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AFP / Sergio LIMA La diputada Tereza Cristina da Costa, futura ministra de Agricultura del presidente electo de Brasil Jair Bolsonaro

La jefa de la bancada del agronegocio en la Cámara de Diputados, Tereza Cristina da Costa, será ministra de Agricultura de Jair Bolsonaro, embanderado con las causas de ese sector motor de la economía brasileña frente a sus tradicionales «enemigos»: los ambientalistas «radicales» y las invasiones de los sin tierra.

Costa, una agrónoma de 63 años, declaró su apoyo al candidato ultraderechista durante la campaña, junto a una bancada que abandonó a un candidato de la derecha tradicional al ver que Bolsonaro despegaba en las encuestas.

El viraje no fue difícil, dado que ya en su programa el excapitán del Ejército respaldaba reivindicaciones de siempre de este sector, que según datos oficiales representa un 23,5% del PIB y un 44% de las exportaciones de la mayor economía latinoamericana.

«Históricamente, la bancada ruralista es muy activa, muy eficaz y hace avanzar [en el Congreso] su propia agenda de intereses», apunta el politólogo André César, de la consultora Hold de Brasilia.

Y ese poder, todo indica, tiene gran potencial de avanzar. El propio Bolsonaro ya señaló que buscaría el apoyo de grupos transpartidarios -como los ruralistas, los evangélicos o el lobby de la seguridad- para sortear las negociaciones con los desprestigiados partidos.

En las elecciones generales de octubre, que provocó la mayor renovación del Congreso en dos décadas, la bancada ruralista logró la reelección de apenas 99 de sus 218 diputados (de un total de 513).

Pero con el inicio del nuevo período legislativo, los sobrevivientes esperan que muchos de los nuevos congresistas adhieran a ese grupo de presión.

«Vamos a tener un ministerio de Agricultura mucho más fuerte por la convicción de nuestro gobernante [Jair Bolsonaro]. Él tiene una gratitud con el campo y eso nos va a ayudar», dijo al canal rural del sitio UOL el diputado Jerónimo Goergen tras la victoria de Bolsonaro.

Musa del veneno

Costa, oriunda del pujante estado agroganadero de Mato Grosso do Sul, se reunió con Bolsonaro el jueves en Brasilia y en declaraciones a la prensa se mostró abierta en algunos de los temas polémicos con los que tendrá que lidiar cuando asuma el cargo, el 1 de enero. Pero sin ceder terreno en las cuestiones de fondo.

Defendió en particular el trabajo de la comisión legislativa que bajo su dirección aprobó reglas para flexibilizar el registro de agrotóxicos, base del sistema de siembra directa que le ha permitido a Brasil volverse una potencia agrícola mundial.

La batalla por esa ley, que aún debe ser votada en el plenario, le valió a esta mujer de baja estatura, cabellos cortos y ojos sonrientes bajo unos lentes rojos de marco grueso el apodo de «Musa del veneno», según la prensa brasileña.

«A diferencia de lo que muchos dicen, la comisión especial trajo una modernización, dio al productor brasileño la opción de usar las mismas moléculas que en el exterior, con agilidad, transparencia y gobernanza», declaró.

Ahora, añadió, la prioridad será otro proyecto de ley que flexibiliza los procesos de licencias ambientales. De ese modo, se pretende dar «mayor celeridad» a la construcción de carreteras, obras de energía o saneamiento, dentro de las propiedades agropecuarias de Brasil.

Costa reforzó también sus posiciones sobre la demarcación de tierras indígenas y la ocupación de tierras por parte de movimientos campesinos, dos banderas asociadas a la izquierda, a las que Bolsonaro ha prometido poner fin en nombre del «progreso».

Aunque la futura ministra dijo que tiene «dudas» sobre la propuesta de Bolsonaro de catalogar como «terroristas» las ocupaciones llevadas a cabo por el Movimiento de trabajadores rurales Sin Tierra (MST).

 ‘Moderando’ a Bolsonaro

No fue la única ocasión en que los ruralistas actuaron ya como ‘moderadores’ de algunas de las propuestas más polémicas del presidente electo.

Así, Bolsonaro abandonó la idea de fusionar los ministerios de Agricultura y Medio Ambiente, aunque no por las protestas de los ambientalistas.

«Los propios ruralistas sugirieron que no era lo mejor, para evitar presiones internacionales, entre otras cosas, y yo dije que estoy pronto para dar marcha atrás», contó Bolsonaro.

Y Costa afirmó el jueves lo que Bolsonaro ha repetido hasta el cansancio: que quien asuma la cartera de Medio Ambiente no será un «radical» de la causa.

«Tiene que ser un perfil como el gobierno quiere. Que acabe con la industria de las multas [ambientales], sin sesgo ideológico, altamente técnico», afirmó.

Los exportadores agropecuarios expresaron además sus temores de que los mercados de Medio Oriente se cierren a sus carnes, si Bolsonaro cumple su promesa de trasladar la embajada brasileña en Israel de Tel Aviv a Jerusalén.