Humberto Gómez García
La locura capitalista se desató de manera irracional, desproporcionada y desesperada en Venezuela como parte de la estrategia imperial de derrocar la Revolución producto de las derrotas políticas, con el aumento gigantesco y sostenido de los precios de absolutamente todos los productos de consumos masivo. Nunca antes se había visto un esfuerzo tan cruel y criminal permanente, sostenido, una estrategia de guerra económica para golpear un pueblo y una nación entera como la que estamos viviendo.
Desde la llegada misma del camarada Nicolás Maduro al poder a escasos meses de la muerte del Comandante Supremo Hugo Chávez. Con todo y lo que ese hecho infausto significó para una nación llena de esperanzas y en la conciencia de clase, de Patria, que creció geométricamente durante los 14 años que duró el gobierno del líder supremo de la Revolución Bolivariana gracias a sus infinitas enseñanzas, no cesaron las agresiones del enemigo de la nación/pueblo, el imperialismo norteamericano y sus nefastos, asesinos y fascistas gobiernos y sus vasallos internos de la extrema derecha fascista.
La nueva estrategia se centró, entonces, en la guerra económica, en «hacer chirriar la economía» como planteó ese nefasto y siniestro personaje yanqui que se llama Henry Kissinger para buscar el derrocamiento del presidente socialista Salvador Allende. Eso es lo que se planteó la oligarbuerguesía desde aquel triunfo electoral chavista sin tomar en cuenta que esa clase –en sus diversos estamentos, grupos y sub grupos– estaba, y está, en un proceso de descomposición económica, política, ideológica que avanzaba aceleradamente hacia el fascismo –la etapa superior de su derrumbe social– como quedó demostrado en los diferentes experimentos de las guarimbas terroristas –2014, 2017 y otros–.
Un hecho notorio de esa cruel política burguesa/imperialista es que previa, durante y después de los procesos electorales los precios de los productos suben estratosféricamente. Sin el menor rubor, insensiblemente, carentes de ética, sin moral alguna el empresariado fedecamarista y de todas las organizaciones de propietarios y explotadores «venezolanos» y extranjeros, utilizan sin ninguna objetividad, como si estuvieran en un campo de batalla y le ordenan a la artillería atacar sin cesar al aparentemente indefenso enemigo que es el pueblo. Así se producen alzas tras alzas diariamente en todos los productos, por irracionales y absurdos que estos sean. Un día la carne está a 20 mil, el otro a 30 mil hasta llegar un kilo de carne de primera, segunda o tercera por encima de los 70 mil, porque en las alzas de los tipos de carne no discriminan, para los carniceros todas son iguales, violentándose la clasificación por cortes y tipo que siempre ha existido.
¿Pero por qué se producen esas alzas, esas ofensiva desesperadas del capital ante las evidentes y reiteradas derrotas políticas no sólo de la derecha política sino del mismísimo Donald Trump, de los empresarios, de la oligarquía burguesa, de los sectores imperiales?
Porque, a nuestro juicio ha faltado contundencia del movimiento popular, éste no ha diseñado una política que contemple los boicot, la acción de calle, para comenzar. Pero, a su vez, nuestro gobierno, el partido, han sido extremadamente lentos en responder la brutal, cruel y masiva ofensiva burguesa con los precios de todos los productos. Pareciera que el gobierno solo no puede abarcar el frente de batalla con los precios de los productos de primera necesidad en alza permanente y se hace necesario poner en manos del pueblo organizado la contraofensiva política, es decir, dar un paso más radical para enfrentar y vencer el amplio frente de guerra económica de las clases pudientes.
¿Cuándo se anunció que vendría el control de los 50 artículos de primera necesidad?
De eso ya hace más o menos un mes y no se ha producido, no ha habido el ansiado anuncio. El último aumento de salarios y la cesta ticket se evaporó, porque en la estrategia del golpe económico permanente del imperio y la oligarburguesía eso está contemplado, a cada aumento salarial decretado viene un aumento el doble o el triple de los precios, un juego macabro que indica que hay que cambiar la estrategia y tomar un conjunto de medidas mucho más radicales.
¿Qué indica, por ejemplo, el permanente anuncio de la captura e incautación de miles de millones de bolívares del nuevo cono monetario que hace regularmente el nuevo y eficaz Fiscal de la República?
