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Moody’s publica un informe en el que avisa del riesgo de que la calificación de crédito de EEUU sufra presión a la baja debida a un deterioro fiscal significativo, fruto de las dimensiones gigantescas de su deuda y de la irresponsabilidad de sus políticos para con los presupuestos. El popular analista financiero Iván Danílov.

«Moody’s —una de las agencias de calificación de riesgo con más presencia internacional— siempre se ha diferenciado del resto por su inquebrantable lealtad a los intereses nacionales de Estados Unidos y a la estabilidad económica estadounidense y, aun así, últimamente ha estado destacando por sus opiniones políticamente incorrectas (…) El cariz negativo de sus comentarios a propósito del panorama que afronta la economía estadounidense demuestra que el relato que se ha generalizado sobre la estabilidad y la invulnerabilidad financiera de EEUU debería ser revisado», advierte Danílov.

De hecho, la versión que barajan los analistas estadounidenses es la de que el país conserva a estas alturas su buena calificación crediticia gracias a los privilegios económicos que Washington recibió tras ganar la II Guerra Mundial y la Guerra Fría. «Sí, la economía de EEUU es rica y está muy diversificada; eso es una realidad», dice el analista ruso.

Sin embargo, incluso una economía tan próspera no será capaz de soportar, durante mucho tiempo, una deuda tan descomunal como la que está arrastrando Estados Unidos. Por ahora, el secreto de su estabilidad está en el estatus privilegiado del que goza la moneda estadounidense.

«El papel del dólar estadounidense en los mercados financieros internacionales y el calado y la liquidez del mercado de la deuda norteamericano hacen que se esfume cualquier riesgo que afecte a la capacidad de que el Gobierno se financie y a las balanzas del Estado (…) Estos factores protegen a Estados Unidos de las turbulencias del exterior», subrayan los expertos de Moody’s.

«Lo que está diciendo una de las mayores agencias de calificación occidentales» es que una parte importante de la prosperidad crediticia estadounidense no se debe al mérito ni a la eficiencia de la economía del país, sino al estatus especial del dólar en el sistema financiero mundial», señala Danílov. «El dólar ocupa el lugar de las monedas nacionales de otros países y reduce la presencia de estas en el mercado internacional», añade.

Recuerda las palabras del secretario del Tesoro estadounidense durante la Administración Nixon, John Connally: «el dólar es nuestra moneda y vuestro problema». Un problema que crea las condiciones necesarias para que EEUU aumente su deuda por encima de unos niveles a los que cualquier Estado del mundo se habría arruinado ya, explica.

Del castillo de naipes sobre el que se sustenta la economía estadounidense se extrae que cualquier acción de cualquier Estado como —China o Rusia—encaminada a ‘desdolarizar’ el sistema financiero mundial es una amenaza en la línea de flotación de la estabilidad económica estadounidense.

«Ya se está criticando el comerciar petróleo con yuanes, con rublos y con oro. Es evidente que la ‘desdolarización’ no hará que EEUU caiga en suspensión de pagos. Pero si el país se ve obligado a pagar gran parte de su deuda y, a la vez, caen la demanda de bonos estadounidenses y el dólar en general, [Washington] se verá obligado a imprimir billetes y hará que su economía entre en un colapso por hiperinflación, concluye.