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Heinz Dieterich

1. El milagro bíblico de la cloaca

Cuando la democracia burguesa más importante del mundo reduce el derecho electoral de sus ciudadanos a escoger entre dos malhechores políticos; cuando después permite que su policía política (FBI) encabece un golpe de Estado en favor de uno de ellos y, cuando finalmente, declara vencedor al que menos votos obtuvo, entonces el prestigio de esta democracia se va al carajo. Y cuando se trata de una potencia mundial, entonces se va mundialmente al carajo. La estratagema de dominar a la sociedad global por el soft power, que iba a ser el brand name (característica) de la dupla Obama-Clinton, desapareció en el sumidero de la cloaca electoral estadounidense. La gran tarea bíblica de la clase política e intelectual del imperio consiste ahora en inventar una narrativa que convierte milagrosamente las aguas negras de la cloaca plutocrática en prístinos ríos de un monte virgen.

2. Mandarines y Nazis

En términos históricos se trata de explicarle al mundo, que die Macht-Ergreifung (toma del poder) de los nazis en 1933 era, en verdad, un acto de democracia pura y no un coup d ´etat. Por eso, los mandarines imperiales están elaborando a marchas forzadas la gran narrativa de la virginidad electoral del sistema, no tocada por las manos peludas del pussy-asaltante Trump. Tienen que cumplir dos tareas, por las cuales les paga la plutocracia: 1. facilitar la reconciliación entre las diferentes fracciones de la clase dominante; el servil Obama en el Oval Office con Trump, y la oferta de Sanders al acosador sexual y promotor de la tortura, de cooperar en educación con él (NYT, 12.11.), lo ilustran; 2. mantener a las mayorías en un estado de pre-conciencia y angustia, que impide su adecuada praxis transformadora contra el régimen capitalista-burgués. Honra, sin embargo, al pueblo estadounidense, que la mitad de los electores entendió la humillante y cínica farsa a la que los quería someter la oligarquía, y que se negó a participar en ella.

3. La biblia existe, y los milagros también
La gran mentira imperial para el consumo nacional y los desconcertados sátrapas neocoloniales en Europa, Asia y América Latina, va más o menos así. Distraídas por las duras faenas de la globalización, las laboriosas élites (establishments) del Partido Republicano y Demócrata se habían alejado del pobre trabajador blanco. Éste sufría de Angst (angustia) y desesperación ante la globalizacíon que exportaba sus trabajos hacia las “cabezas de siervo con ojos de ratón” –los chinos, en dicción nazi-racista del comisario alemán de la Unión Europea, Karl Oettinger, Schlitzaugen y Schlitzohren– y los violadores y narcogángsteres mexicanos (Trump). Cuando los dos estratos distraídos del establishment no le hicieron caso al “forgotten man” de Franklin Delano Roosevelt, entonces se apareció Donald Robin Hood, el heraldo salvador: un tanto rudo, sin realengo dinástico, pero con gran sensibilidad para los olvidados, “les misérables” del gran Victor Hugo. Y Donald el Peligroso, el shining knight, mató en combate desigual al dragón de las múltiples cabezas: Wall Street, CNN, Ted Cruz y, finalmente, Hillary Clinton. Lo que demuestra que el sistema funciona y que aún alguien que está en contra del establishment, puede ser presidente electo de los descamizados (sans culottes), en esta hermosa democracia. Quod erat demostrandum – lo que era necesario demostrar.

