Por: Níkolas Stolpkin
Dedicado con cariño a Andrés Oppenheimer, Mary Anastasia O’Grady, María Welau y Axel Kaiser.
El peor enemigo del hombre es la ignorancia
La dependencia de los Medios Nacionales a los Grandes Medios
Si hay algo positivo de las «Redes Sociales» esa es la inmediatez de la información; si hay algo negativo es que le haya dado voz a la ignorancia.
Y si hay algo que nos permite ver los grandes acontecimientos desde la otra vereda, esa es la dependencia de los Medios nacionales a los Grandes Medios. ¿Se acuerdan cuando los Medios nacionales corrieron a transmitir en vivo el cortejo fúnebre de la princesa Diana de Gales (1997) que transmitieron los Grandes Medios?
Esta vez los Medios nacionales latinoamericanos tuvieron la oportunidad de plegarse a la señal oficial cubana y dar cobertura a la despedida de una de las figuras latinoamericanas más influyentes que haya tenido el mundo y el continente, pero se limitaron a mirar para otro lado. No quisieron ver, ni mostrar al mundo, todo ese amor del pueblo cubano hacia la figura de Fidel Castro. Al contrario, se limitaron a dar voz a la insignificante disidencia cubana en Miami y a los críticos neoliberales «anticastristas».
¿La princesa Diana habrá tenido mayor influencia en América Latina y el mundo que Fidel Castro? Cuando murió la princesa ¿los medios dieron cobertura a voces contrarias a la princesa o a la monarquía inglesa?
Los Medios nacionales dependientes tienen la mala costumbre de sumarse a los Grandes Medios cuando estos definen lo que es importante transmitir al mundo. Los medios nacionales difícilmente rompen con esa tradición, ya que son dependientes de los Grandes Medios, así como muchos gobiernos dependen de las políticas de grandes intereses imperiales. Los medios nacionales tienen la costumbre desagradable de repetir lo que los Grandes Medios emiten. ¿La cobertura sobre el fallecimiento de Fidel Castro que tuvo en medios nacionales, fue distinta a la de los Grandes Medios?
Antes de hablar, aprendamos a limpiarnos la boca
Antes de hablar mal de Fidel Castro y la Revolución cubana, primero hay que aprender a limpiarnos la boca. Cuando logras ver los logros de la Revolución cubana en materia de salud, medicina, educación, deportes, cultura, justicia y seguridad podrás notar que la política nacional de tu país «democrático» es un soberano chiste dentro de un gran circo.
¿Nunca nos aburre el famoso cuento electoral de «acabar con la pobreza», o «acabar con la delincuencia»? ¿Nunca nos aburre la relación que existe en tu país entre la élite política y la élite económica? ¿Cuántas veces hemos escuchado las historias de colusión y evasión entre el gran empresariado? ¿Cuántas veces hemos escuchado el cuento de que «somos iguales ante la ley»? Pregunten en Chile a dónde van a parar los violadores de los derechos humanos de la dictadura de Pinochet o dónde van a parar las élites económicas cuando transgreden las leyes. ¿Nunca nos aburre escuchar los problemas de los endeudados en casas comerciales, bancos, centros educacionales, etc? ¿Nunca nos aburre escuchar respecto al flagelo de las drogas y la delincuencia? ¿Habrá cambiado en algo el escenario en todos estos años?
Pues para tu desgracia, en Cuba no existe el circo electoral que existe dentro de tu amada «democracia», porque existe un modelo económico socialista que vela por el interés general antes que el interés particular, e invalida todo circo y actos de ilusión; todo lo contrario a lo que sucede dentro de un modelo económico capitalista, donde el interés particular está por sobre el interés general.
En Cuba no existe esa relación desvergonzada que existe en tu «democracia» entre las élites económicas y las élites políticas, ya que existe un Estado fuerte que no se deja intimidar por el interés privado en búsqueda constante del deterioro del interés general.
Difícilmente escucharás en Cuba las historias de colusión y evasión de impuestos del gran empresariado como nos tienen acostumbrados dentro de sociedades donde impera tu «democracia».
En Cuba no existe la fiebre consumista, abusos de precios, ni la «libre empresa» para que el interés privado produzca masas de endeudados, tal como conocemos dentro de sociedades donde impera tu «democracia».
Dices tú
Dices tú que Fidel fue un «cobarde» porque no permitió elecciones libres en 57 años; no permitió Medios fuera del radio gubernamental; no permitió partidos políticos independientes; no permitió que instituciones financieras internacionales corroboraran, ni monitoriaran estadísticas económicas del gobierno; no permitió que organizaciones internacionales de derechos humanos llevaran a cabo investigaciones in situ sobre supuestos «abusos a los derechos humanos» en la isla.
¿Acaso sirve de mucho todo ello cuando el pueblo cubano tiene garantizada la salud y la educación que difícilmente existe en tu país? ¿Acaso sirve de mucho todo ello cuando el pueblo no se le tiene a merced del interés privado, ahogado en deudas e intereses usureros como bien sucede dentro de tu sociedad «democrática»? ¿Cuál es el interés de que haya en Cuba elecciones «libres» como acostumbran las «democracias» capitalistas? ¿Cuál es el interés de tener Medios privados irresponsables y sin ningún respeto hacia el pueblo, como bien nos tienen acostumbrados en sociedades «democráticas» ahogadas en la ignorancia? ¿Cuál es el interés de que instituciones foráneas vayan a Cuba a monitorear y corroborar los datos que entrega el gobierno? ¿No les basta con los datos oficiales? ¿Por qué la desconfianza? ¿La desconfianza se debe a que en tu «democracia» no existe el éxito que existe en materia de salud, educación, medicina, deportes, cultura, etc?
