Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
Strategic Culture Foundation
Fue bastante asombroso esta semana revisar las informaciones provenientes de Siria en el canal noticioso norteamericano CNN. El bombardeo de Estados Unidos contra un reducto del grupo terrorista Estado Islámico cerca de Baghouz en la frontera con Irak, fue presentado como una especie de heroica batalla final contra la agrupación terrorista.
La realidad invertida es un abrumador estudio de caso en el campo de la propaganda y del «manejo de la percepción» bajo el disfraz de «libertad de prensa».
Las informaciones son transmitidas por CNN desde el terreno por su corresponsal Ben Wedeman, ubicado en la provincia siria de Deir ez-Zor. En el fondo había signos evidentes, según el video, del lanzamiento de bombas incendiarias de fósforo blanco en apoyo a la ofensiva contra los militantes.
El lanzamiento indiscriminado de bombas de fósforo blanco es sin duda un crimen de guerra.
Sin embargo, los medios de prensa norteamericanos abiertamente publican esto como si se tratara de una legítima operación de guerra con el propósito de «derrotar al terrorismo».
Nada en el despacho de CNN sugería que algo ilegal habría acerca de la campaña militar de Estados Unidos. Por el contrario, los hechos fueron presentados como una valiente acción para «derrotar al Estado Islámico.
Existen varias razones para el por qué esta última operación militar de Estados Unidos en el oriente de Siria es preocupante, sobre todo debido al creciente número de civiles muertos a consecuencia de los ataques aéreos norteamericanos.
Para comenzar, la presencia militar de Estados Unidos en Siria es una grosera violación del derecho internacional. Estados Unidos carece de un mandato legal para estar en ese país, operando dentro de él desde el año 2015 con fuerzas terrestres y aéreas.
Segundo, bien documentado está que Washington ha estado de manera encubierta enviando ayuda militar a diferentes milicias anti gubernamentales, incluso a agrupaciones terroristas como el Estado Islámico en un esfuerzo por derrocar al gobierno sirio del presidente Bashar al-Assad. Esto ha sido ejecutado como parte de una guerra encubierta que dura ya ocho años y que es patrocinada por Washington y sus aliados para obtener un ilegal cambio de régimen en contra del gobierno soberano de Damasco.
El presidente Trump ha ordenado el retiro de Siria de las fuerzas militares de Estados Unidos.
Él dice que es el momento de «traer a nuestros muchachos» de vuelta a casa. Como si «nuestros muchachos» hubiesen desempeñado ahí un noble rol. La realidad es que las fuerzas norteamericanas en Siria constituyen un crimen de guerra. No deberían estar ahí.
De tal modo que los tardíos informes de prensa sobre fuerzas norteamericanas atacando a los remanentes del Estado Islámico en el oriente de Siria no son otra cosa –para decir lo menos—que son un tanto anómalos dado el sistemático apoyo encubierto que Washington ha estado brindado a una variedad de grupos terroristas yijadistas con el propósito de conseguir un cambio de régimen. Se trata de una agresión absolutamente criminal contra Siria.
Pero, esta última operación en el oriente de Siria es particularmente difícil de asimilar.
Ha sido el ejército sirio junto a fuerzas rusas, iraníes y del Hezbolah las que en su mayor parte han liberado a Siria de la plaga de agrupaciones terroristas islámicas que cuenta con apoyo extranjero. La guerra en Siria ha sido ganada contra Estados Unidos y sus malignos y criminales socios y no como los medios norteamericanos quisieran hacernos creer –debido a los «heroicos esfuerzos» de Washington.
Últimamente, los medios occidentales de prensa se han enfocado en un pequeño bolsón de resistentes del Estado Islámico en el oriente de Siria como si Estados Unidos fuera el libertador del país árabe –país que Washington y sus aliados de la OTAN han infiltrado con yijadistas para provocar un criminal cambio de régimen.
La cobertura de CNN de esta semana fue particularmente perversa. Ben Wedeman y su equipo mostraron a fuerzas militares norteamericanas lanzando bombas incendiarias de fósforo blanco –que están prohibidas—en áreas civiles en el oriente de Siria en nombre de la «lucha contra el terrorismo».
La información de CNN no contenía ni la más leve insinuación que semejantes acciones militares constituyen groseros crímenes de guerra. Toda la presencia militar norteamericana en Siria es aún una mayor violación del derecho internacional. La «normalización» de tales violaciones y crímenes de guerra de parte de la prensa norteamericana en tiempo real, ilustra cómo esos supuestos canales noticiosos no son otra cosa que un brazo propagandístico al servicio del tráfico de guerra imperialista de Washington.
Esta banal «normalización» de parte de los medios noticiosos de Estados Unidos de lo que debería ser considerado como devastadores crímenes de guerra es algo para tener presente y si no es así, para ser vomitado.
Las fuerzas norteamericanas en Siria han asesinado a miles de civiles. Su última operación para «liberar» la región oriental de los yijadistas que fueron infiltrados –en primer lugar—ha causado solo esta semana docenas de civiles muertos a causa de los ataques de Estados Unidos. Se trata de un repugnante recordatorio del horror que los ataques aéreos norteamericanos infligieron en la ciudad siria de Raqqa la cual fue arrasada el año 2017 por bombardeos norteamericanos.
El matadero, en lo que Siria ha sido convertida, es consecuencia directa de las maquinaciones norteamericanas para conseguir el cambio de régimen. Y aun así, los medios de prensa norteamericanos informan sobre un microcosmos de horror pretendiendo sugerir que las fuerzas de Estados Unidos son de algún modo libertadoras. ¡ Qué grotesco !
Semejante y obscena distorsión es en parte el por qué a Washington se le permite continuar con sus criminales guerras en otras partes del mundo. Se debe a que los medios de prensa del país blanquean los crímenes de guerra en tiempo real y CNN tiene la desvergonzada audacia de llamar «periodismo» a su propaganda de guerra.
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