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En el Foro Económico Mundial una nueva elite burguesa, ya no solo europea, sino mundial, se reúne en Davos para celebrarse a sí misma, sus realizaciones y su visión del mundo.
La pequeña aldea de Davos en Suiza, mucho antes de volverse célebre por hospedar el Foro Económico Mundial, ya era internacionalmente conocida a través de la novela «La Montaña Mágica» de Thomas Mann, publicada en 1924 e inmediatamente reconocida como una de las grandes obras literarias del siglo XX.
En «La Montaña Mágica», Thomas Mann sitúa en Davos el sanatorio Berghof donde, en la novela, la elite de la burguesía europea del inicio del siglo XX busca la cura para sus enfermedades pulmonares, principalmente la tuberculosis. En esta obra compleja, Thomas Mann retrata una burguesía enferma que, en Davos, progresivamente pierde el contacto con la realidad de la «vida en la planicie», la vida real. El «encanto» de la vida en la «Montaña Mágica» es roto, al final de la novela, por la irrupción de la Primera Guerra Mundial. Thomas Mann muestra que fueron la irresponsabilidad y la alienación de la burguesía de la época, aislada, distante y protegida en la «Montaña Mágica», las que causaron la guerra.
En el Foro Económico Mundial una nueva elite burguesa, ya no solo europea, sino mundial, se reúne en Davos para celebrarse a sí misma, sus realizaciones y su visión del mundo. El Foro es otro sanatorio Berghof para acoger a la elite del capitalismo internacional que sufre esa enfermedad mental llamada neoliberalismo. Exactamente como los personajes de Thomas Mann en la «Montaña Mágica», los participantes del Foro Económico Mundial también perdieron todo el contacto con la «vida en la planicie», con la realidad de la creciente desigualdad económica mundial y su consecuente devastación social y ambiental. En Davos se defiende – claro síntoma de enfermedad mental – que cabe fundamentalmente al mercado no solamente encontrar las soluciones para los diversos problemas actuales, sino organizar las bases mismas de la sociedad en el siglo XXI, reduciendo el Estado a un papel meramente administrativo.
El Presidente Temer no podía dejar de participar en este evento, al final fue con el apoyo de gran parte de la elite internacional que se encuentra anualmente en Davos que fue posible realizar en Brasil el golpe que lo llevó al poder. La participación de Temer en el evento oficial fue tímida, se resume a una única conferencia de menos de 20 minutos en un auditorio donde, debido a la poca audiencia, colocaron biombos que trataban de esconder las sillas vacías. La frase fundamental y reveladora del discurso de Temer fue:
«Hoy, los principales actores políticos y económicos de Brasil convergen en que no hay alternativa a la agenda de reformas que estamos promoviendo» (subrayado mío).
«No hay alternativa» es la famosa frase dicha por Margaret Thatcher al promover la privatización de gran parte del sector público del Reino Unido, incluyendo las empresas públicas de agua y saneamiento. Hoy, la mayoría de la población del Reino Unido quiere la nacionalización de los servicios privatizados en la era Thatcher, principalmente los de agua. Las asociaciones público-privadas introducidas por el gobierno Thatcher se revelaron un desastre.
Lo que Temer denomina «reformas» son su programa de privatizaciones, complementado por medidas que procuran eliminar todas las barreras a la expansión del capital, sean ellas leyes de protección ambiental o derechos de los trabajadores. Como programa político estas «reformas» no tienen – ni podrían tener – ningún apoyo de la población y por eso deben ser presentadas como una inevitabilidad histórica – «no hay alternativas».
Con algunas décadas de atraso, la frase de Temer revela no apenas su filiación al neoliberalismo de la era Thatcher, sino también algo aún más perturbador. Irónicamente, el discurso de Temer fue realizado el mismo día en que el ex presidente Lula fue condenado por 3 votos a 0 en el TRF4 [corte regional de segunda instancia que juzgo la apelación]. Al afirmar que «los principales atores políticos y económicos» en Brasil convergen en que «no hay alternativa», parece que Temer ya sabía que el tribunal en Porto Alegre se encargaría de acabar con la única alternativa viable para las próximas elecciones. En su discurso Temer fue bien claro en cuanto a este punto. La siguiente frase del discurso fue:
«El espacio para una vuelta atrás es virtualmente inexistente» (subrayados míos). Es preciso leer este discurso a la luz de esta condena del ex presidente Lula para comprender la amplitud del golpe y el poder REAL tras él. Por ser fundamentalmente antidemocrático, el neoliberalismo solo se puede mantener por medio de mentiras o de violencia. El Foro Económico Mundial forma parte de toda una estrategia global de construcción de una realidad virtual – una mentira – en la cual el neoliberalismo es presentado como el único modelo «racional» y «eficiente» de organización económica.
