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Página 12- Agencias

Las posibles intimidaciones autorizan a sospechar que Luiz Inácio Lula da Silva, de 72 años, quien ayer amaneció por primera vez en prisión, pueda ser objeto de una plan de coacción psicológica.

La presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, dijo que continuará la vigilia montada cerca de la Superintendencia de la Policía Federal (ver página 5) y que se solicitará ampliar la agenda de visitas para permitir la presencia de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados además de gobernadores.

Las condiciones de encarcelamiento también dejan margen para las dudas, ¿el ex mandatario está en una sala o una celda?

Desde que el juez Sergio Moro decretó su prisión, la cadena Globo comenzó a divulgar que iba a ser alojado en una “sala” de la Superintendencia dotada de “comodidades”. La noticia fue repetida con más insistencia el sábado por la noche cuando el líder petista se entregó después de que una multitud intentó contenerlo en el Sindicato de los Metalúrgicos en San Bernardo do Campo.

La foto del ex tornero mecánico cargado en andas en el cordón industrial paulista marcó un revés político para el juez federal de Curitiba Moro. Como también lo fue el discurso de 55 minutos con el que Lula se despidió de sus compañeros.

A partir de las 18.45 del sábado, cuando se inició su traslado, el canal de cable Globo News inició una cobertura en tiempo real siguiendo el convoy policial desde un helicóptero complementado por reporteros y analistas un tanto enfervorizados por el fin de la libertad del “reo”.

Cada vez que se mencionaba el lugar donde iba a ser encerrado se subrayaba: “es una una sala no es una celda”.

En un comunicado el propio Moro aseguró que a Lula se le concedió una “especie de Sala de Estado mayor” como corresponde a la “dignidad del cargo ocupado”.

La realidad parece contradecir esas afirmaciones.

El cubículo donde amaneció ayer Lula tiene quince metros cuadrados, con ducha e inodoro, se encuentra en el cuarto y último piso de la Superintendencia y cuenta con una ventana que da al interior del predio.

El régimen de reclusión determinó que no podrá mantener contacto con los otros 20 reclusos, se le permitirán dos horas de patio por día y una visita semanal de los familiares directos.

Ese régimen aplicado a Lula es el empleado para “maltratar” al interno dijo una fuente consultada por el bien informado sitio Diario Centro del Mundo. “Es prácticamente una solitaria”.

El aislamiento del petista es, según la versión Globo-Moro, una forma de garantizarle la seguridad.

El experto que habló a condición de anonimato sostuvo lo contrario: cuando un preso queda todo el día sin contacto con el resto de la población carcelaria está más expuesto a riesgos si alguien quiere afectarlo de diversas maneras.

El método Moro de maltratar a los imputados a través de intimidaciones o prisiones preventivas interminables que sólo expiran cuando se quiebran es una de las claves del éxito de Lava Jato que ante la falta de pruebas y documentos basó parte de sus sentencias en confesiones.

Uno de los “delatores premiados” que acusó a Lula por el departamento en el balneario paulista de Guarujá fue Leo Pineiro, de la constructora OAS, que en 2016 negó toda vinculación del ex presidente y en 2017, después de un año de encierro, revisó su confesión.

“Denunciamos la prisión política, injusta y arbitraria de Lula, de una lawfare (guerra judicial) que los golpistas intentan esconder. Lula es inocente”, dijo ayer Dilma Rousseff que esta semana realizará una gira por Estados Unidos y España donde va hablar de “la persecución” .

Lula arribó en un helicóptero a las 22.28 del sábado a la sede policial en un barrio del norte de Curitiba escoltado por agentes bien trajeados. “Lula ladrón, tu lugar es la prisión” conmemoró una nutrida barra de curitibanos cuando la aeronave comenzó a descender sobre el helipuerto de la federal. Las imágenes mostraban la displicencia (más bien camaradería) de la Policía Militarizada de Paraná ante el griterío superpuesto con la suelta de bengalas y petardos por parte de los indignados envueltos en banderas brasileñas y camisetas de la selección. A unas cuadras de allí otro grupo de igual extracción ideológica conversaba con agentes cerca de un camión sobre el cual había sido pintado el rostro de Sergio Moro, con un fondo verde y amarillo.

A la misma hora, cuando militantes del PT y organizaciones sociales soltaron fuegos artificiales para recibir al ex presidente, la Policía Federal primero y luego la del estado de Paraná dispararon balas de goma y gases lacrimógenos con un saldo de 9 heridos, entre ellos tres menores, con dos de los afectados trasladados a un hospital. Un vocero de las fuerzas de seguridad provinciales explicó que la represión se desató porque los lulistas se lanzaron contra el portón de la Superintendencia, versión desmentida horas más tarde por una señora que participó en la “vigilia” y habló ante los medios estaba junto al titular del PT paranaense Doctor Rosinha y ex diputado federal.

Con todo la intimidación policial en Paraná, donde hace dos semanas fue baleada una caravana lulista, no intimidó a los militantes que ayer arribaron desde otras ciudades para sumarse a la vigilia. “No vamos a dar un paso atrás”, prometió Gleisi Hoffmann