Te explicamos cómo la red social recolecta información de los internautas y elabora perfiles precisos basados en los datos que estos mismos le proporcionan.

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Los usuarios de Facebook notan cada vez con más frecuencia que los anuncios que aparecen mientras navegas en la red social no sólo tienen que ver con tus últimas búsquedas en Internet o se ajustan demasiado bien a tu perfil y a tus intereses, sino que parecen tener relación con tu vida cotidiana, con los últimos establecimientos comerciales en los que has estado últimamente o incluso con tus conversaciones recientes. ¿Qué esta pasando?

Este impactante fenómeno ha hecho aflorar entre los usuarios la sospecha de que Facebook puede incluso escuchar nuestras conversaciones a través de los micrófonos de nuestros dispositivos, cobrando fuerza la leyenda urbana de que, efectivamente, lo hace, aunque lo cierto es que ni tiene la tecnología para analizar los audios de sus millones de usuarios… ni necesita hacerlo.

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La configuración de sus algoritmos y la información que vamos suministrando con nuestro uso cotidiano de la red social bastan para elaborar parámetros de altísima precisión sobre nuestros intereses, nuestros hábitos de consumo y nuestras potenciales intenciones de compra.

¿Qué le contamos a Facebook?

En general, los ‘amigos’ que tenemos como contactos, los ‘post’ o las páginas a los que damos un ‘me gusta‘, las palabras que utilizamos con más frecuencia, las horas del día en las que nos conectamos, y los contenidos de aquello que más visitamos en Facebook, componen, con el paso de los días y de los años, una imagen ciertamente fiable de nuestros probable perfil.

El nivel aproximado de ingresos, nuestras inclinaciones políticas o nuestros hábitos de consumo son características que pueden deducirse tras un tratamiento más o menos sofisticado de la gran cantidad de datos que se desprenden de nuestro uso.

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Pero, además, existen otros mecanismos que permiten a esta red social obtener una gran cantidad de información comercialmente útil sobre nosotros.

Cada vez que, por ejemplo, hacemos pagos electrónicos en algún sitio web en el que previamente nos hemos abierto una cuenta de usuario que requiere nuestra dirección de email, Facebook tiene acceso a esa información.

Además, Facebook puede saber con bastante precisión dónde estamos, no solo gracias a la localización por GPS de nuestros dispositivos móviles, sino a través de las direcciones IP que usamos o los puntos de acceso a los que nos conectamos.

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Asimismo, las aplicaciones que se conectan a Facebook son también una importante fuente de información para el gigante azul. Por ejemplo, si nos bajamos una aplicación sobre catalogación de vinos, es muy probable que en poco tiempo aparezca en Facebook publicidad relacionada con el mundo de los vinos, de comercios especializados del sector o de viajes con rutas enológicas.

Facebook logra así la elaboración de un perfil preciso de cada usuario, lo que interesa especialmente a los anunciantes que quieren optimizar su publicidad a la hora de dirigirla con más garantías de impacto.

¿Y si ni siquiera soy usuario de Facebook?

El director de Gestión de Producto de Facebook, David Beser, aborda en el blog oficial de la red social una cuestión importante y no exenta de polémica: cómo se recolectan datos de usuarios que ni siquiera tienen cuenta en la red social.

«Cuando visitas una web o aplicación que utiliza nuestros servicios, nosotros recibimos la información aunque no estés logueado o tengas una cuenta de Facebook. Esto es así porque otras aplicaciones y webs no saben quién está utilizando Facebook», explica Baser, asegurando al mismo tiempo que se trata de una práctica común en este sector.

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La dirección IP, el sistema operativo y navegador que utilizan o las ‘cookies‘ generadas en cada sesión componen la mayor parte del conjunto de datos que Facebook guarda de estos «no-usuarios». De esta forma queda informado de quépáginas han visitado y durante cuánto tiempo, de cuántos clics y en qué sitios han tenido lugar y, a partir de todo ello, puede elaborar un patrón sobre los posibles intereses de estas personas que no tienen cuenta en Facebook.

Además, hay otras vías por las que la compañía de Mark Zuckerberg puede ‘extender sus tentáculos’ fuera de los límites de su enorme comunidad virtual.

Por ejemplo, si un amigo o conocido nos tiene en su agenda, ya sea entre sus contactos de Google o del teléfono y, en determinado momento importa su lista de contactos a la aplicación móvil de Facebook, la red social se hace con esa información sobre nosotros. Y no lo oculta: cualquiera que consulte la opción ‘más información’ sobre el funcionamiento de la importación de contactos desde el teléfono o desde cualquier aplicación móvil, podrá leer un mensaje en el que se advierte explícitamente de que los datos de dichos contactos se almacenarán en los servidores de Facebook.

De hecho, ninguno de estos mecanismos descritos a través de los cuales Facebook recolecta y almacena nuestros datos son ilegales o están ocultos. Dicho de otra forma, su ‘espionaje’ no sólo es legal, sino perfectamente consentido por sus usuarios… y por los que no lo son.