parte, el titular del bloque del FpV-PJ en la Cámara de Diputados, Agustín Rossi, indicó que el acuerdo «debe pasar por el Congreso» y señaló: “así lo indica nuestra Constitución Nacional en su artículo 75. Es de naturaleza económica y además introduce normas de jerarquía superior a la legislación nacional en ciertas materias”.

A su turno, el exministro de Economía del gobierno de Cristina y actual precandidato a gobernador bonaerense, Axel Kicillof, posteó en sus redes un artículo del sitio Cenital que hace una evaluación crítica del acuerdo para tratar de entender la “tragedia” que se acababa de anunciar.

Por último, desde el sector sindical, el secretario general del gremio de SMATA, Ricardo Pignanelli, evaluó que el entendimiento alcanzado en Bruselas es «el punto final de la industria».