Heinz Dieterich
A mis revolucionarios amigos cristianos Toribio y Sandra
1. Satanás: «hostile takeover» del negocio divino
Cuando el proletario carpintero de Palestina, Yeshua, se rebeló contra la clase dominante de latifundistas y usureros, sacándolos de sus oficinas del Wall Street judío –del Templo de Jerusalén– no podía imaginarse, que tres siglos más tarde una mafia de inescrupulosos lo iba a convertir en franquicia de explotación y dominación global. Tampoco podía prever que su insurrección patriótica contra la ocupante superpotencia estadounidense, que entonces se llamaba Roma, generaría el primer Estado mundial de la historia. Obviamente, en términos económicos, la noble empresa de Jesús fue víctima de un «hostile takover» (adquisición hostil) del Diablo, a quién le encanta –además de ser su trabajo– perturbar la magna obra del Señor. Así nos instruye el meme preferido de la mercadotecnia cristiana para el rebaño (grex), que no debe perder la fe en la mercancía extraterrestre de esta poderosa institución transnacional. Un «Grexit» sería la apocalípsis para la empresa, sus gerentes (obispos) y su CEO, el Papa.
2. Perversión de la obra de Jesús
Para mentes preclaras puede ser más ventajosa la explicación de Max Weber que la teocrática: de que se trata de «consecuencias no-intencionales» de la praxis social; o la distinción antropológica de Paul Bloom entre causalidad física e intencional, como sustento universal de las religiones. De cualquier forma, siendo Jesús un rebelde honesto, impulsado por una metafísica pacifista, progresista y patriótica, podemos entender fácilmente su victimización y la perversión de su legado por las oligarquías de clase, como parte de la lucha darwinista por el poder terrenal, que caracteriza al «mono sapiens». Si el Señor hubiera tenido a bien bendecir a su hijo con ciertas previsiones del nihilismo, de Max Weber, de las lógicas transformacionales y del post-modernismo no-frívolo, posiblemente Jesús no hubiera seguido el ejemplo de Prometeo. No queda claro, sin embargo, cuál de las dos opciones hubiera sido mejor para la humanidad.
3. Constantino – Agente bursátil del Señor
Constantino «el Grande», Emperador Romano de los años 306 a 337, fue la «mano visible» del Señor en el negocio con el Azufroso. Viendo crecer la divulgación de la fe cristiana en el Imperio, el Emperador golpista entendió de manera intuitiva lo que Marx, Freud y la University of Utah demostraron posteriormente con la ciencia. Que sin ciberespacio para transmitir los espectáculos del circo romano y, carente del futbol profesional y de telenovelas, la religión cristiana podía ser un sueño integrador opioide (Marx) o una neurosis colectiva funcional (Freud), para el fragmentado Imperio multiétnico y pluricultural. O, que la afirmación de los mormones de Utah, de que el placer que proporcionan distintos actos de fe es equiparable al del sexo, de la comida y de la música, es cierto; como comprobó el «Religious Brain Project» de la Universidad de Utah, que reveló que todas esas actividades impulsan el mismo grupo de neuronas (nucleo accumbens) en el cerebro. Sea como fuese, el golpista declaró al cristianismo religión del Estado con el Edicto de Milán (313); y en el Concilio de Nicea (325) agregó a la clase dominante del Imperio una nueva elite de poder: la nomenclatura cristiana, encargada de imponer el nuevo software de dominación. Con esa transacción entre el todopoderoso y omnisapiente Yahvé, el diabólico Lucifer y el maquiavélico Constantino, las oligarquías convirtieron la sangre de Jesús en oro. Esta es la génesis del Estado del Vaticano, el primer Estado global de la humanidad. 1,700 años antes de que afanosamente naciera el primer proto-Estado global secular de la especie (ONU). Son prodigiosos, los caminos del Señor.
4. Tiranía mundial y terrorismo de Estado
Todo Estado es una dictadura en el sentido estructural del término y el cristiano no fue la excepción. Los nuevos codueños de la Pax romana convirtieron el legado del pacifista Jesús rápidamente en una franquicia para saquear al mundo entero y matar a todos aquellos que no estaban de acuerdo con ellos. «Paganos», apóstatas, rivales de Roma, todos los obstáculos a la naciente tiranía fueron eliminados o sometidos a sangre y fuego, por el poder de Roma, los emperadores occidentales y la naciente teocracia católica. Ahí nació la «guerra santa» cristiana, mucho antes del yihad islámico, mucho antes de la reconquísta hispánica y mucho antes de las cruzadas. Carlo «Magno», uno de los grandes asesinos de la historia, devastó como el Leviatán bíblico a toda Europa central, para imponer la nueva metafísica oscurantista. A quince minutos de mi pueblo (Verden), mandó masacrar a cuatro mil sajones, hombres, niños y mujeres, porque en treinta años de guerra no había podido someter a nuestro pueblo. Las barbaridades de la «evangelización» del «Nuevo Mundo», desde la explotación del trabajo forzado y del esclavismo de los jesuitas, hasta la quema viva de «mexicas» por Cortés, no fueron más que aplicaciones del terrorismo, con que el Primer Estado Global de la especie impuso sus intereses. Los concordados con Hitler y Mussolini, la implacable ira y persecución de la comunidad LGTB y la negación de los derechos humanos de la mujer, son facetas perennes de este Estado global misógino y reaccionario.
5. The Wall Street Journal, el Papa y la Izquierda
Encontrar un cristiano en la Iglesia Católica es tan difícil como encontrar un comunista en los Partidos Comunistas. Y no cabe duda, que el actual Jefe del Estado vaticano, Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, es lo más cercano al carpintero Jesús, que haya llegado a la investidura máxima del Primer Estado Global. Con razón, el diario de la plutocracia mundial, el Wall Street Journal (WSJ), se inquieta y pregunta, como el Papa Francisco se convirtió en el líder de la izquierda global: «How Pope Francis Became the Leader of the Global Left». Sin embargo, la gaceta plutocrática y sus avatares pueden descansar en paz. En primer lugar, «la izquierda global» es una entelequia como los angelitos de los teólogos. No existe una izquierda global, sino sólo una socialdemocracia global. Y ésta no es un peligro para el sistema, porque es parte de él. En segundo lugar, un humanista, colocado temporalmente a la cabeza de una dictadura global, no puede invertir la pirámide de poder – suponiendo que quisiera hacerlo. El WSJ debe usar la teoría del mercado y del poder para entender el fenómeno «Franciscus». Con el colapso del Socialismo del Siglo 20, se abrió un gigantesco mercado de expansión para los oligopolios mundiales que dominan la mente de la manada (grex). La Iglesia Católica que creó la primera empresa y franquicia de software mundial en la historia, no puede dejar pasar esa coyuntura y permitir que sus rivales religiosos oscurantistas (islam, hinduísmo, judaísmo, etc.) y seculares («el materialismo que deja a Dios en las sombras», Bergoglio), se queden con este mercado.
6. Dios en las sombras
A nadie le gusta quedarse «en las sombras», ni a Dios, como nos informa Francisco. Mucho menos le gustará hablar desde un minarete en árabe. De ahí, que no hay más que movimientos de mercado y geopolítica en este escenario. Y, por supuesto, un mártir que dio el ejemplo para unos cuantos cristianos que lo toman en serio. Mientras tanto, el rebaño y sus pastores siguen su camino…