Wilkie Delgado Correa
Es hora de demostrarles que al pueblo se respeta y no se puede ir de cacería como si las calles de una ciudad fueran un bosque y la gente palomas que es lícito agredir y matar porque sí. Ya en el 2002 los vimos correr de Miraflores y de otras partes aquel glorioso 13 de abril. Ya es hora de cantar más contundentemente GLORIA AL BRAVO PUEBLO.
La burguesía, unida a la alta y mediana pequeño burguesía y otros sectores marginales, abroqueladas en su mayoría en un bando con signo opositor frente a la revolución bolivariana y su gobierno, en estos tiempos se coliga con todos los posibles factores enemigos internos, por ejemplo la alta jerarquía católica, de los cambios ocurridos en la sociedad venezolana y se encadenan estratégicamente a los factores y elementos gubernamentales e institucionales externos, bajo la batuta de los Estados Unidos, la OEA y la UE y algunos gobiernos.
Observando el comportamiento de las fuerzas a favor y en contra de la Revolución, con sus manifestaciones concretas de actos y expresiones de ideas, se constata la verdad innegable que encierra la frase de José Martí que reza así: “Los hombres van en dos bandos: los que aman y construyen y los que odian y deshacen”. Todo el mensaje de la oposición se ha expresado en formas distintas de odio, intolerancia y destrucción y muerte. Quienes defiendan esa actitud dentro de sus filas o fuera de ellas, arguyendo una razón u otra, llevan en sí una ruindad humana y una complicidad criminal que merecen no solo la condena moral sino también la condena penal.
Porque una cuadrilla de asalto enfurecida, organizada de ex profeso para atacar y matar personas, autoridades policiales y militares, instituciones de salud, infantiles, periodísticas, comerciales, almacenes, medios de transporte, bases militares, instituciones de los máximos poderes del Estado, no pueden ser tomados como patriotas honorables, ni libertadores dignos, ni angelicales enviados de Dios y de la oposición golpista, ni personajes a enaltecer por la prensa y por personeros de la política de otros países. Es criminal la defensa de los criminales y de sus múltiples variantes de actos criminales.
Al respecto vale la pena recordar las ideas expresadas por Fidel durante su visita a Chile durante el mandato de Salvador Allende:
“Y todos conocen la historia del fascismo en diversos países, en los países que fueron la cuna de ese movimiento, cómo surgieron; y cómo los privilegiados, los explotadores, cuando aun sus propias instituciones, inventadas y creadas por ellos para mantener el dominio de clase no les sirven, las destruyen ellos mismos. Inventan una legalidad, inventan una constitución, inventan un parlamento. Cuando digo inventan una constitución, digo: inventan una constitución burguesa, porque las revoluciones socialistas establecen sus propias constituciones y sus propias formas de democracia.
Pero, ¿qué hacen los explotadores cuando sus propias instituciones ya no les garantizan el dominio? ¿Cuál es su reacción cuando los mecanismos con que han contado históricamente para mantener su dominio les fracasan, les fallan? Sencillamente los destruyen. No hay nadie más anticonstitucional, más antilegal.”
“Porque es —como hemos dicho en otras ocasiones— que no son los revolucionarios los inventores de la violencia. Fue la sociedad de clases a lo largo de la historia la que creó, desarrolló e impuso su sistema siempre mediante la represión y la violencia. Los inventores de la violencia fueron en todas las épocas los reaccionarios.”
“Ahora, los revolucionarios son honrados, los revolucionarios son honestos, los revolucionarios no andan con mentiras, los revolucionarios no siembran el terror, no siembran la angustia ni inventan cosas truculentas y tenebrosas”.
“Ah!, pero los fascistas sí que no se detienen ante nada. Tratan de tocar cualquier sensibilidad, inventar la calumnia más increíble: tratan de sembrar el miedo, el temor, la intranquilidad en amplias zonas de las capas medias de la población: tratan de hacerles creer las cosas más inverosímiles: tratan de despertar los mayores temores en todos los órdenes. Tiene un objetivo: ganarse las capas medias. Algo más: utilizan los sentimientos más ruines y más bajos. El chovinismo —ese nacionalismo estrecho—, esos egoísmos, los tratan de desatar por todos los medios, ¡por todos los medios! El chovinismo, los egoísmos, las pasiones más bajas, los temores más infundados. No se detienen ante nada”.
