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Jesús Silva R.

Luego de recorrer los principales canales de televisión y medios de comunicación de Venezuela, así como varios internacionales, he notado la sonrisa de inmensa satisfacción de algunos «comunicadores» cuando un ex militante de la Revolución Bolivariana les dice: «soy chavista pero no madurista». 

Esa euforia casi orgásmica tiene una explicación: quien se hace llamar chavista pero no madurista se convierte en la práctica en un aliado de la oposición. Esto es así porque estos señores le restan votos al PSUV y contribuyen a que otros chavistas descontentos sigan el mal ejemplo de la abstención o simplemente salten la talanquera votando por la MUD.

Ver video en Youtube: Debate Jesús Silva vs Nicmer Evans en Globovisión:

Este video muestra dos posturas, un chavismo disidente y anti madurista que propone salir de Maduro para lograr un «cambio» y otro chavismo nuestro (chavismo de a pie) que plantea corregir todas las fallas de la burocracia prepotente pero preservando el poder del Estado para el pueblo porque sin poder en manos del pueblo no hay cambio revolucionario posible. Decida usted, camarada chavista, el mejor rumbo para Venezuela. Yo me quedo defendiendo la unidad de los revolucionarios y a la vez haciendo propuestas para rectificar la gestión de gobierno…

Es ingenuo no fijarse que el Gobierno de Maduro es la herramienta necesaria para realizar la revolución, es decir, sin el poder del Estado en manos de los chavistas, la revolución sólo puede existir como una doctrina, un sueño pero no una fuerza social y política capaz de transformar al país. Antecedentes violentos revelan que la MUD montada en Miraflores no va a respetar el juego democrático permitiendo que el PSUV viva en paz como nuevo bloque opositor (esa telenovela feliz sólo cabe en la mente de Delia Fiallo o Corín Tellado).

Cuando Chávez estaba vivo, la frase (trampa) usada para confundir al pueblo era: «soy Bolivariano pero no soy Chavista». Y justamente con ese juego de palabras se pretendía dividir al pueblo seguidor del socialismo. Porque sin las ideas de Simón Bolívar, el proyecto de Chávez pierde su identidad de soberanía, independencia, inclusión social e igualdad.

Una cosa hay que tener clara, la posibilidad de resolver la actual crisis económica en Venezuela depende de corregir las fallas del Gobierno Bolivariano, erradicando el burocratismo y la corrupción, ampliando la participación popular, respetando la crítica y la autocrítica revolucionaria, ampliando las alianzas y eliminando vicios como el sectarismo, la prepotencia de varios dirigentes; pero nunca entregándose a las fuerzas de la burguesía y sus partidos porque si los opositores llegan al poder van a imponer un modelo contra el pueblo que ya está escrito internacionalmente y se llama neoliberalismo, o sea, todo para el rico y nada para el pobre.

Rectificar, corregir, mejorar, defendiendo siempre a la revolución en el poder, son las acciones correctas para lograr la felicidad del pueblo venezolano; renunciar a la revolución y pactar, directa o indirectamente con el enemigo, nunca será remedio.

No importa si circunstancialmente individuos de la burguesía coquetean con los personajes que se identifican como «Chavistas pero no Maduristas» pues una vez utilizados estos camaradas serán desechados como pañales.