Los inquilinos de la Casa Blanca tienen por costumbre “designar” en Latinoamérica o el mundo a un “destacado” personaje denominado palanganero, quien debe arrodillarse más que cualquiera, y sin disimularlo, ante las órdenes de Estados Unidos para servir a los intereses imperiales en la Patria Grande, y a nivel internacional.
Todo evidencia que el mandatario de Argentina, Mauricio Macri, ha sido “nombrado oficialmente” por el actual jefe del régimen norteamericano, Donald Trump, para ese “ilustre” puesto, el cual ya fue ocupado por varios políticos de nuestra región, y de otros lares.
Si alguien desconoce el significado en buen castellano de palanganero puede remitirse a un simple diccionario, o preguntarle al expresidente del gobierno español José María Aznar, quien fungió esa “función” de manera “impecable” cuando el emperador de Washington era George W. Bush.
Aznar fue incluso condecorado por Bush por su extrema sumisión a Estados Unidos, al punto de prestar sus servicios para reclutar como carne de cañón a jóvenes militares en Nuestra América con el propósito de usarlos en la sangrienta invasión a Iraq.
Los “méritos” del exgobernante español como palanganero han sido innumerables, entre los que figuran otro despreciable cuando se inmiscuyó directamente en el frustrado golpe de Estado al líder histórico de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, en abril de 2012.
Pero concentrémonos ahora de Argentina, desde donde casualmente el expresidente Carlos Menem hizo similares “tareas”, y terminó entre rejas, como de seguro le ocurrirá a Aznar más temprano que tarde, y al propio Macri en el futuro.
El ahora mandatario argentino no solo ha transformado su país en un verdadero manicomio para sus conciudadanos con la restauración del neoliberalismo salvaje, la represión y la vuelta a las desapariciones, sino también, ordenado por Washington, en punta de lanza del imperio contra la independencia, la paz y la integración de la Patria Grande.
Macri, en cumplimiento de las instrucciones de su amo, se entromete en los asuntos internos de naciones soberanas como Venezuela, desmoronó el Mercado Común del Sur (Mercosur), y pretende torpedear la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que aboga por el consenso a favor de la distensión y la unidad en la región.
Y como si fuera poco, ahora el ocupante de la Casa Rosada autorizó, con el respaldo del Senado, la llamada operación “Cormorán”, la cual da luz verde al despliegue de tropas estadounidenses en Argentina, al igual que a maniobras castrenses conjuntas en noviembre venidero, en las que estarán involucradas además fuerzas de Brasil, Chile y Uruguay.
Diversos medios de prensa han revelado que los efectivos norteamericanos serán ubicados en las bases aeronavales de las ciudades de Trelew, en la provincia sureña de Chubut, donde fue desaparecido el joven Santiago Maldonado, y Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, como también en zonas marítimas de la Patagonia.
Curiosamente, el nombre dado a la operación castrense, “Cormorán”, corresponde a la de un ave acuática de apetito voraz capaz de diezmar grandes bancos de peces en las costas americanas y asiáticas, y que produce un excremento altamente corrosivo y contaminante.
Nada más que decir entonces. Con certeza Macri es el “designado” nuevo palanganero de Washington, en este caso de Trump, y su clara “misión” es desestabilizar Nuestra América y transformarla en otra área de conflicto en beneficio de los intereses de dominación del imperio, contrario a la Proclama de Zona de Paz suscrita por los 33 estados miembros de la CELAC en su II Cumbre celebrada en La Habana, Cuba, en 2014.