Cástor Díaz
El complejo militar industrial y comunicacional a través de la Casa Blanca, ordena acelerar la caotización de la República Bolivariana de Venezuela, como punta de lanza para darle la estocada mortal al bolivarianismo en el continente y configurar una zona de desestabilización que le permita al Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas avalar una intervención armada no solo en nuestra patria, sino en el resto de las naciones hermanas que abrazan la ideología bolivariana.
La articulación con el crimen organizado que ha venido sustituyendo la política en el continente está en boga, a los fines de asegurar la asfixia de la incómoda Venezuela, que por supuesto representa: «Una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad y la política exterior de Estados Unidos de Norteamérica» con sus planes expansionistas y de dominación del mundo, está montada, con las asonadas contra la democracia en Brasil, Argentina, Guyana y con las siete bases militares, asentadas en Colombia, que con Juan Manuel Santos (el Netanyau de Suramérica), como presidente, sirve de cabeza de playa. El escenario está listo para el zarpazo final. Solo falta elevar al máximo el «síndrome» de Kiev, para lo cual cuentan con mercenarios importados y criollos, focalizados en el Este de la Gran Caracas, Táchira, Miranda, Zulia, Carabobo y ahora extendiéndose al fronterizo estado Bolívar, donde la última hazaña de los terroristas ha sido la quema de cincuenta y un unidades de Transbolívar, empresa pública, que alivia la escalada de violencia económica que los transportistas privados aliados de la desestabilización ejercen contra la población imponiéndole desde hace tres meses tarifas de 200 bolívares por pasaje única en las rutas de Heres.
Los asesinatos selectivos de Juan Pablo Pernalete, Armando Cañizalez y Miguel Castillo, en la Gran Caracas, presumiblemente ejecutados por sicarios pagados por la derecha infiltrados en las manifestaciones antigubernamentales, con el aderezo de «homilías», las manifestaciones de «profundo dolor», por parte de los pranes que dirigen la insurgencia armada contra la institucionalidad y el pueblo, así como el velado apoyo a estas manifestaciones desestabilizadoras de voceros que fueron «Chavistas», han servido para que una minoría extremista, terrorista criminal, se exalte y llegue hasta el ajusticiamiento de ciudadanos en plena calle y a la luz del día por considerarlos sospechosos de ser chavistas, como en el caso de Pedro Josué Castillo en Barquisimeto militante juvenil del PSUV, quien fue secuestrado por cuatro encapuchados que se desplazaban en una camioneta 4X4 y en plena calle lo interceptaron y la orden fue: «Móntalo que ese es chavista», luego su cuerpo sin vida fue abandonado con señales de horribles torturas y un tiro de gracia. Autoridades del «progresista» gobierno de Lara, han estado destilando el veneno, señalando al difunto como malandro, para atemorizar a quienes han denunciado el crimen político.
José Rafael Noguera, un vendedor de huevos de Vargas, se aventuró a caminar junto a su hermana por la exclusiva zona de Altamira, en Caracas, bajo el dominio del crimen organizado y salvó milagrosamente su vida, porque en su desesperación, se introdujo a la fuerza en un auto patrulla de Poli Chacao, a cuyos funcionarios no les quedó de otra que a regaña dientes, llevarlo a un centro asistencial, porque se habían negado a socorrerlo cuando la turba asesina lo golpeaba de manera inmisericorde y pidiendo gasolina para prenderle fuego. Orlando José Figuera, otro joven de 21 años, fue apuñalado y quemado vivo en Altamira, por la misma turba de criminales que lo confundieron con un activista del chavismo. La víctima está en estado crítico con quemaduras de primero y segundo grado en 80 por ciento del cuerpo. Baruta, amaneció este lunes 21 de mayo, cercada por barricadas. Cualquier parecido con lo ocurrido en Odesa y Kiev, durante el asalto al poder por el capitalismo a través del crimen organizado, no es para nada coincidencia, sino la señal que el libreto está en plena ejecución. Una prueba fehaciente son los decomisos de balines y municiones, así como armas, cascos anti motines y máscaras antigases, que el SENIAT ha hecho en la aduana de la Guaira, cuyo destino era las unidades terroristas de la MUD.
Julio Borges, Freddy Guevara y Henrique Capriles Radonsky, este último libre, gracias a la lenidad del Ministerio Público, que no ha encontrado como acusarlo por los 12 homicidios de 2013, son los voceros visibles de la rebelión armada contra la república y que diariamente desafían al poder constituido con sus partes de guerra y anunciando las nuevas emboscadas para inocentes, que ellos califican de «marchas pacíficas», pero en las cuales siempre hay fallecidos y decenas de heridos, que no son precisamente por los chorros de agua de las ballenas y las lacrimógenas que la GNB y PGB utilizan para dispersar a los violentos que diariamente pugnan por apoderarse del municipio Libertador, como lo han hecho con Baruta, Chacao y El Hatillo, donde los comerciantes están en quiebra y los vecinos al borde de la paranoia, producto de los actos vandálicos que los terroristas cometen todos los días, bajo el amparo de los gobierno locales y del estado Miranda.
Por todas estas razones, es que a riesgo de que nos tilden de tremendista o cualquier otro calificativo, desde la percepción y la experiencia en la vida política, incluyendo la subversiva de los años años 70, nos atrevemos a señalar que el neoliberalismo con el crimen organizado como punta de lanza está sustituyendo el poder político en América y buena parte del mundo, del cual nuestro país no es ajeno y para esa tarea el imperialismo cuenta con la Israel de América y la insurgencia nazi en Venezuela.