Valentín Katasonov
Fundación de la Cultura Estratégica

 

La crisis financiera de 2007-2009 terminó de forma eficaz el proceso de globalización. El 2015 el comercio mundial se redujo en más de 10% por primera vez desde el año 2009. Nada como esto se había visto desde la Gran Depresión de la década de 1930. Pero algunos políticos, figuras públicas, analistas y periodistas siguen discutiendo acerca de la globalización como un proceso «objetivo y progresivo» a pesar que esta ya ha finalizado.

El mundo se ha embarcado en una nueva era. Una característica importante en esta época es el fortalecimiento del proteccionismo en el comercio y las inversiones internacionales, la fragmentación del mercado global en zonas económicas y comerciales e incluso el avance hacia la regulación del comercio sobre bases bilaterales. Según la Organización Mundial de Comercio durante el período entre octubre del 2015 y mayo del 2016 los países del G-20 adoptaron 145 leyes dirigidas a fortalecer las barreras comerciales y más de 1.500 de tales leyes han sido adoptadas desde el año 2008. En total, según estimaciones del reconocido economista británico, Simon Evenett, hay cerca de 4.000 leyes y regulaciones proteccionistas en los libros por todo el mundo. Y los países del G-20 –que es donde se origina el 90 por ciento del comercio mundial—son responsables del 80% de esas barreras comerciales.

Donald Trump saltó ágilmente a ese tren con sus lemas de campaña prometiendo revitalizar la debilitada posición de Estados Unidos en el comercio mundial, sobre todo apoyándose en medidas proteccionistas.

En primer lugar, detener las negociaciones para la redacción del Acuerdo para la Asociación Trans-Atlántica entre EEUU y la UE y negarse a ratificar el ya firmado Acuerdo para la Asociación Trans-Pacífico.

En segundo lugar, encontrará la manera de salirse del TLC o revisar completamente las condiciones de ese tratado con las otras partes (Canadá y México) en particular.

En tercer lugar, empleará acuerdos bilaterales para enmarcar las relaciones económicas y comerciales de EEUU con el resto del mundo, al tiempo que simultáneamente se aleja de la política de regulación multilateral e incluso global del comercio mundial (al punto que Estados Unidos está al borde de negarse a participar en los trabajos de la Organización Mundial de Comercio).

En cuarto lugar, revisará completamente las condiciones en que EEUU comercia y se relaciona económicamente con China: incrementando el nivel típico de los derechos de importación de productos chinos en un promedio de 45% y adoptará medidas proteccionistas en relación con lo que se conoce como la guerra de las divisas de Beijín (el yuan artificialmente débil en relación con el dólar estadounidense).

Obviamente, la agresiva y frontal prosecución de tal programa podría no solo tensar las relaciones con muchos de los socios comerciales de Washington, sino que podría incluso desatar una guerra comercial. En junio del año pasado, el actual presidente de EEUU se refirió a las relaciones económicas chino-norteamericanas diciendo que «nosotros ya estamos en guerra comercial y la estamos perdiendo malamente». En la primavera del 2017 es posible que oigamos acerca de las primeras medidas prácticas para restructurar o «ajustar» la política del comercio internacional de Washington.

Los mantras proteccionistas de Trump ya están teniendo eco en todo el mundo. Los socios comerciales de EEUU ya están considerando medidas de represalia. Se trata principalmente de países con los que EEUU tiene el más grande desequilibrio comercial. En 2015, EEUU tenía el déficit más grande con los siguientes socios comerciales: (en miles de millones de dólares) China, 365’7; Alemania, 74’2; Japón, 68’6; México, 58’4; y Vietnam, 30’9. La actualmente astronómica suma de reservas internacionales de China es la cara oculta del activo superávit con EEUU que China ha estado aumentando año tras año. Durante los 15 años en su condición de miembro de la OMC, China ha acumulado un balance favorable de 3’5 billones de dólares en su comercio con EEUU.

Las llamas de una guerra comercial global podrían estallar incluso antes que Donald Trump se mueva dentro de la Oficina Oval. El 11 de diciembre de 2016 se cumplieron 15 años del ingreso de China en la OMC. De acuerdo con los términos de ese acuerdo a China se le otorgaría la condición de «economía de mercado» a no más tardar del 11 de diciembre del 2016. Esta condición aún no se ha materializado. De acuerdo con las normas de la OMC los países miembros de esta organización pueden tomar medidas para proteger sus mercados de los productos exportados desde países que no son «economías de mercado». La idea es que países que no hayan obtenido la denominación «economía de mercado» están estimulando sus exportaciones de una manera u otra. Esto incluye diferentes tipos de subsidios estadales, incluyendo una variedad subrepticia como rebajas fiscales. La OMC considera a las empresas de propiedad pública con mucha suspicacia. Y eso se aplicaría a una gran parte de los exportadores chinos. Con el propósito de protegerse de tales países, los miembros «civilizados» de la OMC tienen el derecho de imponer tasas anti-dumping que algunas veces son más altas que las tarifas regulares. La OMC no toma la decisión de reconocer la condición de «mercado» de una economía de manera centralizada, sino que es tomada por los países miembros de manera individual o grupos de países. Sin embargo, Beijín cree que bajo las condiciones del acuerdo de adhesión de 2001, después del 16 de diciembre de 2016 todos los miembros de la OMC deben ajustar sus relaciones con China tomando en cuenta el hecho que ahora se trata de una «economía de mercado». En otras palabras, es un mecanismo para hacer cumplir esta disposición de forma automática.

