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Basem y Laila Tajeldine

El grupo poderoso que controla la politica de Estados Unidos tanto fuera como dentro de sus fronteras o mejor conocido como el Establishment, se está viendo amenazado con la llegada del nuevo inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump. Los malos cálculos en las elecciones presidenciales llevo a ese gran poder a negarle el apoyo al  magnate estadounidense y secundar una despiadada campaña en su contra.

Las campañas emprendidas por las grandes corporaciones mediáticas, para achacar la crisis del sistema, entre otros factores, a la migración, ha permitido el ascenso de la ultraderecha en Europa, América Latina y en el propio Estados Unidos. Donald Trump, aprovechándose de ese elemento ha logrado inyectar “esperanzas” dentro del pueblo estadounidense con sus promesas de reconstrucción e inversión del Estado para incentivar las industrias dentro de su país, así como la promesa de expulsión de migrantes (mexicanos y musulmanes).

Ahora bien, esta política que debilita la lógica expansionista que mantiene el Establishment, unida a la falta de compromiso del nuevo Presidente con estos factores de poder darán entrada a una evidente confrontación.

El nuevo Presidente de EEUU apunta a tener una primera etapa de gobierno centrada en la revisión,  remantelamiento de las industrias de su país, repliegue táctico y acomodamiento, para luego irse a una segunda etapa de regreso al ámbito mundial con un Estados Unidos mucho más fuerte económicamente y expansionista.

Sin duda, con estas políticas de cierre de industrias en el exterior e inversión fronteras adentro (como los ha anunciado las empresas Ford, General Motor, entre otras) afectará los intereses del resto de los países neoliberales, incluyendo los de nuestra región (México, Brasil, Chile y Argentina). Ahora bien, tales medidas podrían contribuir a un aislamiento de EEUU en el campo diplomático internacional y por supuesto, le impediría un posible consenso internacional frente a cualquier agresión contra otra nación que se planteen.

EEUU-China-Rusia

Donald Trump ha intentado sincerar la política sobre la base del interés hegemónico de su país, por lo que ha asignado como el mayor enemigo de EEUU a China, país que los ha desplazado de todos los mercados internacionales, donde solo en América Latina están invirtiendo una suma que supera los 250 mil millones de dólares. Además, China es la Nación que posee la mayor reserva de bonos del tesoro de EEUU. Por ello, para Trump Rusia, que no es una competencia económica, no constituye peligro alguno e intentará estabilizar las relaciones ya debilitadas por Obama. El nuevo Presidente siempre ha expresado en público ¿De que sirve poseer una hegemonía militar sí no se tiene la económica?

A pesar de todas estas intensiones y promesas electorales por parte del nuevo Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habría que ver hasta dónde lo dejará actuar el Establishment estadounidense, ya que si bien las dos cámaras legislativas las dominan los Republicanos, esto no significa que los mismos no sean representantes de ese poder visible que desde siempre ha dominado la política de EEUU.

Los verdaderos decisores de la política estadounidense no dudarían en quitarse una piedra del zapato en caso de necesitarlo. Sin duda aplicarían cualquier método, incluyendo los aplicados a Kennedy o Nixon.