4. La razón no-milagrosa del Golpe terrenal
La verdadera razón detrás de la Macht-Ergreifung golpista de la derecha excluida gringa, es el fallido intento de los neofascistas (neocons), de destruir a Vladimir Putin y Xi Jinping. Los neocons, envalentonados con la implosión de la URSS y empoderados por el gobierno de Clinton, trataron de destruir el renacimiento de Rusia bajo Putin, repitiendo la estrategia de disolución de la URSS: destrucción económica vía el precio del petróleo y sanciones; ideológica vía la socialdemocracia, el Vaticano y el islam wahabita; geoestratégica vía el terrorismo islámico, y anti-evolutiva vía la latente agresión nuclear. Posiblemente, el proyecto neofascista de dominación unilateral –bautizado en 1941 por Henry Luce como American Century, concretizado por el Policy Planning Staff del Departamento de Estado y el Council on Foreign Relations, y puesto en práctica a partir de la construcción de la arquitectura financiera postguerra de Bretton Woods (1943) y la OTAN– les habría funcionado a los vencedores de la “guerra fría”, si no fuera por Xi. En el momento más crítico para Rusia, Xi y Putin firmaron en Beijing (2014) un convenio de suministro de gas por más de 400 millardos de dólares. Junto con una política económica inteligente de Putin, se salvó Rusia. El presidente ruso le devolvió los favores a Xi, cuando Obama trató de encerrar a China con una cortina de hierro, a través del “pivote Asia” y la línea roja en el Mar del Sur. Estas desmedidas presiones neofascistas hicieron nacer la alianza estratégica entre Beijing y Moscú que hizo fracasar la nueva “guerra fría” y el triunfo neocon en Medio Oriente. Trump y la derecha excluida aprovecharon inteligentemente esta situación, particularmente los continuos fracasos del belicismo neofascista (Afganistán, Irak, Libia, Ucrania, Siria), para movilizar a los más de 22 millones de veteranos de guerra que hay en Estados Unidos y que votaron en una proporción de 2 a 1, a su favor. Se convirtió (demagógicamente) en el “candidato de la paz”, frente a la neocon Clinton. Pero, dado el hermetismo oligárquico del sistema político gringo, cementado en el bipartidismo, el colegio electoral, la corrupción y el monarca secularizado (el presidente), el cambio del agotado modelo neofascista no era posible, por las incestuosas vías del sistema. Por eso, se requería una especie de Machtergreifung según el “principio de legalidad” de los nazis. La policía política del régimen, el FBI, se encargó de la maniobra, junto con el operador de “dirty tricks” trumpiano, Roger Stone, y Wikileaks. Históricamente estamos ante un coup d´etat del bonapartismo de derecha y, dialécticamente ante la venganza de la URSS y su Socialismo del Siglo 20.

5. Fin de la hegemonía mundial de Washington
El destape internacional de la cloaca de la democracia estadounidense, signaliza el fin definitivo del sueño de dominación mundial de la Pax Americana. Ahora, el ascenso de China como nueva potencia mundial dominante, solo podrá pararse al precio de un holocausto nuclear, al igual que su alianza estratégica con Rusia. La fragmentación del imperialismo europeo es igualmente inevitable. Pero, con el colapso de Washington como centro de gravitación del sistema mundial, este entra en dinámicas erráticas, que sólo dejan dos vías de evolución posible: la multipolaridad o las cenizas atomares. Esta decisión está en manos del híbrido monstruo neofascista-Trumpiano: una perspectiva nada prometedora para la humanidad.

6. Implosión de la tiranía estadounidense
La situación interna del sistema estadounidense, después del fracaso del proyecto mundial neofascista (neocon), es de suma inestabilidad y peligro para la humanidad. Su sociedad está dividida en tres partes: el 50% que sabe que no puede cambiar nada en esta tiranía mediante el sistema electoral, y se abstiene de votar; el 25% que votó por los neofascistas Clinton, Obama, Bush, y el restante 25%, que votó por los protofascistas Trumpianos. Mientras la sociedad se encuentra dividida en tres segmentos, el poder político está concentrado unilateralmente en uno: el Partido Republicano que controla la Casa Blanca, las dos cámaras legislativas, la Corte Suprema, la mayoría de las gubernaturas y la mayoría de las legislaturas estatales. Una concentración de poder en manos de un solo partido político que no ha habido desde 1920. Este sistema dictatorial protofascista entrará en crisis pronto, cuando la clientela del gran charlatán exija que se materialicen los milagros económicos que prometió en la campaña electoral. Entonces, la bota militar y los bastones policiacos les enseñarán dolorosamente el significado del concepto nazi Macht-Ergreifung. Para aquellos, que no quieren esperar hasta que llegue ese momento pedagógico, basta una mirada a las bolsas de valores. Serenidad es el mensaje que emiten los monitores. Y ya casi le invade un espíritu navideño a la tribu dominante de 62 individuos que tienen la mitad de la riqueza mundial. Enhorabuena, en esta maravillosa democracia burguesa, que es un casino en que todos pueden jugar, pero en que los dueños nunca pierden.