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La OTAN se prepara para llevar a cabo su ejercicio militar de mayor envergadura desde 2002. Se trata del Trident Juncture 2018, en el que participarán más de 40.000 efectivos de 30 países miembro y socios de la OTAN.
La fase principal del entrenamiento está previsto que se desarrolle entre el 25 de octubre y el 7 de noviembre, en Noruega y sus alrededores, con unas maniobras preliminares en las aguas frente a Islandia del 15 al 17 de octubre.
El objetivo del ejercicio pasa por proporcionar disuasión y defensa contra «cualquier amenaza, desde cualquier lugar y en cualquier momento», explicó esta semana a los periodistas en Bruselas el almirante de la Armada de EE.UU. James G. Foggo III, comandante del ejercicio.
El militar estadounidense aseguró que Trident Juncture demuestra que la OTAN está unida y lista para defenderse valiéndose de defensa colectiva. En este sentido, el escenario del ejercicio plantea una violación de la soberanía de un aliado de la OTAN, en este caso, Noruega.
Al mismo tiempo, el vicealmirante de la Armada noruega Ketil Olsen, representante militar de su país en el Comité Militar de la OTAN, precisó que, a día de hoy, no sienten «una amenaza real» para su país.
En este sentido, precisó que aunque Noruega es un país muy pequeño que vive al lado de un país muy grande, Rusia, ambos mantienen «una vecindad profesional», cooperan «muy bien en la frontera» y Oslo no percibe a Rusia como una amenaza.
Bajo el pretexto de disuadir a Moscú, la OTAN ha establecido en los últimos años bases militares permanentes en los tres países bálticos, Rumanía y Polonia, y ha llevado a cabo una serie de ejercicios militares masivos en la frontera con Rusia.
El canciller ruso, Serguéi Lavrov, ha condenado reiteradamente la acumulación de tropas cerca de las fronteras rusas. El pasado mes de febrero, el jefe de la diplomacia rusa dijo que Washington está utilizando una «amenaza imaginaria rusa» para garantizar su dominio sobre Europa.