A principios de esta década, la Unión Europea dejó en claro a Beijín que China todavía estaba muy lejos de ser una «economía de mercado». Y en el transcurso de esos años la UE, fuera de todos los socios comerciales de China, mantuvo el nivel más alto de imposición de tasas anti-dumping contra productos provenientes de China, especialmente contra productos de la industria del acero. El año pasado, Bruselas repetidas veces ha declarado que la economía china todavía está lejos de ser una «economía basada en el mercado» y que por lo tanto no puede haber ningún cuestionamiento de que China no reciba automáticamente su anhelado status. Actualmente, la UE tiene en vigor 68 medidas anti-dumping, 51 de las cuales se aplican contra productos chinos. Estos impuestos pueden sobrepasar el 65% y son aplicados a una amplia gama de productos, desde productos de acero hasta paneles solares.

Por lo tanto, las tensiones están aumentando no solo en las relaciones entre Beijín y Washington, sino también con Bruselas. El verano pasado la Asociación Europea de Productores de Acero (EUROFER) publicó una declaración muy emotiva en la cual una vez más exigió que los países europeos bajo ninguna circunstancia reconocieran a China como una economía de mercado. Esta asociación sostiene que desde el año 2008 la industria europea del acero ha perdido alrededor de 85.000 puestos de trabajo, lo que equivalea más del 20% de la fuerza de trabajo. Según EUROFER durante los últimos 18 meses China ha duplicado sus exportaciones de acero laminado a la UE. El informe de EUROFER incluye una evaluación no sólo de la industria del acero, sino también de toda la economía de la UE: debido al aumento de las importaciones de productos chinos, la UE podría perder hasta 3’5 millones de puestos de trabajo en 25 sectores a partir del mes de diciembre del 2016.

Sin embargo, no hay consenso dentro de la propia UE sobre cómo proceder en relación con China. En particular, países como España e Italia se oponen categóricamente a otorgar a China la condición de «economía de mercado». Alemania está a favor, pero tiene algunas reservas. Gran Bretaña está también a favor (sin reservas), aunque ahora nadie en la UE está interesado en su opinión. Algunos burócratas de la UE están dispuestos a aceptar la transición automática de China a esta nueva categoría pero reservándose el derecho de recurrir a tasas anti-dumping contra productos chinos en «casos excepcionales». Los representantes de la industria de metales no ferrosos de la UE aceptarían otorgar a China su nuevo status solo si esta acepta el requisito de eliminar su «capacidad excesiva» para producir metales no ferrosos. La Comisión Europea estaba dispuesta a permitir que China recibiera automáticamente su nuevo status el 11 de diciembre, pero el Parlamento Europeo de manera inesperada se opuso en el mes de mayo pasado cuando propuso una dura resolución contra China en relación al carácter de la economía china.

Beijín a su vez, está tratando de alentar a la UE para que tome decisiones que sean favorables hacia China. A veces emplea la zanahoria (por ejemplo, reduciendo la «capacidad excesiva» en la industria del acero) y otras veces el palo: “Europa debería pensarlo dos veces antes de tomar una decisión final respecto de la economía de mercado china” como lo advirtió la agencia estatal de noticias Xinhua a raíz de la resolución del Parlamento Europeo.

Washington también está tomándole el pulso a este argumento. Actualmente China y EEUU son socios comerciales más o menos de la misma envergadura para la UE. Así que si la UE, de hecho, reconoce el status de economía de mercado de China, eso quitaría el último obstáculo para la expansión china sobre Europa. Y la posición comercial de EEUU en el mercado europeo va a tomar un giro hacia peor.

Este es actualmente un momento tranquilo del año para la política en Washington. Europa se ha quedado sola para hacer frente a China y tendrá que tomar sus propias decisiones en torno al status de la economía china. Sin embargo, aunque Bruselas emita su veredicto con apoyo político del presidente norteamericano aun así tendrá que enfrentar elegir entre una mala y otra muy mala opción. Cualquiera de las dos desatará una gigantesca guerra comercial (global). Teniendo en cuenta la mentalidad de los burócratas de la UE, sospecho que se demorarán en tomar esta crucial decisión durante un lapso indefinido. Por lo tanto, la UE es muy posible que oficialmente reconozca el status de economía de mercado de la economía de China pero, con la cláusula de que «en casos excepcionales» continuará recurriendo a las tasas anti-dumping contra los productos chinos.

Creo que en el próximo verano, cuando Trump haya empezado a ejecutar acciones prácticas en varios frentes, incluyendo la labor fundamental de reestructurar las normas que regulan el comercio mundial, este confuso receso en la relación chino-europea habrá llegado a su fin. Es probable que sea seguido por un fuerte estallido en el comercio y la relación económica entre la UE y China, que se intensificará en una guerra comercial sin cuartel.

Puntos candentes aislados de guerra comercial que están comenzando a arder en diferentes partes del mundo, podrían rápidamente converger en una sola conflagración bélica comercial global.

P.D.- El Congreso de EEUU creó la Comisión Económica y de Seguridad EEU-China para dotarse de asesoramiento e investigación. El 16 de noviembre de 2016 dio a conocer su informe anual, de 550 páginas. Para resumir en pocas palabras el contenido del informe, su conclusión es clara: China aún no califica para el status de «economía de mercado».

Fuente: http://www.strategic-culture.org/news/2016/12/12/only-one-step-away-from-global-trade-war.html