Que a través de la banca privada –y en parte algunos funcionarios venales y corruptos de la banca pública– salen clandestinamente aquellas fabulosas masas de dinero hacia Colombia, porque nuestro billetes son un negocio redondo, sino que lo diga, por ejemplo, los banqueros suizos o brasileños o paraguayos y colombianos, norteamericanos incluso adonde fueron a parar miles de millones en billetes de cien bolívares, es decir, nuestros billetes vales dólares, valen oro. Colombia y su ejército de mafias y corruptos, paramilitares de todos los niveles, del presidente para abajo, son un tránsito y juegan un papel importante en este macabra entente anti venezolana. Nuestras fuerzas de seguridad atrapan los traficantes de nuestra moneda, ¿pero en qué porcentaje?, podemos suponer que pequeño porque los peces gordos que dirigen esa monstruosa operación son los banqueros, los Escotet de Banesco, en primer término, que calculan los riesgos y las llamadas pérdidas colaterales. La necesidad de nacionalizar la banca privada está que se cae de madura, ¿lo entiende así nuestro gobierno revolucionario o va a seguir permitiendo ese desangramiento?
Ante las medidas –tibias a nuestro juicio– contra algunas carnicerías y mataderos para frenar las brutales alzas de la carne, ¿qué hacen? Esconden la carne u otros productos. ¿Qué hacer, entonces?
Una contraofensiva en todos los frentes, «darle poder al pueblo» como decía el comandante eterno y avanzar en el proceso masivo de nacionalizaciones y confiscaciones de negocios, distribuidoras, transporte y pasarlas a los consejos comunales, a las comunas y otras organizaciones sociales que estén bien organizadas. Por parroquias, por municipios y Estados. El gobierno solo no puede enfrentar, como se dijo, esa nueva ofensiva de guerra. El cambio estratégico está en la calle, pero no sólo en la marcha callejera, ésta debe continuar, por supuesto, pero ahora la Revolución Bolivariana debe avanzar en un octubre rojo, tomar, como se dijo, toda empresa, comercio, servicio de transporte y distribución, grandes almacenes, silos, que están jugando a la desestabilización y tienen un rol específico en esta guerra, porque hay que entender que la clase comercial, financiera, desde los altos niveles fedecamaristas hasta los pequeños negocios, el lumpen del bachaquerismo incluido, forman un compacto frente anti nacional, anti popular y anti gubernamental.
El poder de la página de la Reserva Federal norteamericano, dólar today, está en que cuenta con un sólido bloque de clase burguesa con variados estratos, desde la rancia oligarquía, la clase media alta, media y baja incluso hasta la legión de desclasados que conforman el bachaquerismo. Una cosa los unifica: todos quieren hacerse ricos, millonarios de la noche a la mañana a costa del dolor y de la necesidad del pueblo. En su seno hay desde la más absoluta ignorancia política, una carencia total de conciencia no ya de clase, de patria incluso, del elemental nacionalismo que rechace las agresiones extranjeras, hasta los que utilizan los aumentos arbitrarios buscando desde un estallido social porque hay desesperación, hambre, angustia y derrocar al gobierno de Maduro, otros van más allá, buscan el poder para asesinar a todo lo que huela a chavismo, un monstruoso genocidio, ¿pruebas? Allí están las guarimbas terroristas de este año, de quemados vivos para abajo.
Es a ese frente al que nos estamos enfrentando y se lo derrota con múltiples políticas de fuerzas, desde cerrar la frontera con Colombia nuevamente, frenar el contrabando que se ha activado en gran escala con la complacencia de soldados y oficiales venales y corruptos, hasta nacionalizar la banca privada, confiscar y nacionalizar empresas, comercios, bienes, servicios, equipos, flotas de transporte. Eso no es nuevo ya hay empresas nacionalizadas.
No es suficiente haber ganado la asamblea nacional constituyente, las 18 gobernaciones, estimular las contradicciones en el seno del enemigo fascista y que se despedacen como lo están haciendo si no se controlan los alimentos, ese es nuestro flanco más débil, el talón de Aquiles por donde se pudiera ir la Revolución, por eso la ofensiva imperial/oligarca, porque nos saben débiles allí. No se puede dejar de implementar estas políticas o pereceremos.