Enrique Contreras Ramirez
Es un nuevo escenario mundial, por un lado el reordenamiento de la economía a través de la globalización, en la búsqueda de la recolonización del planeta y por el otro una ciencia y una tecnología que no solo incide de manera determinante y excluyente en el proceso productivo y en el modo de producción, sino que se utiliza también en los medios de comunicación para manipular, domesticar, alienar y colonizar los pueblos en nombre de la libertad.
Es bien sabido por todos los analistas económicos y políticos internacionales, que el nuevo ordenamiento del mundo deja atrás el viejo capitalismo, capitalismo que solo queda como reseña histórica de la acumulación de riqueza a través de la explotación de la fuerza de trabajo del hombre por el hombre, para adentrarse en un nuevo modo de producción excluyente en el marco del propio capitalismo, donde la ciencia y la tecnología juegan un papel determinante, encontrando y desarrollando nuevos procesos productivos, procesos productivos que se ubican dentro de unas nuevas relaciones técnicas de producción, obteniendo de esta manera el exclusivo monopolio de la producción y el mercado, trayendo como consecuencia adicional en todo el mundo, una gran masa desempleada que solo queda como testigo viviente y marginal de un «nuevo desarrollo» mejor conocido hoy como la globalización o mundialización, eliminando las fronteras entre naciones para aplastar la soberanía y la independencia de los pueblos, implantando el monopolio del mercado y obligando a las naciones del mundo a obedecer los mandatos hegemónicos del pensamiento único de su brazo ejecutor, representado en los grandes conglomerados del capital petrolero, capital financiero, capital industrial y del propio estado norteamericano.
Las potencias con probada vocación imperial se debaten en la necesidad de controlar y definir un nuevo espacio geográfico (CONTROL DE LOS ESPACIOS) que responda a las realidades derivadas del momento que hoy vive el capitalismo globalizado. En ese panorama, la actual estrategia del pentágono norteamericano, de chinos y rusos y de las multinacionales se inscribe en tres ejes diferentes que se manifiestan y superponen en la política definida después de la llamada guerra fría, para obstaculizar e impedir de manera decidida la posibilidad del resurgimiento o surgimiento de alguna potencia que ellos consideren rival.
MÁS ALLA DEL IMPERIALISMO
Nos encontramos en presencia de un nuevo modelo económico-social superior al capitalismo tradicional que hasta el presente no habíamos conocido y que para el común denominador es incomprensible, por la ausencia de información , pues éste supera el concepto marxista del imperialismo. Estamos en presencia de la fusión del capital financiero con el capital industrial para formar conglomerados, que se apropian de los procesos productivos y del mercado, obteniendo un monopolio absoluto de la economía del planeta. Es un nuevo modelo de dominación técnico-científico, cultural, ideológico, político, jurídico, militar y económico, somete a los pueblos del mundo especialmente a los subdesarrollados, a mantener sus economías maltrechas, endeudadas y sin las posibilidades mínimas de encontrar salidas dentro de éste «paradigma del desarrollo», trayendo como consecuencia más hambre y miseria, mayor desnutrición en la población más joven, sobre todo en los sectores infantiles, menos posibilidades de empleo, vivienda, educación, salud, vestido, con una deuda externa en los países subdesarrollados que cada hora que pasa aumenta en montos que definitivamente la hacen impagable y que obliga a los pueblos a «vivir» en la más oscura e indigna pobreza, borrando de esta manera todo vestigio de una vida digna para las naciones.
Ese nuevo reordenamiento del mundo a través de la llamada globalización, sigue requiriendo de la energía petrolera, del gas y el carbón para seguirse expandiendo en sus planes de dominación que no es otra cosa que la recolonización del planeta. A los capitales norteamericanos, chinos, rusos no les importa lo que tenga que hacer para imponerse ante el resto de las naciones, con tal de conseguir la realización de sus ambiciosos planes imperiales. Para ellos les importa poco la ética social, no les interesa absolutamente para nada la necesidad de cuidar el medio ambiente, ni la coexistencia del hombre con la naturaleza. Explotar y explotar la tierra, parece ser su permanente y absurda ejecutoria, para exprimirla y sacarle la última gota con tal de obtener el máximo beneficio, no importa que en tal ejecutoria estén asesinando el planeta y junto a él, al hombre y su historia.
Las nuevas guerras declaradas, avisadas y ejecutadas como las del Medio Oriente y las que vendrán, hay que ubicarlas dentro de estos planes y no bajo los argumentos mentirosos de lucha contra el terrorismo, situación y posición ambivalente, pues el mundo sabe hoy más que nunca, que los planes de expansión norteamericana, China y rusos no responden a los intereses de los pueblos invadidos, ni al concepto de justicia social, ni a los de la democracia y libertad, ni mucho menos a la solidaridad y el bien común entre los pueblos –entre otros valores- sino que constituyen en su más profunda intencionalidad, una conducta que solo puede calificarse de terrorismo de estado, pisoteando la dignidad del hombre y de sus países, negando la independencia, la soberanía y por lo tanto la autodeterminación de las naciones.
