Sofia Solari.– Además de ser mujer y militante comunista, usted es periodista. ¿Qué análisis podría hacer del papel de los medios en las elecciones?
Manuela d’Ávila.- Creo que es correcto pensar que llegamos donde llegamos teniendo en cuenta el papel de los medios, que se dedicaron siempre a desacreditar a la política y a afirmar que el neoliberalismo es la única salida a la crisis. Pero hay que tener en cuenta que en estas elecciones hubo un contra espacio que le ganó lugar a los medios tradicionales. Y ese contra espacio fueron las redes sociales e Internet, y eso es algo que tenemos que reflexionar. Bolsonaro, por ejemplo, no estuvo en ningún debate. Nosotros corremos un riesgo al pensar que Internet es solo una nueva plataforma, pero no es sólo eso. La tele sí es solo eso, es el espacio donde la gente ofrece una versión de la historia. Internet no. Internet es un espacio de organización y de presencia de la gente: la gente está ahí como en una asamblea popular permanente, habla, oye. Entonces creo que hay algo aquí que es más profundo y tiene que ver con cambios muy intensos para las nuevas generaciones que delinea un cambio en la forma de relacionarse en sociedad.
Sofia Solari.– ¿Cómo imagina los próximos años?
Manuela d’Ávila.- Lo que se viene en Brasil es duro. Serán años mucho más crueles y mucho más privatizadores que los que vivimos con Fernando Enrique Cardoso. Bolsonaro hará cosas que no hemos visto.
Sofia Solari.– Sin embargo no se puede saber mucho porque parece que Bolsonaro va improvisando sobre la marcha…
Manuela d’Ávila.- Se puede decir todo de Bolsonaro excepto que mintió porque casi nunca habló. Nadie sabe bien lo que va a hacer porque no tiene una propuesta, no ha dicho nada, no participó de los debates. Y, cuando estaba participando, antes el atentado que sufrió, decía que no tenía planes todavía, que no entendía de economía porque no es economista y que no sabía que iba a hacer con salud. Bolsonaro es un tuit, no habla más de 140 caracteres.
Sofia Solari.– ¿Cuál cree que fue la principal debilidad del PT en estas elecciones?
Manuela d’Ávila.- Creo que nuestro principal error fue no poder establecer diálogos con la gente acerca de los motivos de la crisis económica o, por ejemplo, de la necesidad de identificar prácticas machistas y racistas para poder transformarlas. Es decir, creo que perdimos algunas batallas por el sentido. Y por eso nos confiamos, por ejemplo, que el disparata de las fake news nadie lo iba a creer, y no fue así.
Sofia Solari.– Una de las primeras cosas que hizo Bolsonaro fue nombrar al juez Sérgio Moro como ministro de Justicia. ¿Se constatan las prácticas de Lawfare?
Manuela d’Ávila.- Creo que eso es lo más fácil de entender dentro de lo que fueron estas elecciones. Sin embargo, lo alarmante es el cinismo explícito en este nombramiento. Por que Moro –perteneciendo al poder judicial y teniendo la obligación de garantizar justicia en Brasil– afirma que actuó en función de intereses políticos y no parece problematizar eso.
Sofia Solari.– Además, Bolsonaro regresó a los militares a la cartera de defensa, perdiendo el control civil en esa área. ¿Qué riesgo ve ahí?
Manuela d’Ávila.- Si bien nosotros habíamos logrado que los comandantes de Defensa fueran civiles y ahora no lo serán más, creo que el punto central no está sólo en eso. Yo creo que las amenazas a la democracia hoy son más complejas de imaginar, y ahí pienso en el golpe judicial que tuvimos sin la necesidad de utilizar las fuerzas militares. Por ejemplo, creo que Bolsonaro puede tener cosas más autoritarias y a su vez mantener la normalidad con los militares. Además creo que los militares van a tener grandes contradicciones con el nuevo presidente en cuanto a las cuestiones nacionales, por ejemplo con la frontera de Venezuela –porque los militares saben lo que implica un enfrentamiento ahí– o cuando se lleven a cabo las privatizaciones.
Sofia Solari.– ¿Qué se lleva del foro de Clacso?
Manuela d’Ávila.- La esperanza de ver que espacios como este sirven para reflexionar y más que eso, porque, como decía Marx, reflexionar es cambiar la realidad.