Facebook ya es algo más que una herramienta para comunicarnos con familiares y amigos. Se ha convertido en una especie de Estado extraterritorial, gobernado por gente a la que nadie eligió pero se siente cómoda en ese imaginario trono. ¿Es Zuckerberg un filántropo o un mero empresario? ¿Por qué ese repentino interés en alcanzar el ‘mundo feliz’?
El año pasado muchos especularon con que el cofundador de Facebook, Mark Zuckerberg, tenía planes de postularse para un cargo público. Pero Zuckerberg tiene ya una posición de poder e influencia sobre un gran ‘electorado’. Facebook cuenta con 1.790 millones de usuarios activos mensuales: una cuarta parte de la población mundial y más gente de la que vive en EE.UU. y China juntos.
Construyendo una comunidad global
El director ejecutivo de Facebook publicaba hace unos días una especie del ‘Discurso del Estado de la Unión’ dirigido a los usuarios de su red social. El ‘post’ se hizo ensegida viral y algunos medios no tardaron en bautizarlo como el ‘el manifiesto’.
Titulada «Construyendo una comunidad global», la publicación consta de casi 6.000 palabras y plantea lo que se puede resumir en un par de frases: Facebook es tan poderoso que es hora de aprovechar su alcance para crear una nueva infraestructura social y sentar las bases de una comunidad global supranacional que sirva al bien común.
En su ‘post’ el cofundador de Facebook plantea un nuevo modelo de orden mundial con su empresa en el centro. Zuckerberg enumera los logros de la mayor red social del mundo y cómo esta contribuirá a la formación de una comunidad segura, inclusiva, informada y participativa. Entre otras iniciativas, Zuckerberg propone:
- luchar con más vehemencia contra el contenido falso, sensacionalista o extremista;
- desarrollar alertas para informar de que estás bien si te encuentras en zonas afectadas por catástrofes;
- ajustar sus algoritmos para que cada uno establezca su umbral de lo aceptable en cuestión de desnudos o violencia, porque una comunidad multicultural lo necesita.
¿Buenas intenciones?
Los medios de información no tardaron en hacerse eco de la noticia, la mayoría alabando el reto propuesto por Mark Zuckerberg para construir un mundo mejor. Pero más allá de reflexiones generales a nivel teórico, el magnate informático no ofrece ninguna solución en concreto.
Se trata de una empresa con un poder inmenso sobre nuestras vidas: una cuarta parte de la población mundial –casi 2.000 millones de personas– tiene cuentas en Facebook. Por lo tanto, la ausencia de propuestas concretas para formar esa comunidad global es lo que suscita dudas sobre las verdaderas razones de ese repentino interés por el bienestar mundial.
La mayoría de los medios se muestran eufóricos esperando la llegada del mundo feliz que anuncia Zuckerberg. Un editorial del británico ‘The Observer’ ha sido uno de los pocos textos que se ha atrevido a recordar que Zuckerberg es sobre todo un empresario y no un líder político, por lo que no tendrá interés alguno en poner en riesgo su fortuna:
- Facebook decide qué noticias tenemos que ver, en qué forma y de quién. Ya que es una empresa con fines de lucro, todos sus algoritmos están motivados por ese mismo lucro: nos muestra aquello con lo que interactuamos mejor.
- Entre Google y Facebook se han ‘comido’ todos los ingresos de publicidad tan importantes en estos momentos para la existencia de un buen periodismo. Todos estamos más presentes allí que en ningún otro sitio, de tal forma que puede hablarse de oligopolio: solo se difunde lo que esas compañías quieran.
- Facebook se ha lucrado de publicidad como nadie. Según los datos oficiales, el 84% del total de ganancias de Facebook en el tercer cuatrimestre de 2016 fue obtenido a través de publicidad móvil. De esta manera, plantear un modelo de una comunidad aún más amplia asegura aún más ingresos publicitarios.
- Facebook no parece interesada en crear un mundo mejor beneficiando a la sociedad con el pago de impuestos por sus enormes beneficios, ya que ha hecho todo lo posible para pagar menos: al igual que la mayoría de las empresas tecnológicas estadounidenses basa sus operaciones internacionales en países donde hay bajos impuestos de sociedades.
- En lugar de crear relaciones más fuertes, engendró ansiedades que son objeto de estudios científicos; ahora se analiza cómo Facebook nos hace más infelices.
Como concluye el propio ‘The Observer’, si Zuckerberg quisiera de verdad hacer algo útil, iniciaría un debate sobre cómo los gobiernos podrían regular nuevos monopolios creados por empresas como Facebook, además de hacer sus algoritmos transparentes para todos.