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2 de noviembre de 2016. – Desde que alcanzó la presidencia de Filipinas el pasado mes de junio, Rodrigo Duterte ha expresado en numerosas ocasiones y sin medias tintas su malestarcon EE.UU., un aliado tradicional de su país. Si bien podría pensarse el presidente filipino solo busca con ello granjearse el apoyo de su electorado, en realidad su ‘antiamericanismo’ es sincero y sus raíces son profundas y variadas,escribe la revista ‘The Diplomat’.

La familia

Rodrigo Duterte es el primer presidente filipino procedente de la parte del país de mayoría musulmana, cuya «experiencia histórica» difiere mucho del resto de la nación, mayoritariamente cristiana, explica la revista. Según su hermana, el político ‘heredó’ de su abuela la noción de la culpabilidad de EE.UU. en los crímenes durante la invasión y colonización de Filipinas en la primera mitad del siglo pasado.

Los mentores izquierdistas

Duterte es un partidario sincero de la ideología izquierdista, como él mismo confesó en una entrevista el pasado mes de octubre. En los años 60 Duterte fue alumno del fundador del Partido Comunista de Filipinas, José María Sison, que en 2002 fue declarado patrocinador del terrorismo por EE.UU.

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Banderas de China y Filipinas en la reunión de los presidentes de ambos países, Xi Jinping y Rodrigo Duterte, en Pekín, el 20 de octubre de 2016.

Banderas de China y Filipinas en la reunión de los presidentes de ambos países, Xi Jinping y Rodrigo Duterte, en Pekín, el 20 de octubre de 2016.Thomas PeterReuters

Crímenes colonialistas

Duterte no está dispuesto a olvidar los crímenes colonialistas de EE.UU., como la matanza en Bud Dajo de 1906, a la que se refirió de forma vehemente el pasado mes de septiembre en una reunión de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), si bien dicha referencia no estaba prevista en su discurso, recuerda ‘The Dipomat’. Según Duterte, cuando se aborda la cuestión de los derechos humanos hay que abarcar todo el espectro de problemas y no solo aquellos de los que quiere hablar Washington.

«Pequeños hermanos marrones»

Duterte busca una política exterior independiente de EE.UU., que mantiene ‘atada’ a Filipinas con «cadenas invisibles». Así lo expresó en octubre el secretario de Exteriores, Perfecto Yasay, en una publicación en Facebook, recordando que para la Casa Blanca los filipinos son «pequeños hermanos marrones incapaces de tener verdadera independencia y libertad».

La Policía antidisturbios durante una protesta contra las tropas estadounidenses en Filipinas frente de la Embajada de EE.UU. en Manila, el 27 de octubre de 2016.

La Policía antidisturbios durante una protesta contra las tropas estadounidenses en Filipinas frente de la Embajada de EE.UU. en Manila, el 27 de octubre de 2016.Romeo RanocoReuters

No es Yasay quién inventó este apodo humillante, común entre los estadounidenses durante su dominio colonial en Filipinas, ya que su autoría recae en el entonces gobernador general de Filipinas, William Howard Taft, que en pocos años se convertiría en el presidente de EE.UU. La «política de palo y zanahoria» de EE.UU. en Filipinas y su «sumisión» a los intereses de Washington es algo de lo que Durarte quiere liberar al país, opinó Yasay.

El insulto de la CIA

Duterte no le puede perdonar a Washington la presunta involucración de la CIA en la fuga del país de un estadounidense investigado, Michael Meiringun, un ‘cazador de tesoros’ ilegal que en 2002 causó por accidente una explosión en un hotel en la ciudad de Dávao. Duterte era entonces alcalde de la ciudad y percibió lo ocurrido como «un insulto de EE.UU.».

Un drogadicto en el Centro para la Recuperación Cristiana en Antipolo, Filipinas, 12 de septiembre de 2016.

Un drogadicto en el Centro para la Recuperación Cristiana en Antipolo, Filipinas, 12 de septiembre de 2016.Romeo RanocoReuters

Problemas con visado

Según recuerda ‘The Diplomat’, se dice que EE.UU. denegó en una ocasión el visado a Duterte, posiblemente en relación con las matanzas extrajudiciales en la ciudad de Dávao. Además, Duterte sufrió el hostigamiento de las autoridades de inmigración en el aeropuerto de Los Ángeles cuando se dirigía de Filipinas a Brasil, siendo detenido e interrogado por no tener un papel necesario para su tránsito por EE.UU.

Duterte no solo anunció que sería «la última vez» que iba a EE.UU., sino que, además, mencionó la posibilidad de imponer visados a los estadounidenses para visitar Filipinas.

La debilidad de EE.UU.

Duterte considera que EE.UU. falló a la hora de proteger los intereses de Filipinas en el mar de la China Meridional y «no hizo nada» para impedir a China que construyera sus islas artificiales en los territorios en disputa que socavaron las posiciones de Manila.

El cadáver de un presunto narcotraficante abatido durante la operación 'Shabu' (metanfetamina) en Manila, el 18 de agosto de 2016.

El cadáver de un presunto narcotraficante abatido durante la operación ‘Shabu’ (metanfetamina) en Manila, el 18 de agosto de 2016.Ezra Acayan/File PhotoReuters

Conflicto con embajador estadounidense

Durante la campaña presidencial de Duterte, el embajador de EE.UU., Philip Goldberg, desató su ira al recordar sus palabras sobre una misionera australiana violada y asesinada en 1989 en Dávao. Según Goldberg, Duterte insinuó que también violaría a la «guapa» australiana, mientras el propio mandatario explicó que sus palabras fueron sacadas del contexto.

Guerra contra drogas

Finalmente, Duterte percibe como ofensiva la crítica de su ‘guerra contra drogas‘ por la Administración de Barack Obama, que amenazó con cesar la ayuda de EE.UU. por las violaciones de derechos humanos, escribe ‘The Diplomat’.