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La sonda espacial InSight, lanzada desde la Tierra el pasado 5 de mayo en el marco del programa Discovery de la NASA, se ha aterrizado en la superficie de Marte este lunes tras haber realizado un viaje de 480 millones de kilómetros en el espacio.

El dispositivo, cuyo objetivo es estudiar el interior de Marte, debió atravesar la atmósfera marciana y tratar de colocar el aterrizador, equipado con instrumentos avanzados, en la superficie del planeta rojo en cuestión de minutos.

InSight amartizó a unos ocho kilómetros por hora, después de que activara la frenada a 125 kilómetros de la superficie del planeta rojo, cuando se desplazaba a una velocidad de 20.000 kilómetros por hora.

Este proceso ha sido apodado como «los seis minutos de terror», debido a que la sonda tuvo que realizar una serie de tareas complicadas y sus controladores no lo pudieron ver en tiempo real. Debido al retraso en la señal de transmisión de la sonda, los especialistas se enteraron de si el aterrizaje tuvo éxito solo después del mismo.

Otro reto para la sonda InSight son las tormentas de polvo que actualmente hay en Marte, aunque la NASA afirma que la sonda está preparada para tales condiciones.

InSight es el cuarto módulo de aterrizaje lanzado por la NASA que aterriza con éxito en la superficie de Marte en los últimos veinte años.

El módulo ya ha empezado enviar imágenes desde el Marte, según lo anunció la NASA en su cuenta de Twitter.

Detalles de la misión

Durante dos años, la estación —que cuenta con un sismómetro a bordo— estudiará la estructura interna del planeta, registrando la actividad sismológica del planeta, y usando sondas para investigar los flujos de calor.

«InSight será la primera misión en la que un aparato recoge instrumentos de la cubierta del módulo y los coloca en la superficie del Marte«, recalca Jaime Singer, responsable principal para el sistema de despliegue de instrumentos del módulo. La experta compara esta tecnología con «la garra de la máquina de los peluches», explicando que el aparato funcionará de la misma forma, automáticamente, pero sin «palanca de mando».

El módulo fijará un sismómetro en la superficie y lo cubrirá con un escudo termal para proteger el instrumento de factores externos. Asimismo, el dispositivo taladrará el suelo para investigar y medir los flujos de calor.