La demostración de la certeza de esas ideas de Fidel ha sido evidente en muchas ocasiones, y ríos y mares de sangre han corrido del seno del pueblo ante la arremetida fascista. En Venezuela ya se constató en abril de 2002, durante el golpe de Estado efímero al presidente Hugo Chávez, como esa burguesía, en un solo día de euforia triunfalista y rencorosa, acabó con la actual constitución bolivariana al extremo de proclamar la extinción de todo el orden constitucional establecido y designar a todos los personeros de las instituciones del Estado. Pedro “el breve” fue esa excrescencia del poder de la burguesía reaccionaria y que sin duda, pasará a la historia porque de un solo plumazo, acabó con todo lo legislado, aprobado por una asamblea constituyente, y respaldado mediante elecciones con el voto mayoritario del pueblo venezolano. Ese episodio fascista, que no pudo desarrollar todos sus características violentas y sanguinarias gracias al triunfo del pueblo, hay que recordarlo y verlo realmente redivivo, en nuevas circunstancias históricas y con métodos y posicionamientos parecidos. Y ante los hechos en desarrollo cabe gritar: “El 11 y 12 de abril están ahí pujando por abrirse paso en la búsqueda de la revancha, y esta vez vienen con todo para aplasta al gobierno y al pueblo de Venezuela”.
A penas tomaron el poder que les confería la mayoría de los escaños en la Asamblea Nacional, los voceros de ese órgano y los jefes de los partidos de la oposición, proclamaron la intención de derrocar al Presidente de la República usando cualquier artimaña. A la vez, entraron en controversia y desafiaron al Tribunal Supremo de Justicia y lo desacataron. En esa confrontación, por su postura anticonstitucional, la Asamblea Nacional y sus dirigentes, al desacatar palmariamente al máximo órgano del país en su competencia, perdió legalmente. No puede, pues, quejarse de lo que fue culpa propia, por su obstinación golpista contra todos los poderes del Estado.
Ahora se desgañitan y convocan a verdaderos actos terroristas y de insurgencia de calle porque el presidente convocó al pueblo de Venezuela a una Asamblea Constituyente para el 30 de julio. Y tratan de pintar de maraña ante propios y ajenos de otros países, especialmente los medios de comunicación y cuantos políticos y gobiernos reaccionarios existen en este mundo, para anatemizar a Maduro, y presentar la convocatoria como si fuera una fechoría.
Ahí se revela su carácter constituyenticida, partiendo del desconocimiento de la Constitución de Venezuela, que expresamente postula en su artículo 347: “El pueblo de Venezuela es el depositario del poder constituyente originario. En ejercicio de dicho poder, puede convocar una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución.
Y en su artículo 348 expresa: La iniciativa de convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente podrán tomarla el Presidente o Presidente de la República en Consejo de Ministros. La Asamblea Nacional, mediante acuerdo de la dos terceras partes de sus integrantes; los Consejos Municipales en cabildos, mediante el voto de las dos terceras partes de los mismos; o el quince por ciento de los electores inscritos en el Registro Civil y Electoral.
El artículo 349 es muy definitorio y parece que la oposición y los gobiernos que la apoyan le temen a ese poder primigenio. El mismo expresa: El Presidente o Presidenta de la República no podrá objetar la nueva Constitución.
Los poderes constituidos no podrán en forma alguna impedir las decisiones de la Asamblea Nacional Constituyente.”
Después de esto, estimados lectores, cabe afirmarles que esta vez, efectivamente, la oposición perdió legal y constitucionalmente. Ahora está por ver si sus planes, por evitar el desarrollo de las elecciones, con el empleo seguramente de la vía violenta y con la fuerza bruta, los podrán efectuar, y diría más, si tales hechos intolerables se les permitirá llevarlos a cabo. Hasta ahora la Revolución los ha tratado con guantes de seda. Por eso tanto los dirigentes de la oposición y sus dirigidos tarifados parecen tan valientes, ¡que no lo son! Es hora de demostrarles que al pueblo se respeta y no se puede ir de cacería como si las calles de una ciudad fueran un bosque y la gente palomas que es lícito agredir y matar porque sí. Ya en el 2002 los vimos correr de Miraflores y de otras partes aquel glorioso 13 de abril. Ya es hora de cantar más contundentemente GLORIA AL BRAVO PUEBLO.