Uno de los principales asuntos del Gobierno de Michel Temer es la entrega de los recursos naturales brasileños a grupos económicos nacionales y extranjeros. Recientemente, el Gobierno anunció la extinción de una de las reservas naturales del país, localizada en la región amazónica, la Reserva Nacional de Cobre y Asociados (Renca), lo que generó protestas y se consideró como el mayor ataque a la Amazonia en 50 años. Para João Pedro Stedile, el intento de privatizar las riquezas naturales del país, como el agua, el petróleo y los minerales es «una traición a la patria y al pueblo brasileño». En entrevista con Brasil de Fato, el líder del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) habló sobre los impactos de estas medidas para el pueblo brasileño.
Por otro lado, Brasil está entre los países del mundo con mayores riquezas naturales, con el presal [mayor yacimiento petrolífero marino del mundo, ubicado frente a las costas de Brasil], el agua, las tierras y los recursos minerales. Estes bienes deben ser explotados en provecho de todo el pueblo, está en la Constitución Brasileña. Sin embargo, los capitalistas saben que los bienes de la naturaleza no son frutos del trabajo, por lo tanto, cuando se los ponen en el mercado se vuelven mercancías que garantizan ganancias mayores que las ganancias de una fábrica o del comércio. Entonces las grandes empresas presionan al Gobierno para que este no explote a los bienes naturales en las empresas estatales, sino que lo explote a través del capital privado porque a ellos les interesan las ganancias.
Mariana Pitasse.- ¿Cuál es el rol del capital extranjero en este proceso?
João Pedro Stedile.- Todas las grandes empresas y todos los capitalistas intentan adueñarse de las riquezas naturales, pero las que tienen más fuerza son las empresas con capital extranjero. Por ejemplo, en el caso del presal la Petrobras salió e ingresaron seis empresas extranjeras, entre ellas, empresas estadounidenses y chinas. Si hablamos sobre el agua potable, quienes tienen el control son la Nestlé y la Coca-Coca. En el caso de la minería, todas son empresas extranjeras. Al Gobierno golpista le interesa entregar la mayor reserva nacional de cobre, la Renca, para una empresa canadiense. Lo que significa que la riqueza natural, que debería beneficiar a todo el pueblo, pasará a beneficiar solo una docena de capitalistas. Ahora piense en las consecuencias para la energía eléctrica. Se entrega a los extranjeros el control de nuestras energías, de las hidroeléctricas, de las tarifas de luz.
Mariana Pitasse.- ¿Las privatizaciones afectan la soberanía del país?
João Pedro Stedile.- Sí, está claro que la afectan. Anteriormente, los brasileños, el Gobierno o las empresas estatales controlaban el modo de explotación de las riquezas y el modo de inversión. En el caso de la ley del presal, habría que se invertir mitad de todas las ganancias en la educación, en la salud, en la ciencia y tecnología. Ahora, los extranjeros llevan el dinero a sus matrices. Nosotros, los brasileños, hemos perdido el control de nuestras mayores riquezas porque hemos perdido nuestra soberanía.
Mariana Pitasse.- ¿Cómo las privatizaciones afectan la vida del pueblo brasileño?
João Pedro Stedile.- Afecta a la vida de los brasileños de diversos modos, pero principalmente en el trabajo. Nuevamente el ejemplo del presal: anteriormente, la Petrobras producía el navío, la plataforma petrolífera, lo que generaba empleo e ingresos para los trabajadores, además de impuestos y regalías [royalties] en las ciudades en las que habían instalaciones. Ahora el dinero se va de Brasil, nosotros lo perdimos y este es uno de los motivos de la crisis financiera en Rio de Janeiro. Imagine usted lo que va a ocurrir tras la venta de las minas, de más tierras, lo que provocará desalojos, desempleo y problemas ambientales en las ciudades del interior. Fíjese: tras las privatizaciones de las hidroeléctricas, la tarifa de luz aumentará mucho y la pagará el pueblo brasileño. Lo que hace el Gobierno brasileño es una traición a la patria y al pueblo brasileño. Luego habrá un tribunal popular para juzgarlo y le cobraremos caro. Tengo la esperanza de que se derrote a los golpistas y se construya un nuevo gobierno democrático, comprometido con el pueblo. Los que intentan entregar en Brasil al capital extranjero se irán a la cárcel.
Mariana Pitasse.- Esta semana el general del Ejército, Antonio Hamilton, afirmó que para sus compañeros militares «si el poder judicial no solucionara los problemas políticos relacionados a la corrupción, se podría adoptar la intervención militar». ¿Cómo analiza la afirmación?
João Pedro Stedile.- La solución no es la toma del poder por los militares. Ellos tienen el derecho de protestar contra el Gobierno golpista, así como todos los ciudadanos brasileños. Pero no es lo que está ocurriendo. Lo que se ve es que la cúpula militar hace parte del golpismo. La solución es la democracia y no el retorno de la dictadura. Y la democracia se construye con el voto, con la consulta popular. En primer lugar, necesitamos que se convoque un plebiscito, que el pueblo vaya a las urnas decir si es favorable o contrario a la venta de la Petrobras, de Eletrobras, de nuestros recursos minerales, del agua. Para que las personas puedan explicitar si son favorables o contrarias a la reforma laboral y a la reforma de las pensiones. Si la mayoría del pueblo expresar su contrariedad, que se revoque todas las medidas de los golpistas. Segundo, que se convoque elecciones directas para elegir un nuevo gobierno. El pueblo tiene que decidir su futuro. Ellos, los empresarios y los golpistas, persiguen a Lula porque saben que Lula representa el pueblo, que Lula revocaría todas las medidas. De manera que a ellos no le gusta la idea de que Lula pueda presentarse como candidato.
Traducción: Luiza Mançano, para Brasil de Fato.