Esta semana una carta de cuatro cardenales denunció la «ambigüedad» de un texto sobre la familia publicado en abril.
El documento, llamado «Amoris Laetitia» («La alegría del amor»), reúne las conclusiones de dos agitados sínodos (concilio de obispos) sobre la familia celebrados en 2014 y 2015 y pide que los divorciados que se vuelven a casar por lo civil sean acogidos dentro de la Iglesia.
Sin poner en duda el dogma del matrimonio católico indisoluble, el texto abre la vía a que los divorciados puedan comulgar, aunque sólo en algunos casos y en función de lo que decida en cada caso el obispo.
«Algunos continúan sin entenderlo, es blanco o negro», dijo el papa en una entrevista al periódico católico italiano Avvenire.
Uno de los cuatro cardenales que firmaron la carta, el cardenal conservador estadounidense Raymond Burke, reiteró sus críticas en una entrevista publicada en el periódico católico The Register.
«Esta idea, por ejemplo, de que el papa tendría que ser una especie de innovador que lidere una revolución en la Iglesia o algo similar es totalmente ajena al cargo de Pedro», aseguró.
«El papa es un gran servidor de las verdades de la fe tal y como le fueron transmitidas en una línea sin ruptura desde los tiempos de los apóstoles», dijo.
El cardenal ultraconservador también destaca que «la autoridad eclesiástica sólo está al servicio de la tradición» y en algunos los prelados tienen la obligación de señalar los «errores» del papa y pedir que los corrija.
Raymond Burke, apartado hace dos años del gobierno de Vaticano, ya había lanzado una petición contra las reformas del papa y en la campaña electoral en Estados Unidos apoyó a Donald Trump por su oposición al aborto.