rubèn ramos
Cuando se produjo el primer ataque de los mercenarios de la alianza sionista euro-estadounidense-israelí-saudí contra Marawi dije que se trataría de una acción orientada a poner en su sitio a Duterte por su “retórica” contra su amo estadounidense y su “decisión” de comprarle armas a Rusia. (Resultaba sintomático que el ataque se produjera el mismo día que el gobernante filipino visitaba Rusia).
Dejé dicho, además, que era temprano para emitir un juicio más preciso y que no había que descartar “sorpresas”.
Una de estas se acaba de producir. EEUU ha “decidido” participar en la contraofensiva filipina contra el brazo armado del Daesh que opera en el país “rosa” del sudeste asiático.
Ahora se empieza a ver cuál es el verdadero propósito del tinglado que tendría a Duterte como principal mandadero.
Se trata de invadir Filipinas para desmembrarla como ya ha ocurrido antes con la ex Yugoeslavia y con Afganistán y ocurre ahora en Irak, Libia, Siria, Palestina, Ucrania, Yemen; y se inicia en Dakar.
Cabe, en este sentido, recordar lo que para la geopolítica imperial de la alianza sionista tienen las islas filipinas ubicadas precisamente en el mar de China meridional donde el gobierno chino viene rellenando islas artificiales para el despegue y aterrizaje de sus aviones.
A los sionistas, acostumbrados a la maldad y al engaño, no les parece que estas islas vayan a servir para fines de investigación oceanográfica, pesca y rescate.
Por ese mar no sólo transita un tercio del comercio marítimo mundial y es la vía que conecta a los países del sudeste asiático con el mundo, sino que el gobierno que controle sus islas y arrecifes de coral puede establecer bloqueos estratégicos en situaciones de conflicto.
El objetivo por tanto, no es “liberar” Filipinas de la amenaza terrorista del llamado Estado Islámico creado, armado y financiado por la alianza sionista. La mira está puesta en China. Para esto, controlar Filipinas a través de una guerra de desgaste y destrucción resulta clave.
No sólo para ejercer predominio sobre el mar del sur de China, las islas Spratly, Paracelso, el arrecife Scaraborough, las grandes reservas de gas y petróleo y el 10% de las reservas pesqueras en el mundo, sino también para mantener controlados a los gobiernos y las bases militares que EEUU tiene en Vietnam, Taiwan, Malasia, la propia Filipinas y Brunei y manejar su alineamiento contra China.