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Augusto Taglioni
Nodal

 

Los primeros días de Donald Trump han sido un verdadero torbellino de decretos y decisiones que marcan la dinámica de una política interna rigurosa respecto de la defensa de la economía domestica a través de un fuerte intento para disciplinar a un sector del capital expresado en la industria automotriz, una política restrictiva contra el ingreso de los refugiados y la insistencia en la construcción de un muro que frene el ingreso de mexicanos a territorio estadounidense.

En términos de política exterior, Trump solo ha manifestado su agrado por el proceso del Brexit liderado por Theresa May, la buena sintonía con Israel y una pronta reunión con Vladimir Putin, no mucho más.

En ese sentido, la relación con Sudamérica es mas que un interrogante. Por eso, intentaremos analizar posibles hipótesis en función de lo que la administración Trump propone en la relación con el mundo en general.

Una primera definición a la que podemos arribar es que el eje pacífico seguirá insistiendo en el TTP a pesar de la negativa de Trump. Chile y Perú vienen configurando un regionalismo abierto con Estados Unidos y China como aliados. Sin Estados Unidos como garante del libre comercio, China se convierte en el aliado estratégico de estos dos países. Tal es así que el presidente de China Xi Jimping cerró la Cumbre de economías del pacífico realizada en Lima a fines del año pasado, en una clara demostración de cambio de alianza estratégica. México parece no tener alternativa dado la conflictiva relación con la nueva autoridad en la Casa Blanca. Todos los caminos conducen a China aunque es claro que subordinar la economía mexicana al Nafta y al comercio con Estados Unidos harán que la transición sea algo mas compleja. El caso colombiano parece ser menos traumático, Santos sabe jugar en el equilibrio de las dos potencias y espera una pronta reunión con Donald Trump.

Por otro lado, las izquierdas latinoamericanas o el eje progresista bolivariano representado por Ecuador, Bolivia y Venezuela parecen estar inmersos en sus propias realidades. Ecuador viene profundizando una relación comercial con China y la Unión Europea y aguarda un difícil proceso electoral para el mes de febrero. El caso boliviano es bien interesante dado que el presidente Evo Morales mantiene altos niveles de popularidad y muestra números positivos. La periodista Leticia Martinez del diario Perfil publicó en su nota “Evo presenta un histórico ‘balance de gestión’ con cifras muy positivas” que “Bolivia ha sido el país que más ha crecido en la región, tiene una inflación muy debajo de la media, exhibe una importante reducción de la pobreza y una inédita salud financiera, con reservas equivalentes al 38% del PBI”.

Venezuela presenta el panorama mas complejo con un enfrentamiento entre poderes del estado, un difícil proceso de diálogo entre oposición y gobierno y un escenario marcado por la expectativa de estabilidad de los precios del petróleo que le permita al chavismo contar con mas oxigeno para afrontar los procesos electorales de los próximos años.

Estos tres países no tienen a Estados Unidos como prioridad, y la Casa Blanca los ubica en la lista negra de países en la region.

Llamativamente Trump representa un problema grande para los gobiernos de derecha en la región. Además del caso mexicano, Argentina ha quedado pedaleando en el aire luego de la victoria del empresario ya que la intención de Macri de abrirse al mundo choco con el muro proteccionista de Donald Trump que los terminó dejando huérfanos de la globalización neoliberal a la que deseaban ingresar. El problema argentino se traduce en la decisión de subordinar su crecimiento a la llegada de inversiones que aún no han tocado territorio nacional. A diferencia del eje pacifico, Macri no se abraza a China por una simple razón: la presión del grupos económicos locales, concretamente Techint y su batalla contra el antidumping chino. Esto llevo a Argentina a votar en contra del gigante asiático en la OMC complicando la relación con China.

El panorama es incierto y la única salida frente a la destrucción del Mercosur parece ser los Tratados Bilaterales de Inversión, acuerdos de comercio negociado mano a mano con la Casa Blanca. Teniendo en cuenta que Argentina no puede entrar ni limones ni carne a Estado Unidos podemos suponer que la relación será desigual. Habrá que ver si los gestos de Macri a Trump (un Ministro de Hacienda vinculado con el empresario y un proceso de endeudamiento enorme) alcanza para construir la relación que el gobierno argentino pretende con Estados Unidos.

La derecha regional está sin brújula, Brasil ajusta mientras las cárceles se llenan de motines, los índices sociales empeoran y la economía no arranca y el Mercosur pone las pocas fichas que le quedan a un acuerdo con una Unión Europea en crisis. El pragmatismo de Brasil para encarar el proceso de austeridad, la ausencia de un plan b argentino y la insistencia de ambos por flexibilizar el Mercosur nos permite llegar a la conclusión que la prioridad de la Casa Blanca pasará en Sudamérica pasará por la subordinación de Buenos Aires y Brasilia con Washington. Es importante destacar en este plano que sin integración la dependencia aún es mayor.

El horizonte es incierto, las hipótesis no entusiasman y la paradoja de este tiempo es que el terremoto Trump hace tambalear a las derechas regionales.

Augusto Taglioni, Director de Resumen del Sur, periodista. Mar del Plata, Argentina.