LA MORAL DEL PETROLEO
Si hoy día nos correspondiera juzgar la guerra que hace el imperio del capital a los pueblos que no se someten a su voluntad, a la luz de la historia moral de la guerra, en sus tres fases más conocidas: bellum justum(como un posible medio de justicia); raisom d’etat(como una prerrogativa de la soberanía) y como crimen, sin lugar a dudas esta última sería la ubicación exacta de las acciones bélicas, que esos países con vocación imperialista han cometido contra la humanidad a lo largo de su vocación histórica imperial.
Para el imperio del capital, es innegable que el petróleo hoy día es causa determinante de su expansionismo colonial. Su modelo de desarrollo así lo exige.
Estados Unidos, China y Rusia sin este preciado líquido, además del gas, no podría satisfacer sus necesidades de transporte, electricidad, sus desarrollos industriales, sus carreras armamentistas para someter y asesinar a los pueblos, escrito de otra manera, la vida y desarrollo de los países mencionados, dependen del petróleo, de allí que este vital mineral donde quiera que se encuentre será asediado por el gran imperio del capital y no estará tranquilo hasta apoderarse del mismo, no importando la forma de obtenerlo.
RESISTENCIA CULTURAL
Hoy nos encontramos ante nuevas realidades económicas, ideológicas – culturales y por supuesto de orden jurídico- político. Si observamos cuidadosamente cada uno de esos planos, podemos advertir claramente que las reformas y los reacomodos que se han dado en naciones y pueblos de todo el mundo, obedecen a los exclusivos intereses de los que promueven, impulsan e imponen el mundo globalizado. Hay que anotar la complicidad de las elites económicas y políticas que junto a los gobiernos de turno de cada país, se prestan y se siguen prestando para tan nefastos intereses, a cambio de que los dejen en el poder entregando los recursos naturales de los pueblos junto a su soberanía e independencia, entrega y traición que hacen en nombre de la democracia, la libertad, la justicia internacional e incluso hay quienes lo hacen en nombre de una revolución como es el caso venezolano, para justificar sus acciones a cambio de miserables privilegios, prebendas y unas cuantas monedas de oro, conducta que quedara registrada en la historia de cada pedacito de patria, para seguir motivando eso sí, y sin lugar a dudas la rebelión de los pueblos, la resistencia heroica de siempre, para continuar escribiendo esa historia digna de los hombres y mujeres que seguimos soñando, añorando y peleando por un mundo distinto, donde se pueda plasmar un nuevo modelo civilizatorio preñado de utopía, donde el canto de los pájaros, el agua de nuestros ríos y quebradas, el frió de nuestras montañas, el viento que acaricia las aguas de nuestros mares, arrulle la solidaridad entre las naciones y los hombres que poblamos la madre tierra en búsqueda nuevamente de la armonía cósmica.
Hoy esa dominación, que practican los señores del gran imperio no es solamente de carácter militar. Rusos, chinos y norteamericanos han comprendido que a partir de la Segunda Guerra Mundial, no basta solamente el poderío bélico para dominar a los pueblos, se requiere de una sociología que les permita conocer a los habitantes de cada nación que aspiran dominar, su composición de clase, su religiosidad y espiritualidad, costumbres, folclor, pensamiento político, los factores geográficos junto con sus riquezas naturales, todo esto en su entorno geopolítico. De allí, que en el mundo globalizado preparar una guerra pasa por variables sociológicas, psicológicas, ideológicas, políticas, geopolíticas y por último de operaciones en el campo estrictamente militar. Son variables que se suman y que son abordadas con criterio de totalidad en las confrontaciones modernas, donde la ciencia y la tecnología tienen su papel predominante en todas las disciplinas del conocimiento.
Es un nuevo escenario mundial, por un lado el reordenamiento de la economía a través de la globalización, en la búsqueda de la recolonización del planeta y por el otro una ciencia y una tecnología que no solo incide de manera determinante y excluyente en el proceso productivo y en el modo de producción, sino que se utiliza también en los medios de comunicación para manipular, domesticar, alienar y colonizar los pueblos en nombre de la libertad.
La guerra que hoy hace el gran capital a los pueblos que no se someten por la vía dócil o del llamado conflicto de baja intensidad a sus intereses, es una guerra impregnada de gran contenido ideológico además de bélica. Esta guerra enfrenta una lucha a muerte de valores contra valores, es un choque que en lo cultural la han de ganar los pueblos que se niegan asumir el pensamiento único de la sociedad occidental.