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El Pentágono ha asignado 40 millones de dólares para la lucha contra la propaganda extranjera, algo que los politólogos tachan de «una herramienta conveniente para Washington» con el fin de resolver problemas internos y externos.
Este lunes, el Pentágono y el Departamento de Estado de EE.UU. firmaron un acuerdo, en el marco del cual este último organismo gubernamental recibirá 40 millones de dólares para «oponerse a la propaganda y la desinformación».
«Esta financiación es fundamental para garantizar que continuemos dando una respuesta agresiva a la influencia maligna y la desinformación, y que podamos aprovechar una cooperación más profunda con nuestros aliados, Silicon Valley, y otros socios en esta lucha», comentó el acuerdo el subsecretario de Estado de EE.UU., Steve Goldstein. «No simplemente debemos tomar una postura
Propaganda extranjera, una herramienta de la política interna
«El proyecto se está creando adjunto al Pentágono porque los estadounidenses en su nueva estrategia [de seguridad] decidieron que contra ellos se está llevando a cabo una guerra de información híbrida, es decir, de propaganda extranjera, que representa una amenaza para la seguridad nacional. Y si hay una amenaza, entonces el Pentágono debe ocuparse de ella», ha dicho Areg Galstián, politólogo especializado en EE.UU., en declaraciones a RT acerca del acuerdo recién firmado.
«Al crear este proyecto, los políticos [estadounidenses] se guían no tanto por la lógica como por la creencia de que sus intereses nacionales y su autoestima se ven afectados. Y qué países incluir [en la lista de los desinformadores], quién va a responder por ello, no es la pregunta principal. Por eso, la definición de la ‘propaganda extranjera’ es tan difusa», ha aseverado el experto.
La ‘injerencia rusa’ le viene de perlas a EE.UU.
El politólogo ha llamado la atención sobre el hecho de que el factor de una supuesta ‘injerencia rusa’ «es bastante conveniente para EE.UU. y le permite resolver una amplia gama de problemas internos y externos».
«La política estadounidense, sin duda, es hipócrita y tiene dobles estándares. Aquí todo se reduce a si el Estado tiene ciertos recursos para hacer lo que necesita. EE.UU. en este caso dice: «Podemos hacerlo, luego lo haremos». El factor ruso se convirtió para EE.UU. en un factor interno. La amenaza rusa se impone absolutamente en todo, y esta vez no es una excepción», ha concluido Galstián.