Los sindicatos son una fuerza apagada. La prensa está corporativizada e inspira desconfianza. Las universidades han sido purgadas de discrepantes y expertos independientes que critiquen al neoliberalismo, al deterioro de las instituciones democráticas y a los partidos políticos. La difusión pública y las artes han perdido su sostén y han quedado sin vida. Los tribunales han sido repletados de jueces cuyas carreras legales se formaron al servicio del poder corporativo, una tendencia que continuó bajo Barack Obama. El dinero ha sustituido a los votos y el partido demócrata, en vez de cortar sus lazos con Wall Street y las corporaciones, está ingenuamente esperando una debacle de Trump.
El mayor activo con que cuenta Trump es el partido demócrata decadente, despistado, narcisista y belicista, según criterio del ex candidato presidencial Ralph Nader, entrevistado por teléfono desde Washington. «Si la estrategia demócrata es la de esperar por una implosión de Trump, estamos en problemas. Y todo lo que aplica a los demócratas se puede decir igualmente sobre los sindicatos obreros: “No controlan el tren».
La pérdida de credibilidad de las instituciones democráticas empuja al país a una crisis existencial y económica. Los tribunales, las universidades y la prensa ya no inspiran confianza en decenas de millones de estadounidenses que los consideran, atinadamente, órganos de las élites corporativas. Propiamente, estas instituciones debían ser mecanismos de los que la sociedad estadounidense se sirva para desenmascarar las mentiras de los poderosos, criticar las ideologías predominantes y promover la justicia.
Para Hedges, los estadounidenses han sido traicionados por sus instituciones, es por ello que el régimen de Trump puede atacar a la prensa llamándola «partido de la oposición», amenazar con cortar el financiamiento de las universidades, mofarse de un jurista federal llamándolo «un supuesto juez» y denunciar una orden judicial por «indignante», como ha hecho el recién estrenado Presidente.
La decadencia de las instituciones democráticas es, en el capitalismo, requisito para el ascenso de los regímenes autoritarios o fascistas. Este deterioro ha dado credibilidad a un farsante patológico. Según una encuesta de la Universidad de Emerson, el gobierno de Trump, es considerado veraz por el 49 % de los votantes registrados, mientras que apenas el 39 % de los votantes registrados considera veraces a los medios de comunicación.
Cuando las instituciones democráticas no funcionan, la realidad pasa a ser cualquier absurdo que indique la Casa Blanca. La mayoría de las reglas de la democracia no son escritas. Estas reglas determinan el comportamiento público y aseguran el respeto de las normas democráticas, los procedimientos y las instituciones. Para el deleite de sus seguidores, como Presidente, Trump ha rechazado estas pautas políticas y culturales.
Hannah Arendt , una de las más influyentes filósofas políticas del siglo XX en Europa, en su libro sobre los orígenes del totalitarismo señaló que al colapsar las instituciones democráticas “se facilita la aceptación de proposiciones palmariamente absurdas que las viejas verdades han convertido en banalidades piadosos.»
«Está destruyendo un código de comportamiento tras otro», dijo Nader de Trump. «Hasta ahora ha conseguido llegar lejos en ello sin pagar precio alguno. Está rompiendo las normas elementales de comportamiento con lo dicho sobre las mujeres, la comercialización de la Casa Blanca y su política de que él es la ley».
Nader considera que el partido demócrata está demasiado «decadente e incompetente» para constituir un desafío serio para Trump. Y no cree que el partido republicano se gire contra Trump mediante impeachment o considere otra forma para destituirlo, a menos que con su Presidencia pueda peligrar la retención del poder por ese partido en las elecciones de 2018.
La mayor esperanza, dijo, proviene de las numerosas protestas que se han montado en las calles, en ayuntamientos convocadas por los miembros del Congreso y en situaciones de conflicto tales como Standing Rock. También pudiera aportarla la cantera de los 2,5 millones de funcionarios del gobierno federal disgustados por el autoritarismo de Trump.
Un sostenido levantamiento popular de obstrucción y la no cooperación sin violencia, a nivel nacional, es el único recurso para salvar la República. Las élites sólo responderán cuando sientan miedo. Si no los asustamos fracasaremos, advierte Chris Hedges.
Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.