Agencias
El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), condenado en segunda instancia a doce años de prisión por corrupción, afirmó hoy que, si sus acusadores no presentan pruebas de los delitos que le atribuyen, «tendrán que considerarlo un preso político».
El ex jefe de Estado de nuevo atribuyó las investigaciones por corrupción en su contra y las sentencias desfavorables, a una persecución para impedir que, en su condición de líder indiscutible en las encuestas de intención de voto, gane las elecciones presidenciales de octubre próximo.