Pero como en todo el mundo aumentan las contradicciones entre las promesas neoliberales y la realidad, la mentira neoliberal se sustenta cada vez con más dificultad. Es en este punto que entra la violencia, física o simbólica, como contraparte de las mentiras necesarias para mantener la ideología neoliberal. El discurso de Temer en Davos expresó su completa adhesión a los objetivos del neoliberalismo – lo que ya sabemos – pero aún más, su discurso reveló, para alivio de la elite económica en Davos, que en Brasil hay poderes organizados capaces de utilizar diversas formas de violencia para sostener su gobierno y sus propuestas, eliminando la posibilidad de cualquier alternativa.
Extrañamente, el segundo evento oficial anunciado por el Foro en que el presidente Temer participaría – un debate público con la participación del Alcalde de São Paulo João Dória, del Presidente de Bradesco, del CEO del Itaú-Unibanco y del CEO de la Nestlé Paul Bulcke – desapareció de la agenda del Foro.
Pero en un evento fuera del programa oficial, una cena exclusiva para invitados donde Temer hizo la apertura del panel «Dando Forma a la Nueva Narrativa Brasileña», el CEO de la Nestlé estaba entre los invitados, como informó al periódico Folha de São Paulo.
Todo indica que decidieron que el presidente Temer y el CEO de Nestlé no deberían aparecer juntos en público. A fin de cuentas, Nestlé es bien conocida por su apoyo a la privatización del agua y es de conocimiento público que ya existen negociaciones sobre este tema entre la empresa y el presidente Temer. El rechazo de la mayoría de la población brasileña a la privatización del agua parece haber influido en volver más discreto el encuentro entre Temer y el CEO de la Nestlé en Davos.
La agenda de Temer en Davos, sin embargo, revela la importancia del tema agua: Temer tuvo encuentros privados con el Presidente Global de la Ambev, Carlos Brito y con el CEO de la Coca-Cola, James Quincey. Temer también se reunió con el CEO de la Dow Chemical, Andrew Liveris. El agua es la principal materia prima utilizada por la Coca-Cola y por la Ambev. Y «por coincidencia», Andrew Liveris forma parte del «Governing Council» [Consejo Gubernativo] del Water Resources Group –WRG – la iniciativa de la Nestlé, Coca-Cola y Pepsi para privatizar el agua a través de asociaciones público-privadas. En el site oficial del WRG, Andrew Liveris aparece al lado del ex-CEO de la Coca-Cola Muhtar Kent – otro miembro del «Governing Council» del WRG (https://www.2030wrg.org/who-we-are/governance/).
La Directora de Comercio y Política de Inversiones de la Dow Chemical, Lisa Schroeter, aparece como miembro del «Steering Board» [Consejo Directivo] del WRG, junto con Dominic Waughray, que también es miembro del Comité Ejecutivo del propio Foro Económico Mundial.
La Ambev es parte de la AB InBev, grupo que compró a su gran rival SABMiller por 107 mil millones de dólares en una mega fusión que concentró aún más el mercado de las grandes empresas embotelladoras de agua, cerveza y refrescos. La SABMiller es una de las empresas fundadoras del WRG. El mayor accionista individual del grupo AB InBev, es el brasileño radicado en Suiza, Jorge Paulo Lemann.
El tema agua parece haber sido parte de la agenda del Alcalde de São Paulo João Dória en Davos. El no solo tuvo un encuentro con Carlos Brito, Presidente de la Ambev, sino también con la CEO de la Pepsi, Indra Nooyi, que, por cierto, también es miembro del «Governing Council» del WRG.
Nestlé, Coca-Cola, Pepsi, Ambev, Dow Chemical, WRG, toda esta red de relaciones en torno del Foro Económico Mundial revela como el big business se organiza para promover y ejecutar su agenda de apropiación de las riquezas del planeta.
Temer y gran parte de los que fueron con él, como la Senadora Marta Suplicy y el Deputado Beto Mansur, estuvieron hospedados del hotel Park Hyatt en Zúrich. Según información del hotel, el costo diario de la suite presidencial –que sería la elección lógica para el hospedaje de Temer– en este período es de 5.220 francos suizos, cerca de US $ 5.570. O sea, lo que fue probablemente gastado en UN DIA de hotel equivale a lo que, a un trabajador que percibe el salario mínimo en Brasil, le toma casi un año y medio ganar.
A través de este simple dato entramos en el mundo de la «Montaña Mágica». Como podemos imaginar, este tipo de viaje comporta muchos otros gastos, como seguridad, viáticos de personal militar y diplomático, aviones, alquiler de transporte terrestre local, de salas, traducción, etc. No creo que el Palacio de Planalto hará público el total de personas y de gastos involucrados en este paseo de Temer por Suiza.
La concentración de riqueza y de poder político en las manos de menos de 1% de la población, el grupo representado por el Foro Económico Mundial, en su búsqueda patológica de más y más ganancias, solo puede causar más conflictos, destrucción del tejido social y del medio ambiente. Thomas Mann ya había alertado: la «Montaña Mágica» termina con la Primera Guerra Mundial. Nos cabe cambiar este final.