Dices tú que Fidel «destruyó a Cuba». Entonces cuenta lo que «destruyó» Fidel, argumenta tu respuesta, pero evitemos hablar por hablar.
Dices tú que Fidel fue «uno de los mayores narcisistas de la historia». Eso pregúntenselo al pueblo que amó y le garantizó la educación y salud, pilares que tanto discuten en sus «democracias», y todo ello a pesar de un bloqueo económico. Eso pregúntenselo al trabajo internacionalista desinteresado realizado en países del Africa contra el colonialismo europeo. Eso pregúntenselo a los que fueron testigos de la verdadera ayuda humanitaria, solidaria, de médicos desplegados allí donde hacía falta ayuda.
Dices tú que Fidel fue un «criminal», un «sanguinario», un «dictador», un «violador de los derechos humanos». ¿Por qué? ¿Porque la revolución cubana en sus inicios se encargó de hacer el aseo dentro de un país que había estado lleno de mugre? ¿Porque después de un juicio se mandó a fusilar ejemplificadoramente al general Arnaldo Ochoa y otros tres implicados en actividades de narcotráfico, autores confesos y que reconocieron que habían traicionado a la patria, a Fidel y a la revolución cubana? Mira el problema del narcotráfico en tu «democracia». ¿Qué me dices de México y sus cárteles? ¿Qué me dices de Colombia y su primer puesto como productor de cocaína en el mundo?
¿Cuál es la «democracia» que queremos para Cuba?
¿Cuál es la «democracia» que queremos para Cuba? ¿La «democracia» de los Estados Unidos, esa que tanto amas y admiras; esa que de tiempo en tiempo produce enfermos de la cabeza que matan en las escuelas; esa que de tiempo en tiempo nos muestra la brutalidad policial hacia los negros; esa que bombardea Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia, Siria, etc; que invade Panamá, Nicaragua, Vietnam, Irak, etc; esa que deja caer dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki? ¿La «democracia» que existe en Colombia y México, esa que produce innumerables fosas comunes, asesinatos extrajudiciales, desplazamientos; esa que asesina a periodistas, dirigentes sindicales, dirigentes sociales; esa que ha tenido a más de una veintena de congresistas vinculados con el paramilitarismo o el narcotráfico (Colombia); esa que desaparece a 43 estudiantes (Ayotzinapa, México)? ¿La «democracia» que existe en Chile, esa que sus élites políticas han recibido financiamiento para campañas políticas de élites económicas (casos PENTA, SQM); esa que hace entrega del mar chileno a media docena de familias adineradas, perjudicando los intereses de los pescadores artesanales; esa que hace entrega de su principal recurso natural (70% del Cobre) a manos del interés privado; esa que hace entrega de los servicios públicos (electricidad, agua, transporte y telecomunicaciones) a manos del interés privado?
Hipocresía
¿No estamos siendo un poco hipócritas? Hacia Cuba somos muy «entusiastas» por la «falta de democracia», pero cuando se trata de Estados Unidos, México o Colombia, dejamos de ser tan «entusiastas». Pareciera ser que, cuando se trata de Estados Unidos, México o Colombia, dejan de existir las «violaciones a los Derechos Humanos». En cambio, fallece Fidel Castro y por arte de magia ustedes se convierten en «defensores» máximos de los derechos humanos; fallece Fidel Castro y por arte de magia se convierten en «defensores» de los migrantes cubanos que salen de la isla, cuando nada dicen de los cientos de migrantes que salen de Colombia, Haití, República Dominicana, Ecuador etc. Pero claro, como se trata de Cuba y Fidel tienen que hablar y convertirse en verdaderos «expertos» conocedores de Cuba y las «violaciones a los derechos humanos».
Ahora, para amortiguar, ¿la «nueva» retórica es señalar que toda dictadura «de Derecha o Izquierda» son todas «iguales», y automáticamente agregar la comparación absurda entre Augusto Pinochet y Fidel Castro? Llegando, incluso, al extremo de querer instalar la idea de que Augusto Pinochet fue una blanca paloma frente al «dictador» de Fidel Castro.
¿Les molesta tanto que algunos medios hayan señalado a Fidel Castro como un «líder de la revolución» o que algunas figuras importantes hayan dado muestras de respeto hacia su figura?
Lo cierto es que, quieran o no quieran, Fidel Castro quedará en la memoria de muchos, y no como un «criminal», un «sanguinario» o un «dictador», como sí lo fue Augusto Pinochet.
El «entusiasmo» surgido tras el fallecimiento de Fidel, reconozcan que no fue más que la rabia de ver cómo ese hombre era despedido y elogiado como un grande de la historia. Tuvieron que sacar desesperadamente datos de fuentes espurias para adornar sus infames palabras hacia Fidel y hacia los logros de la revolución cubana. Pero el enrabiado «entusiasmo» desplegado, quedará en el olvido como un triste y patético pataleo de un niño malcriado; y el ejemplo de lucha, dignidad, solidaridad, patriotismo de Fidel Castro quedará imborrable en la memoria colectiva de todo un pueblo y de todos aquellos que fueron testigos de su obra.
Yo soy Fidel