Autopercepción del aislamiento anarquista
«El anarquismo no prospera, no avanza, no crece». «Siempre somos las mismas». «No tenemos influencia en la sociedad», «hemos perdido peso en el trabajo», «No tenemos referentes culturales más allá del punk». «Nos llaman radicales peligrosos». El Anarquismo no «sale del gueto». Fracaso. ¿Seguro?
El aislamiento, la exclusión y la marginalización son efectos secundarios de la sociedad capitalista.
Salir del gueto es relativamente fácil, lo más fácil del mundo, de una forma natural se puede resumir en Participar y hacer que participen. Crear proyectos, actividades, convocatorias y compartirlos mientras se apoya a iniciativas de terceros. No sin restricciones, no sin criterio, no incondicionalmente, no con el «todo vale», pero si con la mente abierta y sabiendo que muchas veces oiremos cosas que no nos gustarán oír y las cosas no siempre irán bien. Y sobre todo sabiendo algo, que no hay posibilidad de incorporar miembros e incorporarse a proyectos, integrar, sin cambiar nosotros como personas o como organizaciones.
Hoy en día los países capitalistas, el 90% de los países viven en una sociedad basada en la competencia, la propiedad, la acumulación, el premio y el castigo, donde la recompensa está muchas veces por encima de la vida humana, solo puede llevar al individualismo, y este a la soledad. Por su puesto, a la exclusión y a la superficialidad. Una sociedad poco garantista, represiva y coercitiva, capitalista o no, solo puede llevar al miedo, y a su opuesto la beligerancia: huye o lucha. A mecanismo culturales alienantes. A su vez la búsqueda de beneficios y el interés llevan al abuso del más débil, de la naturaleza y finalmente a la lucha por los recursos, que en su forma más cruel e inhumana toma la forma de guerra. El capitalismo transforma todo en mercancía, por lo tanto nos deshumaniza. Este es un punto de inestabilidad en su contra que produce rechazo. El sistema nos explota, nos consume, nos reprime, y por eso es indeseable. La norma es el aislamiento, el gueto es es estado perfecto. Si nos sentimos aislados es por que percibimos el ambiente. A todo ello le añadimos la cómoda telemática y la miríada de pseudoamigos y ciberrerlaciones de las redes sociales. ¿Queremos volver ahí? Necesitamos un cambio.
En una imagen más o menos aceptada de la situación en la que nos movemos, a principios de la Revolución industrial nos dimos cuenta de que la sociedad se dividía entre trabajadores y poseedores, reconociendo que existen tensiones entre ambos grupos y generándose la conocida Lucha de Clases.
Es por medio de la asociación, el gregarismo y las actividades compartidas entre grupos, cambiar circunstancias adversas, situaciones sociales, conocer gentes, iniciar proyectos, rechazar propuestas y cambiarlas. Es decir, hemos sido capaces de cambiar nuestra realidad en el modo deseado y solo ha sido por medio de la violencia extrema de los intereses que han logrado temporalmente frenarnos. Este fue el origen del Socialismo y las prácticas Federalistas.
Pero algunas fuimos más allá. La apuesta transformadora del anarquismo para la sociedad es inherentemente revolucionaria y reside en sus principios fundamentales, como autogestión, acción directa y apoyo mutuo, voluntarismo. Expuesta al público en forma de Propaganda por los Hechos, la gimnasia revolucionaria, una forma conjunta de trabajo cooperativo y propaganda. El propósito es que la experiencia del anarquismo sirva como catalizador del cambio personal que lleve al cambio social de la mayoría de la población. La propuesta común de nuestras organizaciones es la llamada Revolución Social. En esta Revolución Integral, práctica guerrillera en la Guerra de Clases, el método se convierte en el objetivo, eliminando pasos intermedios en la emancipación de las trabajadoras. No os engañéis, no vamos a escapar de la ley de la oferta y la demanda ni del coste-beneficio, simplemente vamos a introducir más variables en la ecuación para no acabar a tiros ni con el planeta.
La teoría está bien pensada, en cuanto que los individuos que pertenecen a organizaciones libertarias reconocen un cambio entendido como enriquecimiento personal beneficioso. Pero encuentra sus límites al admitir que, o bien la consecución de nuestros objetivos cada vez están más lejanos o no se suceden a la velocidad deseada, dando la sensación de que queda Todo por Hacer. Es por eso que, teniendo en cuenta que nuestro objetivo es la revolución social y libertaria, para llegar a ella debemos articular las luchas parciales y extenderlas.
Sin grupo nos vemos mecidos a expensas de lo que una sociedad alienante ha decidido lo que debe ser de nosotros. Trabajar en cadenas, vivir en cubículos, comer sintético. Sin grupos estamos aislados e indefensos. En el grupo nos formamos, conocemos, gestionamos. el Grupo forma al individuo. Es el motor del cambio de la persona. Todos los esfuerzos represivos se empeñan en desagregar al individuo. No hay otra manera no coercitiva de influir en la sociedad que organizarse, es el motor del cambio, son las ruedas de la Revolución. Este es el principal motivo para unirnos. La motivación, la necesidad y la satisfacción son esenciales para explicar y dirigir nuestras estrategias y tácticas. Lo hay otra misión en la Revolución que Crecer en Organizaciones.
La Fórmula del Crecimiento
Recordad esta vieja fórmula a la que nos remitiremos a menudo.
Objetivo: Libre Federación
Si nuestro destino es superar las contradicciones provocadas por el mundo capitalista y admitimos que los grupos son la mejor, si no única manera de lograrlo de una forma ácrata, no coactiva, admitiremos también que la forma de organizarlo todo es la Libre Federación.