Salvar a los tenedores de LEBACS (Letras del Banco Central, títulos de deuda a corto plazo que licita el Banco Central de la República Argentina, N. de E.), es el proyecto concentrado del FMI y el equipo de Macri. Es decir que, vía ajuste fondomonetarista, la mayoría de los argentinos, trabajadores y jubilados argentinos, pague a los bancos y grandes grupos financieros el tránsito incruento de la salida de las montañas de LEBACS, su transformación primero en pesos y luego en dólares hasta su fuga del sistema.
Mientras tanto el gobierno debe evitar el estallido -que convertiría a las LEBACS en papel picado- y administrar el tiempo que esta operatoria demore. A los tenedores el riesgo les será compensado con las tasas de interés más altas de la historia argentina y posiblemente del mundo. Ya atravesaron el 47% anual.El FMI, impedido estatutariamente de un uso de sus fondos que no fuere solventar la salida de una crisis del sistema (es decir del sistema financiero), aplicará 15.000 millones de dólares a ese fin en lo inmediato, vía Tesoro nacional que podrá entregárselos al Banco Central a cambio de los bonos intransferibles que este posee.
Este es el primer paso de la deslebaquización. Cuando la crisis comenzó a evidenciarse comenzó la dolarización de las carteras de los bancos, grupos financieros y grandes empresas (también muchos pequeños ahorristas) que abandonaron la moneda argentina ante los riesgos de lo que luego efectivamente sucedió. Pero las LEBACS dado su monto gigantesco quedaron en sus manos. Este riesgo afrontado a su pesar y por un mix de presiones y tasas efectivas absurdamente altas se sostuvo también por la promesa del gobierno de recurrir al FMI. Promesa cumplida. Lo que resta ahora es evitar el estallido prematuro, antes que se complete el tránsito de Lebacs a dólares fugables. Lo más sensato sería una resolución que convirtiera las LEBACS en bonos a ¿10, 20, 100 años? Lo más insensato e injusto es que los paguemos todos los que no nos hemos beneficiado con esta gigantesca bicicleta financiera a través de las medidas que viene a supervisar el FMI se descarguen sobre todo el pueblo argentino.
Parece que nadie quiere hablar de las LEBACS cuando la operatoria alrededor de ésta implica una maniobra similar a la que luego del 2001 hubo con la devaluación y la pesificación asimétrica que siguió al corralito. Hoy quienes pueden quedar en una especie de corralito son los tenedores de este siniestro monstruo que creó el “mejor equipo del siglo” y antes de arribar al destino prefijado que es la dolarización de nuestra economía y la liquidación de nuestra moneda es necesario ordenar sus cuentas.
La sujeción de Ecuador es un chiste y el nivel de la emergencia nacional está en relación a la magnitud internacional que tendrá el estallido de la burbuja en la Argentina. El “tequila” y la crisis griega son los parámetros que como efectos de “derrame” financiero y económico y de disciplinamiento político y social adquieren a escala mundial una dimensión superior e inusitada.
Por ello los fenómenos políticos que vivimos estos días, si carecen de la sustancia que contienen los debates actuales en el seno del poder real, resultan o incomprensibles o severamente deformados por una mentalidad que se ha quedado en el pasado, reciente por cierto de tan sólo meses atrás. Que si las elecciones del 2019, que si la amplitud del frente para derrotar al macrismo neoliberal, que si los traidores…
El fracaso reciente de la sesión en diputados que esperábamos cuestionara la potestad del Macri para firmar el acuerdo con el FMI, hizo que algunos creyeran que están sosteniendo a Macri cuando no, en realidad están peleando por ser ellos los sucesores de quienes ven ellos caer. Si la sesión se hubiere concretado exitosamente sólo el kirchnerismo y especialmente Cristina lo hubiera capitalizado y eso es lo que había que evitar. La ausencia es más contra Cristina que a favor de Macri porque ya lo que se está debatiendo es el plan B si Macri no logra contener la situación con o sin FMI. Y los Bancos y los grandes conglomerados financieros están pensando en quién garantiza esta suerte de “pesificación asimétrica” en defensa de sus dólares e intereses. Ni siquiera se convencen que el viejo “piloto de tormentas” y su adláter económico Lavagna estén jubilados. Con seguridad están escuchando fórmulas, maniobras posibles, pases mágicos de quienes hoy se candidatean y seguramente negocian ser los artífices de la transición que se viene. ¿Romper con el Fondo? ¿Pero a quién se le ocurre?