«Es un patán, el mismo patán que lleva años maltratando a los compatriotas colombianos y oprimiendo al pueblo venezolano», dijo el jueves el vicepresidente Germán Vargas Lleras en reacción a los señalamientos del segundo hombre fuerte del Gobierno de Venezuela, Diosdado Cabello, que lo llamó «hijo del gran puto».
La polémica comenzó hace una semana cuando Vargas Lleras, quien renunciará en las próximas semanas para ser candidato presidencial en las elecciones del 2018, utilizó la palabra «venecos», un término considerado peyorativo para referirse a los venezolanos.
La cancillería de Venezuela exigió disculpas públicas a Colombia por las declaraciones del vicepresidente que consideró «denigrantes y ofensivas».
Aunque el dirigente político colombiano aseguró que no había querido ofender a nadie y que la reacción de Caracas era exagerada, la discusión continuó.
En el último año, la frontera de 2.219 kilómetros entre los dos países ha sido cerrada en varias ocasiones por decisión de Caracas para combatir la inseguridad, así como el tráfico de bienes y gasolina subsidiados desde Venezuela, afectando a miles de pobladores que viven de un lado de la línea divisoria, pero trabajan del otro.
Bogotá denunció que más de 1.000 colombianos fueron deportados injustamente durante uno de los cierres de pasos fronterizos a mediados del año pasado y unos 18.000, de acuerdo con Naciones Unidas, dejaron Venezuela por voluntad propia.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha dicho en varias oportunidades que más de 5 millones de colombianos viven en su país.
Sin embargo, autoridades colombianas niegan que la cifra sea tan elevada y aseguran que no llegan al millón. Miles de colombianos hicieron de Venezuela su patria desde la bonanza petrolera de 1970 hasta la masiva migración de la década de 1990 por la guerra sin cuartel contra el narcotráfico y la violencia desatada por los grupos guerrilleros en medio del conflicto armado.